Cruda realidad / El siguiente objetivo de la yihad no son aeropuertos sino las chicas

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    Mujer musulmana/ Flickr Antonio Romei
    Mujer musulmana (archivo) / Flickr Antonio Romei

    Cada terrible atentado con decenas de muertos es inmediatamente seguido por declaraciones públicas de nuestros muy seculares líderes, convertidos por un día en exégetas del Corán, asegurándonos que el ataque no tiene nada que ver con el «verdadero Islam» y advirtiéndonos contra el verdadero peligro, una supuesta ‘islamofobia’ que no aparece por ninguna parte.

    Si las bombas y los ametrallamientos masivos son las noticias que alarman a los europeos, estos son solo la punta del iceberg de un proceso que medios y autoridades hacen todo lo posible por ocultar y que, en consecuencia, la ciudadanía no ve.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Dos musulmanas hablan para la prensa en el suburbio de Molenbeek, en Bruselas, cuna del yihadismo europeo / YouTube
    Dos musulmanas hablan para la prensa en el suburbio de Molenbeek, en Bruselas, cuna del yihadismo europeo / YouTube

    Los imanes radicales están lavando el cerebro de jovenes impresionables a los que esta sociedad no ofrece ideal alguno, solo dosis masivas de vacío relativismo, y con ellos construyen los yihadistas del futuro y los cimientos para erigir sociedades islámicas dentro de nuestras sociedades.

    Una asociación británica de ayudas a exyihadistas, la Quilliam Foundation se dedica a ayudar a jovenes europeos captados por los terroristas

    No es una opinión, es la confesión de Adam Deen aparecida en el diario británico Daily Express. Deen se unió en la adolescencia al grupo Al Muhajiroun, que amenaza a Occidente con la yihad, atraído por la idea de construir un estado islámico en su país, Gran Bretaña.

    No fue, en absoluto, una excepción: el grupo, que se ha asociado a varios atentados y planes de atentado -los suicidas de metro de Londres y los asesinos de Lee Rigby pertenecían a él-, ajusta su mensaje para atraer a los más jovenes, explica Deen, que dirige ahora una asociación de ayuda a ex yihadistas como él, la Quilliam Foundation.

    «Hablaban del islam de un modo que lo hacía parecer vivo ofreciendo una versión intelectual a mil kilómetros de los conceptos abstractos y distantes que me habían enseñado hasta entonces», recuerda Deen.

    Frente a la manida y repetida estupidez de que es la pobreza la que radicaliza a los jovenes, Deen asegura que «los medios y los intelectuales han perpetuado la narrativa de que los principales factores de radicalización son las condiciones socioeconómicas. Pero el factor predominante de la radicalización es la ideología. Son las ideas las que mueven a la gente. No procedo de un entorno deprimido ni de un hogar desestructurado«.

    La austriaca Sabatina James (no es su verdadero nombre) va aún más lejos que Deen, tan lejos que no solo abandonó el radicalismo sino el propio Islam para convertirse al cristianismo. Se sobreentiende que su vida corre constante peligro, que vive protegida y oculta y que ha recibido incontables amenazas.

    Sabatina James, cristiana conversa perseguida / Wikipedia
    Sabatina James, cristiana conversa perseguida / Wikipedia

    En una entrevista concedida al portal de noticias Krone, la joven austriaca cree que el radicalismo está inscrito en la propia fe musulmana: «Si es cierto que toda esa violencia no tiene nada que ver con el Islam, entonces Mahoma no tiene nada que ver con el Islam. La teología asentada del Islam debe tratar con estos problemas. Pero no hay debate crítico».

    “La sharía o ley islámica ya está con nosotros, y las principales víctimas son las mujeres», asegura Sabatina James

    James emigró con su familia siendo una niña de Pakistán a Austria, pero hacia los veinte años sus padres, alarmados por lo integrada que estaba en la sociedad occidental, le ordenaron que se casara con un primo de una aldea pakistaní. Al negarse, su propia familia la sentenció a ser víctima de uno de esos ‘crímenes de honor’ que mantienen sojuzgadas a tantas musulmanas en Occidente. James escapó a Viena, donde se convirtió al catolicismo.

    La joven llama la atención sobre ese aspecto de la influencia islámica en Europa, menos llamativo que las bombas y los muertos pero, a la larga, quizá más insidioso y transformador de nuestra civilización: la tolerancia, primero, y la imposición, después, de la ley islámica. “La sharía ya está con nosotros, y las principales víctimas son las mujeres», asegura James. «Ya se está practicando un sistema de justicia paralelo, uno de cuyos principios es: o las mujeres se someten a la violencia sistemática o serán liquidadas».

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