
Las dos formaciones con potencial para formar Gobierno ya mismo protagonizan un vergonzoso cruce de ambiciones partidistas. Si llegaran a un acuerdo, Rajoy podría seguir en La Moncloa. Pero ese escenario resulta muy improbable.
Como también parece remoto un Frente Popular. Cada vez más toma cuerpo las combinaciones intermedias, que son más frágiles y transitorias, pero también más pragmáticas. Según alguna de ellas, el inquilino de la Moncloa podría ser, quién iba a decirlo, Pedro Sánchez.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraHe aquí las cuatro razones.
1. Porque la UE no puede permitir un Tsipras en un país tamaño y el peso específico de España. Desengáñanse, quienes mandan no están en Génova, Ferraz o incluso en la Zarzuela sino en el Edificio Berlyamont, de Bruselas, sede de la Comisión Europea. Son otras instancias supranacionales, que incluyen al Banco Central Europeo, e incluso al Fondo Monetario Internacional las que, de verdad, toman decisiones.
La UE no puede permitirse el lujo de que esa España que se ha librado por los pelos del rescate sea gobernada ahora por un Tsipras y medio (Tsipras sería Iglesias y el “y medio” un Sánchez o incluso una Díaz reducidos al papel de vergonzante comparsa). Aceptarían a Sánchez, pero sin Iglesias.
La estabilidad del proyecto europeo se vería amenazado si un Frente Popular llegara a La Moncloa aplicara y sus delirantes propuestas económicas. España no es Grecia. Por tamaño, por poblacion, por PIB…
Y dirán ustedes, ¿qué puede hacer la UE, si España es soberana? A lo que habría que replicar, aguantando la risa, ¿soberana?
2. Porque, aunque no mandan tanto, los empresarios ya han expresado su prevención a un gobierno radical de izquierda. Lo hizo el Círculo de Empresarios, la asociación que agrupa a la mayoría de empresas del Ibex, con una «Carta a los futuros legisladores y gobernantes» en la que pide a los partidos que pacten la formación de «un gobierno estable».
Y lo hicieron los empresarios consultados por Expansión (que incluía los de un sector tan estratégico como el turismo), mojándose a favor de un Pacto de Estado PP-PSOE. Eso da una cierta posibilidad de que Rajoy no tenga que hacer las maletas. Pero está por ver, porque Sánchez le ha dicho “no”.
La principal arma a favor del PP es el rifirrafe interno de los socialistas
La principal arma a favor del PP es el rifirrafe interno de los socialistas, con los barones regionales tirando por un lado y Sánchez por otro. Rajoy sueña con el “divide y vencerás”… pero nadie garantiza que finalmente el PSOE vaya a ceder y a ir a un Pacto a la alemana.
Contando con este factor, al mundo del dinero y a los mercados, que son miedosos pero, a la vez, pragmáticos, les parecería un mal menor, un Gobierno de PSOE, con Cs y abstención del PP, fórmula de transicion, no necesariamente inestable, pues, aprobados los presupuestos, la locomotora va sola…
3. Porque una repetición de elecciones hundiría al PSOE. Una repetición de elecciones –nada improbable- no le beneficia nada al PSOE y algo más al PP, pero sobre todo a quien más favorece es a Podemos. El PSOE no puede arriesgarse a hundirse aún más en otra cita electoral para dentro de unos meses.
Por eso le conviene al PSOE apuntarse o bien al Superpacto con el PP, o bien a la fórmula con la bisagra de Albert Rivera –otro al que tampoco le conviene nada una repetición de elecciones-. Esta última fórmula es menos letal para los socialistas (y más explicable para su electorado) que la entente con Rajoy.
4. Porque al PSOE perdería la identidad yendo con Podemos. Al PSOE y Podemos no les conviene un Frente Popular, pero no por altruismo, sino por puro egoísmo.
Al PSOE le interesa ponerse las pilas y subirse ya al tren en marcha de los acuerdos
Porque sus malas relaciones les avocarían a elecciones anticipadas y ambas formaciones llegarían desgastadas. Sus votantes no les perdonarían ni el desaguisado económico y el retroceso en la incipiente recuperación (al final, se vota no con la cabeza, ni con el corazón, sino con el bolsillo); ni tampoco el haber perdido su virginidad ideológica en el matrimonio con el otro partido. Los de Iglesias al dejarse en la gatera sus postulados más antisistema, los de Sánchez (o de los de Díaz) por haber quedado diluidos y eclipsados en el radicalismo de Podemos.
Por lo tanto, al PSOE le interesa ponerse las pilas y subirse ya al tren en marcha de los acuerdos. Y si, finalmente, no pacta con el PP y alcanza una entente con Cs y la abstención del PP (carambola complicada por el cruce de intereses de unos y otros), está claro quién sería el nuevo inquilino de La Moncloa.