Serrín y estiércol en el Congreso de los Diputados

    Para pasear su vanidad en un Falcon oficial, Pedro Sánchez ha apuntalado un Gobierno inane con lo peor de cada casa: rufianes, batasunos y bolivarianos. La fórmula química que les une es el odio a la derecha y la destrucción de la España del 78. Un escupitajo es lo mínimo que podemos esperar.

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    El diputado de ERC Gabriel Rufián y el presidente del gobierno Pedro Sánchez.
    El diputado de ERC Gabriel Rufián y el presidente del gobierno Pedro Sánchez.

    Decía hace unos días el ministro socialista Ábalos que convocarán elecciones cuando restauren las injusticias históricas que ha dejado el PP. Me huelo que lo que vamos a tener que restaurar es la mismísima dignidad del Congreso de los Diputados cuando al sanchismo-populismo le den finiquito los que esperaban de él un poco más de pico y barrena.

    Hasta los tiros de los guardias civiles de Tejero en el hemiciclo tuvieron, a su manera, más elegancia que el gargajo, o su conato, del diputado de Esquerra al ministro Borrell. Aquellos, al menos, perpetraban un golpe de Estado, y apretando el gatillo de la Star-Z solo se degradaban a sí mismos. Un escupitajo entre diputados, sin embargo, degrada a todo un país.

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    Hay quien dirá que la culpa la tiene Rufián, ese Geyper-man indepe cuyas intervenciones son como las tripas de las bestias para los viejos arúspices etruscos. Nos muestran el futuro. Porque Rufián es solo un síntoma, como la fiebre, del estercolero en que va camino de convertirse el Parlamento de la nación.

    En el fondo del corazón de Pedro Sánchez hay un Rufián esperando su oportunidad

    El problema es quien ha puesto el destino de todos los españoles en manos de tipejos como él, de quien poco o nada constructivo para la convivencia puede esperarse. En parte por las siglas que representa, de larga tradición golpista (recuérdese el 34), y en parte por su naturaleza tocapelotas, sin la cual sería un monigote vacío destinado a las estanterías de saldo.

    Para pasear su vanidad en un Falcon oficial, Pedro Sánchez ha apuntalado un Gobierno inane con lo peor de cada casa: rufianes, batasunos y bolivarianos. La fórmula química que les une es el odio a la derecha y la destrucción de la España del 78. Un escupitajo es lo mínimo que podemos esperar de semejante cartel.

    Tras el rifirrafe en la Cámara que avergonzó ayer a España, la expulsión de Rufián y el salivazo fantasma, Pedro Sánchez ha querido terciar invitando a hacer una reflexión, en especial a aquellos que «utilizan la palabra para insultar y no para dialogar». Y lo dice el mismo que llamó “indecente” al entonces presidente Mariano Rajoy en pleno prime time.

    Lo que demuestra no solo que le falta memoria. Sino que en el fondo de su corazón, hay un Rufián esperando su oportunidad.

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