
“Ya sabéis que yo soy mucho de amor y eso -ha dicho el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, en un mensaje de Telegram dirigido a los ochenta miembros del Consejo Ciudadano estatal de partido-, pero no me resisto a añadir algo también necesario para este momento. Ante cualquier conflicto interno, desde la Secretaría de Organización se buscará en un primer momento la solución mediada, amorosa, consensuada y de sentido común».
Y añade: “En caso de que la vía del amor y los cuidados se demuestre inútil, se actuará de manera contundente, decidida, concreta y grave contra quienes no comprendan (hablo en general; no de este órgano) que las guerras internas nos desangran, nos queman y nos hartan. Para que crezca el amor no sólo hay que regarlo sino también extirpar las malas hierbas de las violencias enquistadas. Sé que no hará falta, pero siempre es bueno tener un plan B cuando el amor no gana.”
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEs lo que tiene la sonrisa revolucionaria, que dura poco si no consigue el poder, todo el poder y nada más que el poder. O, peor, se convierte en la sonrisa del ‘Joker’, el malo de Batman, que la tiene perpetua y es más siniestra que cualquier ceño fruncido.
La purga interna es el deporte favorito de los revolucionarios. Acabar con los tuyos es, por lo visto, aún más divertido que defenestrar colectivos enteros de ‘enemigos del pueblo’ (o de la gente).
Los que iniciaron el baile de cabezas en el París de finales del XVIII acabaron casi todos -Danton, Robespierre, Desmoulins- probando el filo de la guillotina en un macabro e incesante juego de la silla. Y vivir en la URSS de Stalin era ver cómo en la misma foto del líder y sus camaradas iban desapareciendo personajes hasta dejarle solo.

Pero la prueba de que la historia repite las tragedias como farsas la tenemos en nuestros revolucionarios de Facultad, que enseñan los dientes cuando todavía está el público mirando y amagan con purgas en abierto antes de alcanzar el poder. Sí, se puede.
Cuantos más corazones, sonrisas y declaraciones de amor, más implacable va a ser el partido en cuestión en el ejercicio del poder
Hay una ley de hierro del marketing político que postula que cuanto más sentimental es la campaña, cuantos más corazones, sonrisas y declaraciones de amor, más implacable va a ser el partido en cuestión en el ejercicio del poder.
En el caso de Podemos, no se le ha dado la oportunidad y, si siguen con este despliegue público de bilis, va a ser difícil que lo logren. La gente, lo bastante ingenua en una proporción no desdeñable para tragar con las ruedas de molino de las contradicciones flagrantes y los números imposibles, lleva muy a mal el mal perder. Y en toda la historia de la democracia no ha habido grupo político que haya perdido con menos dignidad.
Todos tenemos algún conocido así, de los que exigen que aceptemos pulpo como animal de compañía y barco como animal acuático, ante cuya llegada escondemos presurosos naipes y juegos de mesa. Caen francamente mal.
Y, oh, qué mal se están tomando en Podemos quedar por debajo -muy por debajo- de lo que esperaban. Veamos algunas reacciones:
-Amenazas. Es viejo como el mundo, y más en la izquierda; es el viejo «el que se mueva no sale en la foto», pero con ese añadido siniestro de las palabras de Echenique, con ese empezar hablando de amor, que recuerda tanto al discurso del maltratador conyugal, «te pego porque te quiero, Concha».
-Acusaciones de ‘pucherazo’ y petición de una auditoria del voto. Lo primero no es línea oficial del partido, pero a estas alturas de la película todos sabemos perfectamente el modus operandi del partido, y cómo saca a pasear por las redes sociales a sus disciplinados ‘bots’ de modo que puedan tirar la piedra y esconder la mano.
Y hay hasta artículos en blogs con la acusación de marras. ¿Con qué excusa? Fundamentalmente, que todas las encuestas daban por cierto el ‘sorpasso’ con respecto al PSOE que ha quedado lejos de producirse. Es decir, que los datos obtenidos de millones de papeletas registrados en actas de las que los interventores del propio Podemos tienen copia tienen que estar mal porque contradicen lo que unos miles de españoles han respondido por teléfono o Internet a un encuestador que interrumpía su siesta. Tiene sentido, ¿no?
Nuestro sistema es prácticamente inmune al fraude electoral. En cada mesa hay interventores de cada partido que vigilan cuidadosamente y se quedan con una copia del acta. Entre las urnas y Sigma2, no vale quedarse con lo que te dé más votos, Pablo.
-Críticas internas. Aunque Juan Carlos Monedero ha tenido mucho cuidado con eximir de toda culpa al Líder Surpremo y a Íñigo Errejon -no vaya a cumplir Echenique sus amenazas-, el cofundador de Podemos ha arremetido a fondo con la estrategia del partido.
«Una vez más Podemos ha sido rehén del infantilismo y se ha creído las encuestas», ha dicho el antiguo número dos. «No basta con hacer un discurso hueco, adornada de una labia simpar y emebellecido con el oropel de las televisiones«. Eso es tirar con bala, al modo pasivo-agresivo, al estilo de «no, si yo soy el primero que odia los reproches, pero aquella noche de verano de 2008 en que dijiste…». Ustedes me entienden, estoy seguro.
Los viejos son los nuevos nazis para estos aprendices de camisas pardas
-Ausencia de autocrítica. Han tenido la culpa las encuestas. Y los viejos, sobre todo los viejos. Esto de culpar a las personas de cierta edad de votar en contra de lo que quieren los jovenes y abogar por quitarles el voto porque, total, van a vivir poco del futuro sobre el que deciden, se está convirtiendo en una alarmante tendencia internacional. Me he hartado de leer mensajes en redes sociales tras la victoria del ‘brexit’ en el referéndum británico, y asusta.

En España ha habido mucho espontáneo abogando, ya por retirar el voto a los mayores, ya por soluciones finales y más expeditivas con la gente de edad. Los viejos son los nuevos nazis para estos aprendices de camisas pardas.
Pero, ya digo, en su mayoría han sido entusiastas anónimos, podemitas sin cargo. La excepción es la de la periodista Rosa María Artal, que se presentaba en las listas de Zaragoza (no ha salido, Dios aprieta pero no ahoga). Escribía en la red social Twitter: «11 millones de viejos. Y obstaculizando el voto de los jovenes emigrantes».
Ahora, esta ‘gerontofobia’ me parece estúpida y genuinamente fascista, pero puedo comprenderla en un bisoño veinteañero recién salido de la facultad de Políticas, no de una señora nacida en 1949 (hagan números).
-Insultos al votante. Beatriz Talegón, esa veleidosa joven socialista que no destaca precisamente por sus comentarios sensatos, llegó a escandalizarse públicamente de la reacción biliosa de los podemitas contra los votantes.
Parece de primero de electoralismo, pero a estos chicos les puede la arrogancia. Pablo llamó en su día «gilipollas» a los millones que votaron al PP en elecciones anteriores –millones de «gilipollas» sobre los que aspira a gobernar, da miedo, ¿verdad?-, los insultos a los disidentes son continuos y no poco violentos en los reclutas de morado y la ya citada Artal. Bueno, lo de Artal es una mina. La veterana periodista sostenía tras la derrota que la sociedad ha fracasado. Vamos, que somos idiotas. Pero repasar toda su cronología en Twitter es una mina. Hay insultos para todo el mundo.