La polarización de la campaña y el voto del miedo otorgan la victoria a Rajoy

    La noche del 26 de junio será recordada como la de las 100 vidas de Rajoy y la resistencia del bipartidismo. El 'sorpasso' al PSOE tendrá que esperar y el asalto a los cielos anunciado por Pablo Iglesias seguirá siendo estéril munición mitinera.

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    Mariano Rajoy
    Mariano Rajoy celebra la victoria electoral desde el balcón de la sede nacional del PP en la calle Génova / EFE

    Y de repente ganó el miedo. Como sucedió durante la campaña de agitación tras las bombas de Atocha, a los españoles les ha vuelto a mover ese instinto mentiroso que paraliza y que es capaz de convertir el voto al corrupto en voto redentor de la democracia. El Ibex 35 puede respirar tranquilo.

    Cuando el periodismo de media España tenía preparado el obituario de Pedro Sánchez, sucedió lo imprevisto: la resurrección del bipartidismo. Y para quien tenía ya media crónica en la cabeza, había algo peor que la llegada del Frente Popular: dar la razón a Pedro Arriola, el gurú de las encuestas del PP que calificó -con escaso éxito- de «frikis» a Podemos en 2014, pero que dos años después ha salvado los muebles a Rajoy con una campaña basada en el pánico a Pablo Iglesias. Suficiente para seducir a un votante tan fiel como masoquista.

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    La noche del 26 de junio será recordada como la de las 100 vidas de Rajoy (137 escaños) y la resistencia del bipartidismo. El sorpasso al PSOE (85 escaños) tendrá que esperar y el asalto a los cielos anunciado por Pablo Iglesias (71 escaños) seguirá siendo estéril munición mitinera. Que Podemos no haya mejorado el resultado sumando a Izquierda Unida es un fracaso que nadie esperaba.

    El líder de Unidos Podemos Pablo Iglesias durante su comparecencia ante la prensa tras conocer los resultados de las elecciones generales
    El líder de Unidos Podemos Pablo Iglesias durante su comparecencia ante la prensa tras conocer los resultados de las elecciones generales / EFE

    Estas elecciones han roto varios mitos y han apuntalado otros. Uno de ellos es el de la fiabilidad de las encuestas, porque ni siquiera acertaron las realizadas a pie de urna publicadas al cierre de los colegios electorales. A las 8 de la tarde en Madrid cundía el pánico porque el sorpasso se daba por hecho: muchos se imaginaban a Sánchez saliendo de Ferraz con peluca camino del exilio moderno que hoy es cualquier consejo de administración.

    Jugando al ‘catenaccio’

    Las encuestas no captaron, claro, el voto de la vergüenza a populares y socialistas que tantos españoles escondieron. No era plan el ir por la calle pregonando la ilusión que hacía votar a Rajoy o Sánchez mientras los podemitas, mayoría absoluta en prime time y redes sociales, prometían sonrisas en un catálogo de Ikea.

    Con muy poco al PP le ha valido para calmar a los mercados y mantener a flote el régimen del 78: el chantaje de elegir entre ‘el mal menor’ o los comunistas

    Otro de los mitos es el de Pedro Arriola y la bunkerización del PP. Quien esperara una etapa de catarsis en el Partido Popular víctima de un mal resultado tendrá que esperar sentado el tiempo exacto que el sociólogo siga dirigiendo los destinos en Génova 13. En términos futbolísticos, se diría que trazó en la pizarra de Rajoy una táctica de esperar atrás al rival y salida rápida al contragolpe. Un plan conservador, el catenaccio, que a Italia le ha dado cuatro Mundiales.

    Con muy poco al PP le ha valido para calmar a los mercados y mantener a flote el régimen del 78: el chantaje de elegir entre ‘el mal menor’ o los comunistas. Pero con esa campaña del miedo -o sólo con ella- Rajoy ha espantado el fantasma del Frente Popular, y muchos respiran aliviados por ello. Ciudadanos, con 32 escaños, tampoco es hoy una amenaza a la marea azul.

    En fin, que seis meses después Rajoy, haciendo el Don Tancredo, ha sido el único que ha subido -14 escaños- y es probable que volvería a hacerlo en caso de que hubiera una tercera convocatoria electoral. El miedo, otra vez, sí que es el verdadero motor del cambio.

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    Licenciado en periodismo por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Tomó la alternativa en Intereconomía -semanario Alba, La Gaceta, Los Últimos de Filipinas, Dando Caña, 12 Hombres sin vergüenza- de la mano de Gonzalo Altozano y Kiko Méndez-Monasterio, de los que aprendió incluso algo de periodismo. Más tarde escribió para los digitales La Información y Periodista Digital. Viajó a Irak antes que a Roma, le apasionan la Historia y la tauromaquia. Nazareno de Sevilla.