
No tengo nada en contra del voto del miedo. Porque ese sufragio es legítimo y el miedo, comprensible. Pero éste último tiene algo de irracional y no siempre es buen consejero, como se puede comprobar en las desbandadas o en las retiradas a lo loco que acaban en escabechina, como el Desastre de Annual, en la Guerra de Marruecos.
Lo digo porque mucho votante del PP –convencido o a regañadientes- cree que éste le va a librar de la catástrofe o le va a sacar las castañas del fuego.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraDesengáñense, el partido de Rajoy no es menos manipulador, ni más codicioso, ni menos mentiroso que los demás.
No hay más que ver la retórica de charlatán que gasta en campaña electoral, ofreciendo un falso elixir. ¿Por qué tenemos que creer a Rajoy cuando dice que, si sigue en el Gobierno, va a bajar el IRPF a partir de enero del 17? ¿por qué si la vez anterior mintió y en lugar de bajar impuestos –la promesa mágica con la que llegó a la Moncloa en 2011- los subió todos?
¿Por qué creerle si en estos cuatro años ha demostrado que hay dos cosas sagradas que no admiten tijera: el sector público y el gasto autonómico, y otra cosa que sí: el bolsillo del contribuyente? Esta es su filosofía. Es un hecho.
Mejor no entrar en materias que sencillamente ha abandonado: los principios, comenzando por la defensa de la familia y de la vida
Y estamos hablando de su asignatura favorita, la economía. Mejor no entrar en materias que sencillamente ha abandonado: los principios, comenzando por la defensa de la familia y de la vida, abdicando de uno de los rasgos definitorios de un partido liberal-conservador.
Porque éste PP no es el PP de Aznar. ¡Ojo con los espejismos! Con defectos y errores, aquel tuvo una cierta línea cuando gobernó (1996-2004), cierto programa, ciertos principios. Pero ese PP y esos principios fueron defenestrados en el Congreso de Valencia.

Tampoco tenemos por qué creer a los otros charlatanes de feria. Pedro Sánchez tiene la mala suerte de presentar su elixir (el programa electoral) la misma semana en la que el procesamiento de Chaves y Griñán, con el mayor escándalo de corrupción: el de los ERE andaluces, le deja sin argumentos.
Y eso que aún no se ha destapado el otro gran caso de corrupción de los socialistas (el de la mafia de las denuncias falsas por maltrato, bajo el paraguas de la Ley de Violencia de Género), una turbia trama que nadie se atreve a investigar, por la ley de silencio que rige para casi todos los medios de comunicación. Digo casi porque, como los lectores de Actuall saben, este periódico la ha ido desenmascarando en una serie de reportajes. Y lo que queda.
Con Podemos-IU gastaremos poca tinta: lo último de Iglesias ha sido pretender rociar con agua bendita vaticana la hoz y el martillo, como fiel lobo anticlerical, antilibertad, antisistema, anti-todo pudiera disimular su voracidad con olor a oveja.
¿Qué nos queda? ¿En quién creer? ¿En Rivera? ¿Alguien puede creerse quem nos va a salvar Ciudadanos?…
Todos mienten. Unos más que otros, cierto. Pero no hay nadie que venga de frente.
No esperemos gran cosa de la clase política. O lo hacemos nosotros, la sociedad civil, o nadie va a venir a sacarnos las castañas del fuego. Y no es verdad que no se puedan hacer cosas, al margen de los encorsetados y poco fiables cauces políticos.

Hay encomiables iniciativas ciudadanas que luchan por la libertad a un teniendo el viento en contra. Por ejemplo, el proyecto europeo Mum, Dad and Kids (Madre, Padre y Niños) con su iniciativa ante la Unión Europea para que ésta adopte una definición única de matrimonio y familia, y se aplique en toda la legislación europea. Algo tan obvio como definir el matrimonio como la unión permanente entre un hombre y una mujer puede parecer perogrullesco pero lograrlo y que se aplique es ganarle la batalla al nuevo totalitarismo (la Ideología de Género) que amenaza a Europa.
Se puede defender a los más inocentes como hizo el ginécolo William Lile, o romper la coraza de indiferencia frente al necesitado, como hicieron las doce jubiladas de Zamora
A otro nivel, hay particulares que se dejan su tiempo y su dinero en defender a los más inocentes, cuando ni los Gobiernos ni las leyes los protegen, como el ginecólogo norteamericano William Lile, que invirtió una fuerte suma en comprar un abortorio y transformarlo en una maternidad.

O se puede romper la coraza de egoísmo e indiferencia de una sociedad ante el drama de los parados y sin recursos, como hicieron las doce jubiladas de Zamora, que sin ser cocineras profesionales, han repartido veinte mil platos calientes a familias necesitadas. Y sin ninguna ayuda oficial.
No hace falta el voto, ni el Boletín Oficial del Estado, o de la comunidad autónoma, para cambiar el mundo… o, al menos, una pequeña parcela del mismo. La sociedad civil es un filón prácticamente virgen que está por descubrir. En Actuall contamos cada semana varios casos de gente que ha hecho caso a JFK y no ha esperado a preguntarse qué puede hacer el
Estado o los políticos por él. No, nadie va a salvarnos. No esperemos el 26J como si fuera Lourdes.
Dicho esto, ejerzan ustedes su derecho. Voten (o no voten), con o sin nariz la tapada, aunque casi siempre será inevitable la segunda opción, porque según la frase que se atribuye a Bernard Shaw: “Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo y por los mismos motivos”.