España, como Roma, es eterna

    España enfermó de veras a mediados del siglo XVII y así lo vio Quevedo que definió el "olor a pantano" de la patria nuestra. Del olor a pantano se pasó al del cuerpo putrefacto y así el olor de la secesión de Cataluña.

    0
    El descubrimiento de América / Wikipedia

    Escribo desde la profunda tristeza que produce comprobar que ni unos ni otros aciertan con el diagnóstico que pretenden hacer de un cuerpo, el del territorio español, cuando se trata, señores, de curar un alma, la de España.

    No citaré los nombres de periodistas, escritores, filósofos o políticos: todos más o menos ilustrados, en el sentido dieciochesco y revolucionario; todos más o menos liberales, en el sentido decimonónico; todos más o menos relativistas, en el sentido posmoderno. Muchos son hiperactivos online que quieren convertir el territorio virtual en nuevo sujeto político. Y todos tienen la sensibilidad trascendente en estado de coma. Sin excepción.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

    Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

    Suscríbete ahora

    La sensibilidad trascendente no existe en esta época y por eso los grandes edificios son centros comerciales y no templos.

    La carencia de sensibilidad trascendente reduce el análisis de cualquier situación política, social, económica, personal o religiosa al mero amasijo fortuito de circunstancias materiales, como se reduce el ser humano al mero amasijo de células que pueden eliminarse impunemente en el seno materno.

    Reducir la maternidad al «vientre de alquiler» es degradar el amor a niveles subhumanos. Explicar el amor y la amistad como reacciones químicas cerebrales justifica el capricho de la falta de voluntad, de compromiso y de sacrificio.

    -No soy yo, son mis neuronas.

    No creo en la neuronas. Confundir el cómo con el por qué es el gran pecado de esta ciencia erigida en verdad absoluta con tintes totalitarios.

    No hay otra organización que haya sobrevivido a tal diversidad de opiniones en su seno como la Iglesia Católica

    Hace bien la Iglesia en hablar de «dogmas», que son «opiniones» en griego, y en ser «dogmática», es decir, «opinadora» o «conversable» en términos teresianos.

    No hay otra organización que haya sobrevivido a tal diversidad de opiniones en su seno como la Iglesia Católica. Opiniones que son o fueron herejías, y que fueron o son combatidas con la opinión contraria en concilios que dan lecciones de participación y sabiduría a nuestros parlamentos liberales: donde el parloteo y la cháchara abundan más que el rigor y la razón de la que, revolucionariamente, sangrientamente, surgieron.

    España enfermó de veras a mediados del siglo XVII y así lo vio Quevedo que definió el «olor a pantano» de la patria nuestra. Del olor a pantano se pasó al del cuerpo putrefacto y así el olor de la secesión de Cataluña es el mismo que produjo la pérdida de Gibraltar. Y la de Méjico, Colombia, Cuba o Filipinas. La madre patria convertida ella misma en república masónica. La rebelión tradicionalista. Las derrotas del mundo católico en el mundo: de los carlistas a los zuavos pontificios, y de los héroes de Lee a los oficiales austrohungaros.

    España, Hispania, Spania, las Españas, la Hispanidad, en suma, reducida a una sucesión de nuevos estados de gestación masónico liberal, sin alma, zombies sin fuerza siquiera para renegar de sus raíces, y que se adhieren como moho a los viejos paganismos caníbales -indigenismo- o a los nuevos populismos tecnocapitalistas -homosexualismo e ideología de género-.

    España, como Roma, es mucho más que un simple territorio. Me da tanta pena perder Cataluña como perder el Perú.

    España, como Roma, ha sido invadida, saqueada, traicionada, comprada y vendida, vilipendiada por monarcas puteros y monarcas impotentes, por reinas con furor uterino y reinas extranjeras, por banqueros de aquí y de allí, por generales ineptos y generales traidores, por intelectuales diabólicos y resentidos seculares.

    ¿Qué ofrecimos a los virreinatos cuando los cambiamos por colonias? Saqueo y ruina y corrupción criolla

    España, como Roma, puede verse reducida a una ciudad.

    ¿Por qué no? Estoy harto de repetir que nunca, ni hoy, hemos sido un estado nación peninsular. ¿Qué ofrecemos a Cataluña? ¿Más jacobinismo sin sensibilidad trascendente? ¿Qué ofrecimos a los virreinatos cuando los cambiamos por colonias? Saqueo y ruina y corrupción criolla.

    "El fin del imperio romano",
    «La caída del imperio romano»

    España, como Roma, puede verse reducida a una ciudad.

    Y no me importará, porque más allá del ámbito municipal la democracia es una grotesca mentira: no vemos por la calle a nuestros representantes para abofetearles si mienten.

    Y no me importará porque Roma en su esplendor fue siempre y ante todo una ciudad.

    A España solo la ha definido con precisión quirúrgica José Antonio Primo de Rivera, porque tuvo la intuición genial de hacer coincidir su definición de España con la de Roma, con la del Catolicismo. «Unidad de destino en lo universal».

    Esta, y no otra, es el alma de España.

    «Unidad de destino» porque no tenemos en este mundo morada permanente; porque nuestro Destino es el Cielo o el Infierno; porque la vida es camino, viaje, itinerario compartido, comunitario. «Universal», o sea, católico.

    Confundir la unidad del «ut unum sint» con la homogeneización centralista francesa del territorio es tan imbécil como perverso. Confundir el imperio católico con la suma de estados modernos es el culmen de la incultura.

    España, como Roma, puede verse reducida a una ciudad.

    Pero España, como Roma, es el centro del mundo. No se entiende Londres, París o Berlin sin Roma. No se entienden las Américas todas sin España.

    ¿Perder Cataluña? ¿Por qué no ganar Hispanoamérica entera y las Filipinas y el Sahara y Portugal? ¿A dónde irá Cataluña entonces? A llamar a la puerta de la monarquía católica como hizo en el XVII.

    ¿Por qué nuestros políticos son tan mediocres? Porque están vendidos a intereses foráneos los unos, al simple dinero los otros y a varias logias los más. Tienen una lengua, el español, que unifica patrias y destinos; tienen una religión, la católica, que cohesiona almas y voluntades; tienen el genio de Cervantes y el de Borges o Machado o Gómez Dávila o Cortázar; tienen la furia de Villa y la de los héroes argentinos de las Malvinas; tienen… ¿Qué más quieren? Tienen todos los recursos naturales del mundo. ¿Y se preocupan por la separación de una región que ni siquiera puede esgrimir argumentos genuinamente catalanes para la secesión?

    No puede porque no los hay: es el iberismo llevado al extremo del «por mis cojones».

    Para este viaje, no hacían falta alforjas nuevas: bastaba con resucitar a la FAI.

    El metrosexual de un lado y de otro no pegará un tiro sin que le cojan todas las diarreas del mundo.

    Los americanos, protestantes o ateos, tienen que tragar con sus Los Angeles, La Florida y San Francisco. Y los españoles del sur con Santa Fe de Bogotá o la Córdoba argentina

    España es eterna e indestructible, como Roma.

    Porque su obra ya es eterna.

    Porque no hay quien la borre del mapa sin cambiar por completo la toponimia y la geografía universales.

    Porque los americanos, protestantes o ateos, tienen que tragar con sus Los Angeles, La Florida y San Francisco. Y los españoles del sur con Santa Fe de Bogotá o la Córdoba argentina. Estuvimos, estamos y estaremos.

    Mapa antiguo sobre América
    Mapa antiguo sobre América

    Porque ni el genio español ha podido exterminar al genio español, Bismarck dijo que éramos la nación más poderosa de la tierra. Se equivocó.

    España no es una nación. Ni un estado. Ni un territorio.

    España es un modo de ser y de construir el mundo.

    España es un alma católica en acción. Como Roma. Y como Roma, vendida, traicionada y devastada, pero jamás vencida.

    Las inexistentes divisiones del Papa inquietaban a Stalin.

    La defensa de la vida y la lucha contra la ideología de género inquietan al sátrapa capitalista Soros, el jefe de Pablo Iglesias y de Cifuentes, que no hace honor a la etimología cristiana de su nombre.

    La defensa de la vida y la lucha por su dignidad desde la concepción a la muerte natural es la forma más grande de ser español. De hacer España. De construir el destino universal de la Hispanidad.

    El alma de España anima al mundo. Y esto no lo pueden soportar los enemigos de España que son, miren ustedes qué casualidad, los mismos enemigos que tiene Roma, la sede de Pedro.

    Santiago y Pedro. España y Roma. La guerra de siempre. Y la victoria de Cristo. Recen y no sufran. Hemos vencido.

    Comentarios

    Comentarios

    Francisco Segarra es director del digital geopolítico www.institutodeestrategia.com, publicitario y escritor. Por un milagro de la Gracia de Dios, después de 40 años de excesos, ya no fuma ni bebe. En Twitter es @ElCoronelPakez y en la vida real un alegre melancólico crónico. Con el monje Altisent cree firmemente que lo que pasa es lo que toca y Dios lo quiere. Su lema: OMNIA IN BONUM.