
Durante los primeros meses de la Guerra Civil y a raíz de la muerte en accidente aéreo del general Sanjurjo, el bando nacional nunca tuvo un mando único que dirigiese las operaciones y arbitrase las medidas políticas y administrativas que exigía la situación en la zona nacional.
Tres figuras militares destacaban por su personalidad y activa participación en estos primeros meses: Franco, Queipo de Llano y Mola.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraFranco al frente del Ejército expedicionario de África dominaba la situación militar y destacaba por sus avances y personalidad.
Queipo de Llano en un acto de valor indiscutible, sin apenas fuerzas que le respaldasen, a base de tenacidad e incansable actividad, se había apoderado de gran parte de Andalucía.
Mola, el Director, trabajador infatigable e inteligente, intentaba coordinar todas las acciones, enlazar los ejércitos y atender la logística de guerra y las relaciones con el exterior en busca de apoyos. La pérdida de Barcelona y de Valencia había supuesto un duro golpe y un estancamiento en el desarrollo de la contienda. El Mediterráneo quedaba cerrado para el bando nacional.
Como decíamos en el artículo anterior, para evitar el desorden, el día 23 de julio se constituye en Burgos la Junta de Defensa Nacional.
La actividad de la misma destaca enormemente en el plano de organización de la administración de la zona nacional, pero en el militar siguió la descoordinación entre los denominados ejércitos del Norte, Sur y Expedicionario.
La Junta de Defensa trató en varias ocasiones la necesidad de un mando único, pero nunca se llegó a un acuerdo a pesar de las presiones que desde fuera de ella le llegaban. Quizá por eso retrasó tratar el asunto.
Desde la Junta siempre emanaron las directrices y Mola, llevando la parte militar, intentaba poner orden y coordinar las acciones militares.
A finales de septiembre y una vez liberado el Alcázar de Toledo y enlazados los ejércitos Norte y Expedicionario se tomó la decisión de tratar el tema del mando único para las operaciones.
Queipo estaba descartado para asumir el poder tanto por su carácter como por sus grandes diferencias de criterio con Franco
Inicialmente el planteamiento era seguir con el mando colegiado desde la Junta de Defensa Nacional, actuando como un verdadero Gobierno, y dar el mando militar de las operaciones a uno de sus generales. La elección tenía pocas dudas: Franco, Queipo de Llano o Mola. De los tres, Franco era el que contaba con más prestigio además de estar al frente de las mejores y resolutivas fuerzas.

Queipo de Llano de carácter impulsivo, valiente y dotado para el mando tenía grandes diferencias de criterio con Franco por no decir enfrentamientos y dado su carácter estaba descartado de entrada. Mola, quizá el más adecuado por ser el más activo y verdadero organizador del alzamiento, renunció desde un principio a ostentar el mando mientras existiese la figura de Franco.
El día 27 de septiembre se reúne la Junta de Defensa Nacional en Salamanca en la Dehesa de Pérez-Tabernero. Asisten: El presidente, general Cabanellas, los vocales generales, Gil Yuste, Queipo de Llano, Saliquet, Franco, Orgaz, Ponte, Mola y Dávila. También los coroneles Montaner y Moreno Calderón. Se permite participar en la reunión al general Kindelán que llegó acompañando a Franco.
Al tratarse el mando único fue el general Kindelán, precisamente el que no era miembro de la Junta, quien más razonó la necesidad y la conveniencia de nombrar a Franco.
Resultado de la votación fue acordarse por mayoría de votos, lindante con la unanimidad, decretar el mando único para las operaciones militares que se ejercería por el general Franco sin que ello afectase a las atribuciones y función de la Junta de Defensa que seguiría ostentando todas sus atribuciones.
Después del almuerzo los miembros de la Junta empezaron a marcharse sin tocar más asuntos. El general Dávila no contento con el desarrollo de la sesión habló con el general Mola.
Era urgente resolver el problema del mando único para que el nuevo Estado pudiera llegar a ser reconocido por las potencias extranjeras
Dávila le expuso la necesidad de tratar con toda urgencia el tema del mando único ya que, aparte de la imperiosa necesidad de que el mando militar tuviera absoluta libertad de actuación sin riesgo de las trabas, impedimentos, o rémoras inherentes a la actuación de la Junta de Defensa, era muy de tener en cuenta que la Entidad Estatal no estaba reconocida por ningún Gobierno extranjero y por informaciones oficiosas que les habían llegado.

Algunos de esos Gobiernos deseaban que desapareciese rápidamente el cariz de Pronunciamiento Militar que significaba el regir al País una Junta de Generales.
Los dos generales le expusieron el tema a Franco en el patinillo de la finca a lo que este contestó estar dispuesto a pechar con la papeleta si se tomaba tal decisión.
Con la conformidad de Franco el general Dávila se encontró con la difícil papeleta de convocar al conjunto de los vocales de la Junta para plantearles tan trascendente cambio. La mayoría de los vocales ya habían iniciado el regreso a sus lugares de residencia por lo que hubo grandes dificultades para su convocatoria, iniciándose las consultas a partir del día siguiente a base de comunicación telefónica o mediante rápidos desplazamientos que llevaron a cabo los generales Mola y Dávila. No fue fácil obtener el voto afirmativo mayoritario. Se habían introducido dos factores de enorme trascendencia y que daban un vuelco total a la dirección política y militar:
1. La desaparición de la Junta de Defensa Nacional asumiendo el general Franco el mando militar y el conjunto de funciones que hasta entonces desempeñaba esa Junta.
2. La constitución de un Mando Político otorgándole a Franco el cargo de Jefe del Gobierno del Estado español. En definitiva Franco asumía todos los poderes, el militar como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y el político como Jefe del Gobierno del Estado español.
La propuesta no fue del gusto de todos y hubo grandes dificultades para conseguir, de una forma tan acelerada, el voto afirmativo de la mayoría. Fue Yanguas Messía (asesor de la Junta de Defensa) el encargado de redactar la disposición legislativa, realizándose con urgencia ya que se quería publicar el 1 de octubre.
Nicolás Franco, colaborador del general, le hizo saber a Dávila que era preciso darle a Franco mayor libertad de acción y de atribuciones que las que competían a un Jefe de Gobierno
Cuando la disposición ya se encontraba en el Boletín para su publicación, de madrugada Nicolás Franco, desde Salamanca, llamó por teléfono al general Dávila para hacerle saber que no encontraba acertada la disposición ya que era necesario darle a Franco mayor libertad de acción y por tanto de atribuciones que las que competían a un Jefe de Gobierno.

El general Dávila le replicó que quedaba resuelto el tema si se cambiaba en el texto la expresión “Jefe del Gobierno español” por la de “Jefe del Estado Español”.
No había tiempo para ponerlo en conocimiento del resto de miembros de la Junta y la imprenta del Boletín llevaba tirado ya muchos ejemplares enviados fuera de Burgos y de dificultosa intercepción. Por tanto y sin más dilación el general Dávila ordenó la rectificación que fue llevada a cabo.
Al día siguiente el presidente de la Junta, general Cabanellas, el más reticente de todos, se dirigió a Franco como Jefe del Gobierno del Estado español. En circulación estaban dos boletines con denominaciones distintas. Pero ya nadie volvería a dirigirse a Franco, ni de forma verbal ni escrita, como Jefe del Gobierno del Estado español sino como Jefe del Estado.