El voto responsable

    Por un lado, se puede compartir si el voto de esos más de tres millones y medio de ciudadanos ha sido irresponsable. Pero no se puede eludir el hecho de que el PP ha hecho su juego sobre la base del miedo al Frente Popular.

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    Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones/ Efe
    Mariano Rajoy, presidente del Gobierno/ Efe

    Hace no muchos días, en una de esas conversaciones interminables por WhatsApp a la que ‘asistían’ 28 personas interesadas e involucradas en asuntos políticos, muchos de ellos afiliados al Partido Popular, uno de los intervinientes tildó de “irresponsable” el voto a Ciudadanos o VOX.

    Lo hacía tratando de explicar, entiendo, que la culpa de que Mariano Rajoy no pueda a día de hoy formar gobierno es de los 3.500.541 votantes que optaron por dar su confianza a las formaciones lideradas por Albert Rivera y Santiago Abascal.

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    Mi interlocutor tenía evidentemente en la cabeza el desplome de 3.650.814 votos.

    Se podrá compartir (o no, que diría un gallego, uno cualquiera, por ejemplo, Rajoy) la idea de que ese voto ha sido irresponsable. Lo que no es de recibo es que las gafas de ver irresponsables sólo sirvan con determinadas longitudes de onda política.

    Y se pueden hacer listas para todos los gustos, a tenor de lo hecho por los partidos en los últimos años.

    Pero en vista de que mi interlocutor reclamaba esos tres millones y medio de votos para el Partido Popular, subrayaré algunas cuestiones del partido liderado por Mariano Rajoy.

    –  Corrupción: desde la Gürtel hasta Bárcenas, hay un enorme agujero, ante el que el PP ha permanecido impávido durante demasiado tiempo. Sólo ahora, después la debacle electoral, ha empezado a reaccionar con inmediatez, expulsando del partido a los detenidos.

    –  Terrorismo: Digamos que, dejar libre al carcelero de José Antonio Ortega Lara, alegando que estaba terminal, no fue una buena idea. El mismo que dijo «No me arrepiento de nada», sobrevivió más de lo que se dijo tomando txikitos en lo viejo. Pero claro, qué se puede esperar de un partido que, después de poner tantos muertos sobre la mesa, acabó deshaciéndose de activos tan importantes como María San Gil y el propio José Antonio Ortega Lara. Los mismos con los que se adornó Rajoy en una manifestación.

    –  Defensa de la vida: Lo del tema del aborto es de traca. Después de haber realizado informes de gran valía jurídica y científica durante la tramitación de la Ley Aído, haber presentado un recurso de insconstitucionalidad, haber prometido que se legislaría para “mejorar la protección de la vida humana” en el programa electoral, nombrar a un ministro que trabajó un anteproyecto, aprobarlo por unanimidad en el Consejo de Ministros… Va Rajoy y dice que si quieres arroz Catalina.

    –  Familia. Primero se opusieron a la equiparación del matrimonio y las uniones entre personas del mismo sexo. Finalmente, la plana mayor acudió a la ceremonia de unión civil de Maroto. O se cree que es lo mismo, o no.

    –  Medios de comunicación: Los mimos que el Gobierno de Rajoy ha dispensado a los medios de la izquierda. No han sido pocos. En especial, cabe subrayar que se ha salvado de la quema a una PRISA en bancarrota y se han permitido las fusiones televisivas que han fustigado la pluralidad de los canales en abierto y constreñido los flujos publicitarios para todos los demás. Por otro lado, el arriolismo decidió que era el momento de dar alas a Podemos para desangrar al PSOE por la izquierda. Eso sí lo han hecho bien. Pero han creado un monstruo.

    Reitero que se puede compartir (o no, el gallego, etc.) si el voto de esos más de tres millones y medio de ciudadanos ha sido irresponsable. Pero no se puede eludir el hecho de que el PP ha hecho su juego sobre la base del miedo al Frente Popular, por un lado, y sobre el desprecio al suelo ideológico tradicional en su partido.

    El riesgo del Frente Popular es real, cercano y factible

    Y tanto va el cántaro a la fuente… que ahora el riesgo del Frente Popular es real, cercano y factible y el desprecio a las bases obligatorio, para salvar un pacto a tres bandas que tendrá que pasar necesariamente por eliminar cualquier convicción que pueda quedar en el subconsciente ideológico popular.

    El PP ha manejado bastante bien la crisis económica y es justo reconocerlo. Como es de justicia hacer lo propio con los españoles la ‘pechá a currar impositiva que nos hemos trabajado.

    Sigue teniendo alguna posibilidad de recuperar la compostura en todo lo que ha eliminado, despreciado y traicionado. Algún rescoldo queda en algún rincón al fondo de las calderas populares. Pero para encontrarlo, queda aún mucha ceniza que apartar.

    Lo más responsable sería que en el PP se dejara trabajar a los que siguen creyendo en los valores que forjaron al primer partido político de España por número de afiliados. Y que no despreciara a los que, fuera del partido, mantienen activas a sus bases defendiendo lo que ya no defienden.

    Pero mucho me temo que, mientras en el hall de entrada siga la foto de la tía Celia y el tío Pedro, poco se podrá hacer. 

    Lo peor, con todo, es que no parece que haya nadie, hoy por hoy, con garantías para cambiar la decoración de la entrada.

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".