
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se enfrentaron por los viejos tiempos, es decir, por resucitar aquella España -tan cercana, pero ya tan lejos- en la que el PP y el PSOE aunaban la voluntad de la gran mayoría de los españoles. La España de la gresca y del ‘y tú más’. A ese empeño se entregaron con entusiasmo bipartito el presidente del Gobierno y el líder de la oposición.
Si buena fue la interpretación de los roles, que Manuel Campo Vidal fuera el moderador del debate aumentó esa sensación de que la España de 1978 se resiste a morir aunque los nuevos partidos estén echando abajo la puerta del Congreso. Por momentos, el periodista pareció un profesor separando a dos ninos en el recreo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl debate fue áspero, bronco y desagradable en muchas fases. Las interrupciones constantes y las bajadas al barro revelaron la falta de ideas de los candidatos a la Moncloa. Quizá el ruido de la gresca escondiera en realidad que PP y PSOE están de acuerdo en las cuestiones importantes. Cuestiones, por cierto, que no dijeron cómo resolverían… ¡tras 110 minutos de debate!
Es probable que ninguno saliera beneficiado adoptando el perfil más duro. «Usted no es decente», le espetó Sánchez a Rajoy. «Y usted es ruin y miserable», contestó el presidente. En ese tono continuaron gran parte del cara a cara.
«Usted no es decente», le espetó Sánchez a Rajoy. «Y usted es ruin y miserable», contestó el presidente
Rajoy jugó sus bazas con la herencia recibida. Sus alusiones a la gestión del Gobierno socialista de Zapatero fueron numerosas. Con ellas trató de justificar sus decisiones más difíciles como presidente -los recortes impuestos desde Bruselas- y dibujar un escenario presente mucho más favorable, o sea, el argumento al que se agarra para estar cuatro años más en la Moncloa.
Sánchez pasó a la ofensiva cargando la escopeta de corrupción. Era la baza que tenía mejor preparada. Los nombres de Luis Bárcenas y Rodrigo Rato aparecieron media docena de veces. Fue el momento más caliente del debate: cuando el líder socialista se echó a la yugular de Rajoy acusándole de que no era decente para ser presidente. «Haber presentado una moción de censura», le contestó el gallego.
Ni media propuesta sobre el problema demográfico
Si algo tenían claro en Ferraz es que no podían consentir que Sánchez volviera a salir escaldado ante millones de españoles, como le sucedió en los debates con Rivera e Iglesias en El País o en el enfrentamiento a cuatro en Atresmedia con Soraya y los dos anteriores. Pedro Sánchez salió al ataque para recuperar ese terreno perdido.
Los politólogos socialistas aún recuerdan aquella frase de Felipe González en 1996 cuando perdió por la mínima contra Aznar: «Me ha faltado una semana de campaña o un debate», confesó el viejo líder socialista.
Pero entre tantos reproches ni una palabra del problema demográfico, de cómo resolver el desafío secesionista catalán o cómo luchar contra el terrorismo yihadista. Sobre estas dos últimas cuestiones sí que hablaron, pero para ponerse de perfil sin dar medidas concretas.
El candidato socialista acusó a Rajoy de haber «recortado el derecho a decidir ser madre a las mujeres»; el presidente respondió a la gallega admitiendo que sí los garantiza
En uno de sus ataques, el candidato socialista acusó a Rajoy de haber «recortado el derecho a decidir a ser madre a las mujeres». El líder del PP, al principio, adoptó una pose de indignación para, más tarde, responder a la gallega asegurando que él sí garantiza esos derechos. O sea, el consenso por el aborto no se toca.
Y después de la trifulca la pregunta era evidente: ¿quién ha ganado? La sensación general es que hubo demasiada bronca, que los gritos sepultaron a las ideas. La encuesta de Atresmedia fue muy sintomática: el 33% de los encuestados cree que ninguno de los dos ganó el debate.