Si Donald Trump jugase al Gordo de la Lotería, yo apostaría al mismo número y si comprase acciones de una empresa yo haría otro tanto. Este hombre goza de una suerte envidiable.
Todo el Imperio Progre, desde el Washington Post al FBI, lleva tres años conspirando contra él y no sólo ha salido incólume de la campaña, sino que además sus enemigos están cayendo uno tras otro.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn una semana, ha quedado exonerado por el fiscal Robert Mueller de haber recibido ayuda de Moscú para ganar las elecciones de 2016 y el candidato que estaba preparando el Partido Demócrata para enfrentarle en las elecciones de 2020, Joe Biden, está recibiendo denuncias de abuso sexual.
En una semana, se ha comprobado que la ayuda de Putin era una ‘fake news’ y el mayor rival de Trump se ha metido en un lío descomunal
El partido de Wall Street y Hollywood quedó destrozado en 2016. Perdió la Casa Blanca, las dos Cámaras del Parlamento federal y numerosos cargos de gobernador estatal. La sociedad Clinton & Clinton lo dejó arruinado y hundido. Porque Trump venció gracias a que ganó estados antes industriales y que votaban desde hacía 20 años a los demócratas, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
Una vez digerida la derrota, entre los planes de la cúpula de los demócratas y los financiadores del partido para expulsar del poder a un advenedizo que ponía en riesgo sus inmensos negocios, estaba la búsqueda de candidatos para las elecciones de dentro de cuatro años.
Las elecciones parlamentarias de noviembre pasado sirvieron de ‘casting’. La verdad es que no han sido muy exitosas para los demócratas, ya que solo recuperaron la Cámara de Diputados, lo que suele ser habitual desde los años 90: el presidente en ejercicio pierde al menos esta Cámara en las primeras elecciones. Pero además el ‘casting’ fue un desastre.
Con el republicano Romney, Biden podría encabezar en 2020 una candidatura de unidad de los dos partidos contra Trump
En un momento en que los demócratas apelan a las minorías, los jóvenes y los pobres, vuelve a la presidencia de la Cámara la veteranísima Nancy Pelosi, una multimillonaria de 79 años que ya había desempeñado ese puesto entre 2007 y 2001. Renovación, tu nombre es Pelosi.
La etiqueta de ‘nuevo Kennedy’ que los medios de comunicación asignan en cada elección a todo varón demócrata guapo, rico y de menos de 50 años que se pasea en mangas de camisa, la recibió el año pasado Beto O’ Rourke. Éste se gastó unos 60 millones de dólares para arrebatarle el escaño de senador por Texas al republicano Ted Cruz (la campaña de reelección de Ronald Reagan en 1984 costó menos de 80 millones) y encima perdió. Otro petardazo.
De esas elecciones salió como gran figura Alexandra Ocasio-Cortez, pero sus ideas (se ha definido como socialista), con las que ha conseguido un escaño por un distrito de Nueva York, son veneno en Georgia, Ohio y Arizona.
El senador Bernie Sanders, otro millonario septuagenario y también socialista, que ya hizo sudar a Hillary Clinton para obtener la nominación, hasta el punto de que el aparato del partido recurrió a varios pucherazos para restarle compromisarios, ha anunciado que se presenta de nuevo.
La desesperación ha llevado a que se rumorease que Hillary Clinton estaba meditando una tercera candidatura.
En estas circunstancias, cobró fuerza el nombre de Joe Binden, vicepresidente de Barack Obama durante ocho años, ‘establishment’ absoluto y bien visto por los primates del Partido Republicano, que también detestan a Trump porque les ha quitado su juguete. Según este plan, el político que fue senador por Delaware durante 36 años (y luego nos quejamos de los políticos españoles), encabezaría una candidatura de unidad nacional o emergencia, con Mitt Romeny como segundo, quien fue candidato republicano contra Obama y el propio Biden en 2008.
En cuanto comenzaron los rumores, Biden hizo lo habitual: negarlos. Pero el run-run ha seguido creciendo, impulsado por el caos en el Partido Demócrata, donde ya hay al menos 16 candidatos a la nominación.
Son numerosos los vídeos y fotos en que Biden palmotea, besuquea y abraza a mujeres. No le había pasado nada porque es ‘progresista’
Pero Biden acaba de recibir dos golpes que pueden expulsarle de la carrera antes de que empiece. Desde hace años, se sabe que es un sobón de mujeres, pero, como es progresista, no le ha pasado nada… hasta ahora. Dos mujeres han afirmado que Biden les manoseó, besuqueó y toqueteó y que se sintieron humilladas.
¿Qué van a hacer la Prensa de Kalidá y las feministas?, ¿cumplirán sus mandamientos/hashtag de #BelieveTheVictims y #HermanaYoSiTeCreo o, como el machista es de su banda, destrozarán a las acusadoras? Pase lo que pase, si Biden es el candidato demócrata dentro de 15 meses se habrá enajenado el voto de millones de mujeres, que habrán comprobado que la ‘igualdad real’ de la que blasonan los demócratas solo es un engaña para obtener sus votos.
El #MeToo nació para cargarse a Donald Trump, pero está descabezando a Hollywood y al Partido Demócrata. Si yo fuera Trump, me encerraría en el Despacho Oval, me repantingaría en la butaca, pondría los pies sobre el escritorio y me bebería un gin-tonic propio de un coronel inglés en la India colonial. Y no rompería en carcajadas porque las conversaciones en el Despacho Oval se graban.