
El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva está ya en manos de la Policía Federal para cumplir la pena de prisión de 12 años y un mes por crímenes de corrupción y lavado de dinero. Se entregó a las 18:47 horas del sábado 7 de abril a las puertas del Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo del Campo, en la zona metropolitana de São Paulo.
El juez Sergio Moro, que tiene bajo su jurisdicción los casos de la operación Lava Jato, decretó la prisión el jueves 5 y le dio 24 horas para entregarse, después de que, un día antes, el Supremo Tribunal Federal (STF) rechazó un recurso solicitado por el político para evitar la pérdida de libertad.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl plazo se cumplió el viernes 6 a las 17 horas y Lula no se entregó. Así, el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) y del Foro de São Paulo montó junto con la cúpula del partido y sus aliados un espectáculo para reforzar la narrativa de que es un perseguido político de las «élites del país» a los que pretendía disputar, como candidato puntero, las elecciones presidenciales que tendrán lugar en octubre de este año.
La presidente del PT, investigada por corrupción en la operación Lava Jato, y el senador Luiz Lindbergh Farias convocaron a a formar un cordón humano en torno del edificio
El socialista se refugió en la sede del sindicato donde inició su carrera política el jueves 5 y sólo salió el sábado. La presidente del PT, Gleisi Hoffmann, investigada por corrupción en la operación Lava Jato, y el senador Luiz Lindbergh Farias convocaron a la militancia a formar un cordón humano en torno del edificio.
Pretendían dar la impresión de que el pueblo se oponía a la prisión, creando un escenario para que la intervención de las autoridades fuera interpretada como violenta. Un cinematografista profesional registraba todo. La toma perfecta sería aquella en que Lula, con esposas en las manos, era arrastrado a la fuerza.
El juez Moro prohibió el uso de esposas y la Policía Federal no cayó en la trampa. Esperaron de forma paciente y humillante a que el exmandatario acabara su espectáculo.
Para retrasar la aprehensión, anunciaron una misa en memoria de la esposa de Lula bajo el lema «Lula Libre» para el sábado 7 por la mañana, y fue publicitada como «acto de resistencia». Un obispo brasileño se prestó a la escenificación: Don Angélico Sândalo, prelado emérito de Blumenau, ponente destacado de la teología de la liberación.
No fue celebración eucarística. Realizó una paraliturgia con cánticos profanos intercalada de discursos enardecidos. El obispo advirtió que no se trataba de un acto político, sino de un momento de oración. Él mismo, pocos minutos después de iniciar, dejó claro con sus palabras que se trataba de un comicio.
El obispo Angélico Sândalo colocó al político en un pedestal y dijo que su prisión era un verdadero golpe contra el pueblo y contra la democracia
El prelado colocó al político en un pedestal y dijo que su prisión era un verdadero golpe contra el pueblo y contra la democracia.
La importancia que el líder del PT dio al acto religioso puede verse en este vídeo. Allí no hay ni una pizca de devoción o de veneración a la memoria de su mujer.
Al concluir la celebración por la paz y la justicia el fundador del Partido de los Trabajadores se dirigió a los presentes y afirmó ser una víctima, dijo que no es un ser humano, sino un ideal, y que solo se entregará para poder probar su inocencia.
Tras sus palabras, se escenificó un larguísimo drama con los militantes congregados en torno a su veterano líder.
Lula salía del edificio para entregarse y los militantes le impedían ir más allá del umbral. El exsindicalista sonriendo y de buena gana regresaba a resguardarse, obedeciendo a la voz del pueblo. En el fondo, artistas rojos y solidarios cantaban para los compañeros. Y todo esto en directo, transmitido durante horas por la Red TVT del sindicato financiada con recursos públicos.

Por fin, después de un ultimátum de la Policía Federal, se entregó al final de la tarde y fue transportado en convoy a São Paulo y de allí será llevado a Curitiba, donde cumplirá la pena.
Fue condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero, por el juez Sergio Moro en julio de 2017, y el fallo fue ratificado por unanimidad en segunda instancia, elevando su pena de nueve a doce años. Los recursos de Lula fueron rechazados tanto en el Tribunal Superior de Justicia, por unanimidad, y en el Supremo Tribunal Federal, por seis votos a cinco.
Da Silva es el primer presidente brasileño preso por un crimen común, cuenta con cinco procesos más en su contra, y es el quinto mandatario latinoamericano que pierde su libertad por causa de la operación Lava Jato.
En todo el país millares de ciudadanos celebraron golpeando cazuelas y cohetes desde las ventanas.