
El teniente general Emilio Pérez Alamán, ahora retirado, ha realizado un interesante análisis de la situación política española actual remontándose a las causas que han llevado al país ante esta situación. Y lo hace en el blog del también general Rafael Dávila.
Pérez Alamán, que fue jefe del Ejército en Canarias durante la primera legislatura de Zapatero y previamente general jefe de la División Mecanizada Brunete habla de cómo se realizó la Transición, de los defectos que tuvo y los efectos que aprovecharon los que quieren romper España.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEste importante mando militar analiza también la desafección de los españoles con la clase política al instituir listas cerradas y la “partitocracia” que domina al ciudadano. Junto a ello analiza la corrupción generalizada de los políticos, el nepotismo y el incumplimiento sistemático de sus promesas. Pérez Alamán también hace un repaso del estado de las autonomías y de la manipulación de la historia de España que se ha enseñado a los jovenes.
El general acaparó los focos poco después de retirarse al criticar al socialista Pedro Sánchez y la utilización que hizo de la bandera de España durante un mitin. “Una vez más el Símbolo y lo que simboliza, por desgracia, no les importa mucho o nada salvo para su explotación propagandística de partido”. Y criticó que lo hiciera el PSOE, “partido que se ha manifestado en infinidad de ocasiones rodeado de símbolos antidemocráticos, incluso extranjeros”. A continuación, y por su interés, les ofrecemos el texto íntegro del teniente general retirado.

Análisis íntegro del teniente general Emilio Pérez Alamán
Hace tan solo dos meses se han cumplido 40 años del comienzo de un nuevo ciclo en la Historia de nuestra Patria. Por razones que desconozco, el cambio se realizaba y se explicaba, de forma interesada, desde las alturas al conjunto de la ciudadanía, obviando el periodo anterior de otras cuatro décadas que, a su vez, sucedió a otro previo de seis años de República, que por la conducta sectaria de sus partidarios y la entrega de España a una de las ideologías imperantes entonces, como era el comunismo, condujo al desastre de una guerra civil y sus consiguientes consecuencias.
Finalizado el Régimen que venció en aquella guerra con la muerte de Franco, se abrió una transicion con la asunción de la Jefatura del Estado por S.M. El Rey, tal y como aquel designó. A partir de ese momento el deseo de adaptar nuestro futuro a los modos de gobierno de la Europa evolucionada tras la II GM, los españoles se abrieron con esperanza ilusionada al nuevo camino que se les ofrecía para finalizar la apertura iniciada en los años 60 con la entrada en la ONU, el final del aislamiento internacional, la firma de los acuerdos bilaterales con los EEUU y la participación, a través de ellos, en la Guerra Fría de Occidente frente al Pacto de Varsovia.
«Esta escasa visión de futuro impedía vislumbrar que España pudiera llegar a retrotraerse a una situación tan indeseable como la ya vivida hace 80 años»
En muy poco tiempo aquella expectativa del deseo de nuevos tiempos, comenzó a nublarse por el contenido de alguno de los puntos de la Constitución del 78, redactada con un consenso para aquel momento y aprobada sin reservas, pero con poca reflexión. Esta escasa visión de futuro impedía vislumbrar que España pudiera llegar a retrotraerse a una situación tan indeseable como la ya vivida hace 80 años.
Por supuesto que nada sucede por casualidad, aquella Democracia representativa que parecía el remedio a todos los males que tenían los españoles después de 40 años de a penas supervivencia, según enseñaban y enseñan los nuevos dirigentes, comenzó a desarrollarse con una Ley electoral que dispone que las elecciones sean mediante listas cerradas en lugar de abiertas, ambas democráticas y legales, pero las primeras limitan mucho más la influencia del votante a la vez que permiten mayor descontrol del votado. Solo por dicha imposición la Democracia representativa ya queda disminuida y hace imprescindible, no solo la revisión de la Ley, sino su nueva redacción. Cosa que ningún partido ha intentado ni parece que lo hará por ser su cómodo “modus vivendi”.

Evidentemente, los problemas de hoy tienen su origen en la confusión provocada en la ciudadanía al constatar que esa democracia representativa, esperada como base de la transicion de un Régimen a otro, se ha convertido en una preponderancia excesiva de los partidos por encima de la voluntad de los ciudadanos. La expresión “partitocracia” muestra con claridad el sentimiento general de los votantes hacía sus representantes, cuando observan como las actitudes de unos y el silencio de otros traicionan los deseos de todos los que creen que una auténtica Democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno.
La preponderancia despótica de los partidos políticos sobre el pueblo soberano al que representan, ha dado lugar a conductas particulares e institucionales que cercenan por si mismas las bondades que, aunque imperfectas, justificarían el respeto a la Democracia.
“A España no la va a conocer ni la madre que la parió”, “Montesquieu ha muerto”, “El dinero público no es de nadie”,”La Nación es un concepto discutido y discutible”, “El desfile militar es un coñazo”, etc.).
Pero también se sufren hechos constatados, descubiertos y poco o nada sancionados, pero sobre todo, poco o casi nada condenados por los partidos políticos cuando no disculpados o soterrados, tales como:
La corrupción sin límites ni distinción de colores, el nepotismo sin disimulo y justificado por los autores, el engaño a los electores por incumplimiento de promesas o pactos partidistas a escondidas, la manifiesta falta de democracia interna en los partidos y el mantenimiento de la no separación de poderes, la falsa memoria histórica, la alimentación de la secesión, la cesión ante el terrorismo, etc.).
Todas estas actitudes y hechos son mucho más que las LINEAS ROJAS que los partidos políticos se lanzan sin rubor unos contra otros para desprestigiarse mutuamente, pero no con el fin de corregir y enderezar el buen gobierno para la defensa de España y el bienestar de los españoles, sino para apartar al contrario en beneficio propio.
«El afán de revancha camuflada de unos y la falta de convicción de otros han desfigurado el espíritu de reconciliación final entre españoles»
Hasta este momento, al que nos han traído los responsables de hacer buena la transicion del Régimen, parecía que el milagro se iba a producir de nuevo en España. Sin embargo el afán de revancha camuflada de unos y la falta de convicción de otros, ya me gustaría saber los motivos, han desfigurado el espíritu de reconciliación final entre españoles que implícitamente representaba S.M. el Rey, y que debería haberse realizado sin más ambiciones que lo mejor para España y los españoles.

La respuesta no parece sencilla a la vista del resultado obtenido por el sistema tras 40 años de andadura. Se partía de una situación que nada tenía que ver con la de los años 50 y mucho menos con la de los 30 del siglo pasado; en 1975 España era un País en desarrollo avanzado, con un nivel de vida aceptable, una clase media que proporcionaba estabilidad y unas normas de seguridad que facilitaba un constante incremento de visitantes foráneos que encontraban en España el lugar de asueto seguro, naturaleza, cultura e historia.
Cierto que adolecía de las características democráticas occidentales, pero no tenía nada que ver con las democracias populares de allende del Telón de Acero o caribeñas.
Pues bien, llegado el momento y con todo a favor, el salto para alcanzar el objetivo previsto y deseado se quedó en un intento fallido de ser un auténtico cambio para bien. El tiempo para haberlo consolidado se ha aprovechado para retroceder en busca de metas perdidas y que después de casi un siglo están fuera de tiempo y lugar en el mundo global en que nos encontramos
Pese a todo, esta democracia, a punto de fallar, empeñó gran parte de sus energías en desinformar y mal formar a las nuevas generaciones de lo que ha sido y es su Patria, lo bueno y lo malo de su Historia y su grandeza.
«No se puede olvidar la forma en que se han desarrollado las Autonomías, que han sido en la realidad la cuna de trasnochadas ambiciones de jefecillos taifeños»
A cambio lo ha sustituido por falsedades o medias verdades que es peor. Se ha facilitado el estudio de la división geográfica del territorio nacional, de forma que la sensación y el sentimiento de conjunto se ha diluido gratuitamente sin más afán que dañar la cohesión de España. Por último y por no reincidir en el daño que el mal uso que los partidos políticos han hecho de la transicion, no se puede olvidar la forma en que se han desarrollado las Autonomías, que lejos de ser una forma de facilitar las relaciones entre administración y administrados, tal como nos lo colocaron, han sido en la realidad la cuna de trasnochadas ambiciones de jefecillos taifeños, pero sobre todo la gran amenaza contra la igualdad de los españoles, o sea, lo más anti democrático que pueda existir en una Democracia.

Este ha sido el rumbo que nuestros políticos han marcado a nuestra ansiada Democracia representativa y lo que ha dado origen a la aparición de movimientos antisistema y lo que es peor, antiespañoles que, aprovechando el rio revuelto y financiados por pescadores en aguas ajenas, nos quieren llevar a ningún sitio bueno.
Es una pena que durante todo este largo periodo de deterioro democrático, las Fuerzas Armadas hayan sido la única Institución que los distintos Gobiernos han coartado y limitado en sus funciones específicas y a la que se le han impuesto medidas de desconfianza con peligro incluso para el cumplimiento de sus misiones constitucionales. Todo ello sin tener en consideración que los Ejércitos han sido los que, por el bien de España, han soportado estoicamente cambios y reorganizaciones técnicamente incorrectos y solo aceptados por disciplina y con lealtad no correspondida.
No puedo, por menos, terminar este análisis con la esperanza de que quienes han provocado esta crisis general sean capaces de olvidarse de egoísmos partidistas y personales y con las lecciones aprendidas de lo mal hecho saquen conclusiones y corrijan drástica y urgentemente los errores cometidos para no tirar por la borda la herencia recibida. Pero también con la preocupación de que no sean capaces de rectificar y sigan traspasando las LINEAS ROJAS que acaben con la DEMOCRACIA.