
Los que hemos pasado una noche entera en la calle para poder tener un buen asiento en un acto multitudinario sabemos lo que cuesta ese sacrificio y lo que uno es capaz de hacer por no perder ese puesto privilegiado. Y si hay que hacerlo, movemos Roma con Santiago para que alguien de nuestra total confianza nos lo guarde.
Si somos tan tan despreocupados e incluso tan insensatos como para perder ese sitio después de tanto esfuerzo, es que no nos preocupaba tanto el acto o lo que en él se celebraba. Y es de esperar que cuando volvemos, alguien que ha aprovechado nuestra falta de diligencia, haya ocupado ese sitio y no tenemos ya ninguna opción ni, por supuesto, ningún derecho a reclamarlo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraMás de 11 millones de españoles estuvieron haciendo cola durante los años de Zapatero para que él y el resto de su partido pudieran utilizar los asientos del Congreso de los Diputados
No lo recuperaremos por más que insultemos y pataleemos para conseguirlo o incluso pretendamos quitarle la silla al que la acaba de ocupar.
Mariano Rajoy obtuvo en 2011 una mayoría absoluta que no se había visto en la historia de la democracia española. Más de 11 millones de españoles estuvieron haciendo cola durante los años de Zapatero para que él y el resto de su partido pudieran utilizar los asientos del Congreso de los Diputados.
Luchamos por que no salieran adelante leyes como la del aborto o la del matrimonio homosexual; se trabajó para que la dignidad de las víctimas del terrorismo no fuera pisoteada y para que los jueces fueran verdaderamente independientes.
Y, sobre todo, pasamos noches en vela para conseguir que Mariano Rajoy adquiriera ese compromiso. El día 20 de noviembre de 2011 se abrieron las puertas y conseguimos ocupar la primera fila, el sitio con mejores vistas después de mucho tiempo de espera y sacrificio.

Sin embargo, un día Mariano Rajoy y los miembros de su Gobierno decidieron levantarse y dejar su silla vacía. Y así, ante la mirada atónita de los miles de españoles que se habían sacrificado para conseguirles un sitio, se fueron sin más.
Abandonaron sus asientos sin preocuparse de que nadie se los guardara. Y claro, a los que estaban detrás de ellos les faltó tiempo para ir a sentarse, mientras que los que se habían esforzado para coger sitio pensaron que Rajoy no merecía que lo volvieran a intentar, no fuera a ser que nuevamente se volviera a levantar.
Quien se fue a Sevilla perdió su silla. Y Rajoy cogió el AVE junto a los suyos hace ya mucho tiempo. Dejó 63 asientos vacíos en el Congreso de los Diputados y, lógicamente, otros han llegado para ocuparlos. Los que han estado ojo avizor para quitarles la silla hacen bien en defender sus principios, aunque no sean los míos.
Ahora el Partido Popular, junto con algunos medios de comunicación afines, se pasan el día criticando a los que ocupan el sitio que ellos dejaron, despreciando su valor y creyendo que los de alrededor se lo iban a guardar. Intentan justificar esta negligencia de Rajoy a base de meterse con los que no han hecho ni más ni menos que lo que se esperaba: ocupar un sitio en primera fila.
Lo que me escandaliza es que Rajoy, todo enchaquetado, se haya permitido tirar por la borda el esfuerzo de millones de personas
No me indigna que Podemos esté en el Parlamento, me indignan los motivos por los que ha llegado a él. No me escandaliza en absoluto que haya rastas en el Congreso, ni que Carolina Bescansa lleve a su nino vestido con lacitos al más puro estilo tradicional y clásico. Son temas menores.
Lo que me escandaliza es que Rajoy, todo enchaquetado, se haya permitido tirar por la borda el esfuerzo de millones de personas que estamos bastante al margen de estilos y peinados. Lo que me escandaliza es que, en lugar de pedir perdón por haber dejado los asientos vacíos, pretenda hacernos creer que dejó un cartelito en el asiento que ponía «ocupado», mintiendo y utilizando el miedo para que volvamos a confiar en él.
Lo que me escandaliza es que haya gente que dedique más tiempo a criticar la coleta de Pablo Iglesias que a hacer una reflexión profunda sobre por qué hemos llegado a esto y ver cómo podemos revertir esta situación
El mal ya está hecho. Ahora lo que tenemos que hacer es dejar de lamernos las heridas, y mirar al futuro pensando qué podemos hacer para que esto no vuelva a ocurrir. Tenemos que articular una fórmula que consiga volver a colocar a personas en los escaños que puedan levantar la mano por muchos de nosotros cuando se voten leyes que afectan de lleno al corazón de nuestra sociedad.
No caigamos en lo superfluo, no olvidemos que la situación que tenemos es culpa de quien no supo cuidar y velar por lo que se había conseguido.