Querida Esperanza:
Confieso que tu carta nos ha alarmado a tu madre y a mí, y nos estamos preguntando ahora qué mal hemos debido explicarnos para que nos entiendas tan mal.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraSí, claro que te hemos enseñado -o lo hemos pretendido- todos esos nobles principios de los que hablas, pero luego vemos cómo los aplicas a tu situación y, la verdad, no nos cuadra demasiado.
Sí, es mala pata que no hayas podido encontrar trabajo de lo tuyo aquí en España, donde tanto te echamos de menos, aunque también nos alegramos de que lo hayas encontrado en alguna parte y, después de todo, a unas horitas de viaje no demasiado caro.
Sí, sí, lo del paro juvenil de aquí es un escándalo, nos lo has oído muchas veces, un récord entre los países de nuestro nivel. Pero, Esperanza, hija: ¿sabes cuál es el único país que nos hace sombra en Europa en ese aspecto? Grecia. Es decir, un país en el que manda una coalición igualita al partido que tanto te ilusiona, un país gobernado por unos con un plan del que el partido al que piensas votar ha calcado muchos puntos de su programa económico.
Esperanza, hija: ¿es que no te has parado a pensar en qué país has encontrado trabajo? Gran Bretaña, ¿verdad? ¿Y quién gobierna en Gran Bretaña? A mi corazón de viejo socialista le duele reconocerlo, pero gobiernan los conservadores.
No te figures que hemos dejado de ser de izquierdas. Antes, muertos. Votaremos al PSOE… Bueno, yo al menos votaré al PSOE, que a tu madre la veo arrugar la cara -ya sabes esa cara que me pone cuando vuelvo con dos copas- cada vez que Sánchez sale en la tele, y se le alegra cuando ve a ese chico, Rivera.
Nosotros también hemos sido jovenes, teníamos la cabeza consignas de Mayo del 68 y su «imaginación al poder» y también íbamos a cambiar el mundo
Pero el PSOE, con sus cosillas, es un partido serio. De izquierdas, sí, pero sin disparates absurdos. Sí, ya sé que este Sánchez estaba dispuesto a darle el oro y el moro al ‘Coleta’ de tus amores en las pasadas y recientes elecciones, cuando salió como segundo partido más votado, y que ahora que será el tercero… Pero no quiero pensarlo. Como dices, soy ya mayor para cambiar mi voto a estas alturas, y todavía espero que saquen el sentido común que hizo que gobernaran con sensatez en 1982.
Esperanza, hija, nosotros también hemos sido jovenes y también -perdona, cariño, no te ofendas- nos hemos creído mucho más listos que nuestros abuelos. Vivimos toda la Transición y teníamos la cabeza a rebosar de consignas de Mayo del 68 y su «imaginación al poder» y también íbamos a cambiar el mundo.
Luego, simplemente, hemos vivido y visto. Hemos trabajado y nos ha ido razonablemente bien. Te hemos pagado a ti y a tus hermanos una buena carrera, habéis podido estudiar lo que habéis querido. Es así como se consiguen las cosas, no quemando papeleras ni gritando cosas en la calle.
Tus amigos de morado lo han dicho clarísimo: quieren centrar esta campaña no en la razón sino en la emoción. Por lo menos son sinceros en eso. Y tú, que siempre has sido una sentimental por mucha biología molecular que hayas estudiado, picas.
¿Tú te ves contratada por una empresa venezolana? Pues eso. Si llegan esos de que me hablas, aquí no van a quedar empresas ni para apagar la luz
Pero dedícale diez, cinco minutos a pensar fríamente, como lo harías en el laboratorio. Si tienes una teoría, la pones a prueba y no sale, la descartas. Y si no la descartas -porque quizá las condiciones no eran las correctas-, vuelves a hacer el experimento.
¿Cuántas veces tiene que salirte mal para que llegues a la conclusión de que la teoría era errónea? Pues eso es exactamente lo que ha pasado con las hermosas fórmulas que venden tus queridos podemitas.
Piensa: ¿tú te ves contratada por una empresa venezolana? Pues eso. Si llegan esos de que me hablas, aquí no van a quedar empresas ni para apagar la luz. ¿Quién te va a contratar, el Estado? Pues no sé con qué, y ya me dirás para qué quiere la Administración a tantos biólogos moleculares como vais a quedar libres cuando se vayan o cierren las empresas.
Tus padres, que te quieren.