
Mario Conde ha vuelto a ser detenido, esta vez junto a dos de sus hijos, acusados de blanqueo, organización criminal, frustración de la ejecución y ocho delitos fiscales, una noticia que es improbable que el lector ignore porque ha abierto las cabeceras de todos los diarios nacionales generalistas. Según fuentes cercanas a la investigación, Conde habría traído a España 13 millones de euros -presuntamente saqueados de Banesto- desde ocho países distintos desde 1999.
Bien, bueno, la justicia funciona y todo eso, ¿no?
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPues depende. Si uno es un ‘outsider’ que molesta a las élites asentadas, sin duda. La justicia es entonces rápida e implacable y sobre el criminal caerá el oprobio añadido de la prensa del régimen, que no esperará la sentencia para aplicar su particular pena de palabras. De hecho, Mario Conde no es nuevo en esto, ya fue detenido y condenado en su día y pasó una década entre rejas. Y, ahora, esos trece millones han atraído de nuevo sobre él la mirada de la justicia.
No estamos hablando, como en el caso del ex banquero, de un particular dedicado como profesión expresa y confesa a los negocios, sino de todo un ex presidente de la Generalitat, Molt Honorable.
Comparen los 13 millones de Conde Una mirada, hemos de decir, algo tuerta. Quédense con esa cifra, esos trece millones, y compárenla con la cuenta que mantuvo en Panamá la familia Pujol durante treinta años, el triple de la condena de Conde, y donde se movieron más de 2.400 millones.
No estamos hablando, como en el caso del ex banquero, de un particular dedicado como profesión expresa y confesa a los negocios, sino de todo un ex presidente de la Generalitat, Molt Honorable y todo eso, en los que la acumulación de una fortuna hace especialmente feo.
¿La fortuna, el total? 3.300 millones de euros. No está mal para un servidor público que ha sacrificado su vida al servicio de la ‘patria catalana’, ¿verdad? La Justicia, sí, se ha interesado por esta espectacular millonada y se ha preguntado de dónde ha podido salir tanto dinero.
De hecho, la Unidad de Delitos Económicos, UDEF, ha calificado a esta ejemplar familia de patriotas catalanes de «organización criminal». Pero, pese a todo, no se ha tomado medida cautelar alguna y mientras Conde pasaba una primera noche en el calabozo por trece inexplicables millones, 13, el arquitecto del separatismo catalán se pasea en completa libertad, yendo y viniendo sin trabas y, sobre todo, recibiendo el homenaje de correligionarios y seguidores y las defensas más estrambóticas de la prensa adicta con sus 3.300 millones sin explicar.
¿Soy la única que ve cierta desproporción aquí, que se escandaliza de que la autoridad judicial sea tan fulminante e implacable con un presunto delito de 13 millones y tan errática, relajada y blando con otro de 3.300? La expresión ‘agravio comparativo’ se queda muy, muy corta.
Recordemos: Jordi Pujol tiene siete hijos, siete, y todos ellos están imputados, entre otros cargos, por fraude fiscal, blanqueo y falsedad documental.
Recordemos: Marta Ferrusola, la matriarca, se traía los dineros de Andorra escoltada por los Mossos d’Escuadra.
Recordemos: Jordi Pujol Jr. volvía del principado pirenaico con mochilas llenas de billetes que entregaba a su hermano Oleguer en Madrid.
Recordemos: El propio Oleguer era ya millonario en Andorra con solo 20 años, un ejemplo para nuestra juventud parada.
Recordemos: Las informaciones que denunciaban la acumulación de tan desconcertante fortuna en paraísos fiscales de todo el mundo llevan publicándose desde hace treinta años, sin que la Justicia se haya molestado en investigar hasta ahora.
¿Número de noches pasadas en calabozo por algún miembro del clan? Cero. Ni cinco minutos, faltaría más.
De todo lo cual se pueden extraer varias conclusiones obvias, a cual más deprimente.
La primera, que vivimos en plena anarcotiranía, un Estado cuya Justicia no actúa por la gravedad del delito o por lo evidente de los indicios, sino según interese o no políticamente. La igualdad ante los tribunales queda, digamos para no pillarnos los dedos, seriamente comprometida.
El negocio se ha hecho directamente con el nacionalismo catalán y después se ha usado ese fervor para legitimarlo
La segunda, que la bandera es una excelente tapadera para forrarse a manos llenas sin mucho riesgo. Porque el negocio se ha hecho directamente con el nacionalismo catalán y, después, se ha usado ese mismo fervor independentista para disimularlo y aun legitimarlo.
Sé que no soy para nada la primera en advertir que lo que subyace a tanta proclama y tanta amenaza de separación es el dinero. Y que los nacionalistas llevan años sometiendo al resto de España a un continuo chantaje mientras esquilma a sus propios seguidores hipnotizándoles con supuestos agravios históricos y el sueño imposible del paraíso terrenal de una futura Cataluña independiente.