Si José Antonio Marina es ministro de Educación, la clase de Religión está en peligro

    José Antonio Marina, que suena para el Ministerio de Educación, es partidario de expulsar la asignatura de religión confesional de las aulas. "La confesión, sea cual sea, ha de mantenerse fuera de la escuela", ha defendido.

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    jose antonio marina
    José Antonio Marina y el catecismo de la Iglesia católica / Actuall

    El jueves el presidente del Gobierno Mariano Rajoy dará a conocer los nombres que conformarán su nuevo gabinete ministerial, un año y dos elecciones generales después, toda vez que el PSOE finalmente desbloqueó la votación con su abstención.

    Muchas son las quinielas que se han hecho sobre los candidatos a las diferentes carteras. Una de las más escrutadas, tal vez por la promesa de pacto nacional lanzada por Rajoy en la sesión de investidura, es la que corresponde al Ministerio de Educación.

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    Uno de los más señalados para ocupar el cargo es José Antonio Marina, firme defensor de la adoctrinadora Educación Para la Ciudadanía impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero y filósofo al que el Partido Popular ya requirió para realizar un Libro Blanco de la profesión docente y su entorno escolar.

    No son pocas las declaraciones en diversos foros en las que Marina carga contra la libertad de elección de los padres y la asignatura de Religión, para cuya impartición el Estado tiene suscritos acuerdos con la Iglesia católica, las confesiones evangélicas, el judaísmo y el islam.

    Hemos recopilado algunas de ellas, muy clarificadoras al respecto.

    En junio de 2013, en el transcurso de una entrevista concedida a la revista religiosa católica Vida Nueva, Marina reconocía que «la experiencia religiosa forma parte esencial del ser humano, si bien se mostraba contundente contra la asignatura confesional de Religión:

    • «La escuela, en países no confesionales, debe transmitir sólo conocimientos y valores universales».
    • «Una confesión religiosa no puede convertirse en asignatura. El cristianismo, menos aún«.
    • «Si la jerarquía católica tuviera más humildad, se daría cuenta de que hubiera sido muy útil para el cristianismo defender una signatura sobre derechos humanos, como era Educación para la Ciudadanía».

    José Antonio Marina: «La confesión, sea cual sea, debe mantenerse fuera de la escuela, del horario lectivo y, sobre todo, de los sistemas de evaluación»

    En marzo de 2015, arrojaba estas reflexiones en un artículo publicado en El Confidencial que pretendía suscitar el debate sobre la pregunta «¿Debe haber una asignatura de religión en la escuela pública?»:

    • «Las religiones están encerradas en la ‘trampa de la verdad absoluta’ y no soportan a las otras religiones».
    • «Me parece inaceptable que el Gobierno haya aceptado que se pueda elegir entre enseñanza confesional y enseñanza ética […] Mal que les pese a las religiones, tienen que someterse a la ética».

    En noviembre de 2015, en una entrevista concedida al diario gratuito 20 Minutos, a la pregunta sobre «qué hacer con la religión en las aulas», Marina respondía:

    • «Lo sensato es que pueda conocerse las experiencias religiosas, en qué han consistido y por qué son importantes, pero la confesión sea cual sea, debe mantenerse fuera de la escuela. Si bien se podría dar cobijo, prestando las aulas, habría que dejarlas fuera del horario lectivo y, sobre todo, fuera de los sistemas de evaluación».

    En marzo de 2016, planteaba una reflexión sobre la financiación de la clase de religión: «La religión en la escuela: ¿debe financiarse con dinero público? ¿Debe impartirse?». Entre otros pensamientos, Marina considera «muy vago» el artículo 27.3 de la Constitución Española, que señala que los poderes públicos han de proteger «el derecho de que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo a sus propias convicciones».

    Aún más, señala que «los sectores menos doctrinarios de las confesiones religiosas» estarían dispuestos a defender su postura de que «la religión es un fenómeno universal y por eso debe estudiarse en la escuela. En cambio, las religiones confesionales no lo son«.

    Frente a todas estas opiniones contrarias a la presencia de la asignatura de Religión con contenido confesional en la escuela pública, se encuentra, por una parte, el anteriormente citado artículo 27 de la Constitución Española, que reconoce la libertad de enseñanza» y el derecho de los padres a elegir la educación conforme a sus convicciones.

    Por otro lado, el Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre Enseñanza Asuntos Culturales, firmado en 1979, estipula con claridad que todos los niveles de enseñanza no universitaria «incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales».

     

    Con la LomCE la religión ha quedado reducida a la mínima expresión en muchas comunidades autónomas

    Con la puesta en marcha de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), la clase de Religión ha sido una de las más perjudicadas.

    Al quedar en manos de las Comunidades Autónomas la fijación de los horarios, la asignatura ha visto reducida notablemente su presencia en el horario escolar, empezando por Ceuta y Melilla, que dependen directamente del Ministerio.

    Esta reducción podría entenderse como una situación mejor al lado del caso de Aragón, que ha expulsado la asignatura del horario lectivo provocando un perjuicio a los alumnos.

    Esto ha desatado una oleada de batallas legales, a iniciativa de las asociaciones de padres, los sindicatos o las propias diócesis católicas, muchas de las cuales no están aún resueltas de forma definitiva.

    En concreto, se ha dispuesto la suspensión cautelar de los recortes de la carga lectiva en Andalucía, Aragón Asturias y Baleares.

    Semáforo de Comunidades Autónomas con más y menos horas de Religión en la escuela. Fuente: CEE y elaboración propia
    Semáforo de Comunidades Autónomas con más y menos horas de Religión en la escuela. Fuente: CEE y elaboración propia

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".