Un etarra elogia a un asesinado por sus camaradas

    El lavado de cerebro y el borrado de archivos se está acelerando de tal manera que dentro de poco dudaremos hasta de los acontecimientos a los que hemos asistido. Arnaldo Otegui, miembro de ETA, se duele de la ausencia del ex ministro socialista Ernest Lluch, al que otros etarras asesinaron por haber sido “miembro del Gobierno del GAL”.

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    Estos últimos días nos han dado varios ejemplos de que la casta que nos gobierna y saquea trata de construir un Matrix en el que encerrarnos como en un corral.

    Un colaborador del periódico digital de Nacho Escolar se enfadó por el homenaje de Pedro Sánchez a Manuel Azaña, porque la corona floral llevaba la bandera nacional y constitucional, según él “la bandera del bando que le desalojó como presidente de la Segunda República”.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    La verdad es que Azaña, que llegó de manera inconstitucional a la presidencia de la República en la primavera de 1936, dimitió voluntariamente de su cargo el 27 de febrero y se negó a volver a lo que quedaba de la España del Frente Popular. Por ello, el presidente del Gobierno, Juan Negrín, le criticó con dureza.

    El bombardeo mediático y la manipulación desde el Poder nos van a hacer dudar de lo que hemos visto con nuestros ojos

    Y en las sesiones del juicio a los políticos catalanistas que montaron el golpe de Estado contra España y nuestra Constitución estamos viendo a gentes que creíamos poderosa asegurando que ellas no sabían nada, que no tomaron ninguna decisión, que se enteraban de todo por la prensa y que nadie les dijo que lo que hacían fuese ilegal.

    Mariano Rajoy y Carme Forcadell, que son los más patéticos de los que han hablado ante los magistrados del Tribunal Supremo, me recuerdan a ese alemán al que en 1945 los Aliados preguntaron si no se había enterado del exterminio de los judíos por los nacional-socialistas. El interrogado respondió airado: “¡Qué iba a saber yo, si sólo era mariscal de campo!”.

    El mayor asombro de estos días lo ha causado el miembro de ETA Arnaldo Otegui cuando en un programa de TV3 dijo que hacían falta personas dialogantes como el socialista catalán Ernst Lluch, porque “él defendía el diálogo como el método para resolver problemas políticos”. Se les olvidó a él y al entrevistador mencionar que a Lluch lo asesinaron otros miembros de ETA en 2000.

    Por si algunos tuvieran dudas, para Otegui queda claro que el terrorismo,con sus nucas reventadas, es “un problema político”, como el tipo del IRPF, la ley electoral o la distribución de competencias entre las Administraciones españolas.

    Si Lluch era tan necesario para los etarras (¡qué manera de ensuciar su memoria!), ¿por qué lo asesinaron los compañeros de Otegui? Y si no hubiera estado a favor del diálogo, es decir, de la rendición a plazos de los españoles, su asesinato, ¿habría estado entonces justificado, como los de Gregorio Ordóñez o Fernando Buesa?

    Recordemos que cuando ETA reivindicó el asesinato de Lluch, le calificó, aparte de como a enemigo de Euskal Herría, de “miembro del Gobierno del GAL” y de intérprete del papel de policía bueno”. ¿En qué quedamos?

    El etarra Arnaldo Otegi elogia a una víctima de ETA cuando él disculpaba esos asesinatos y el periodista que le entrevista calla

    Tal como avanzan la ‘memoria histórica’ y el blanqueo de ETA, en unos años nos podemos encontrar con documentales y libros de texto para niños en que se sostenga que a Lluch lo mataron unos fachas o que los pistoleros eran unos pobres desgraciados manipulados por los servicios secretos españoles.

    ¿Imposible? ¡Qué va! Nadie duda de que a uno de los jefes de ETA, Eduardo Moreno, alias Pertur, lo secuestraron y mataron sus camaradas más bestias en 1976. Sin embargo, un documental subvencionado y parte de la prensa de pago, también subvencionada, insinúan que quizás los asesinos fueran unos neofascistas italianos a sueldo de los servicios secretos del franquismo. Vamos, que a Pertur lo mató Franco. ¡Si los historiadores y periodistas del Imperio Progre han llegado a quitar asesinados en la guerra por las izquierdas y cargárselos a los falangistas o los militares! Y las instituciones oficiales nos dicen que Pedro Muñoz Seca murió, sin más, como si le hubiera matado una gripe o un tranvía en vez de una bala.

    Etarras veteranos reunidos en 2014 en Durango.
    Etarras veteranos reunidos en 2014 en Durango.

    Una de las batallas más enconadas y peligrosas de la guerra cultural que se está librando en España es la del blanqueamiento de ETA por parte de sus aliados del nacionalismo vasco y los progresistas españoles, para diluir a los asesinos y a sus víctimas.

    José María Ruiz Soroa recordó hace unos meses que cuando los etarras decidieron coger las armas, en 1968, en Vascongadas el nivel de represión era mínimo. “Lo de que ETA surgió como consecuencia de la represión franquista es pura patraña, lo diga Agamenón o su porquero. Surgió como consecuencia de una decisión razonada e individual de unas personas que consideraron que generar terror social indiscriminado era una buena táctica para acercarse al logro de sus fines, que eran los del nacionalismo vasco irredento y extremoso”.

    Tan mentirosa como la ‘memoria histórica’ es la versión que se está dando sobre ETA: nació por culpa del franquismo y para traer la democracia

    La extrema izquierda expañola admira a Otegui porque le subyuga la violencia terrorista; y, además, porque es un colaborador imprescindible en su proyecto de abrir un proceso constituyente estilo venezolano, en el que los separatistas recibirían el derecho de autodeterminación. De ahí que todas estas fuerzas políticas estuvieran unidas en la moción de censura de Sánchez.

    Decir que los etarras asesinaban para conseguir una Euskadi independiente y no para traer la democracia, que mataron mucho más que en el franquismo cuando en España ya había elecciones, partidos, Constitución y Estatuto de autonomía, y que eran unos miserables, acabará siendo ‘delito de odio’.

    Chesterton anunció nuestro mundo enloquecido, en el que “se encenderán hogueras para atestiguar que dos más dos son cuatro. Se desenvainarán espadas para probar que en verano las hojas son verdes”. Yo espero que se grite en las redes sociales y en cualquier esquina que los etarras asesinaban, torturaban y secuestraban por racismo y por el sueño del alucinado Sabino Arana, ése cuyo busto aparece en todos los batzokis y que tenía el difunto Arzallus en su despacho.

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    Cuando me digo por las mañanas que el periodismo es lo más importante, me entra la risa. Trato de tomarme la vida con buen humor y con ironía, porque tengo motivos para estar muy agradecido. Por eso he escrito un par de libros con mucha guasa: Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos, que provocó una interpelación en el Congreso por parte del PNV, y Diccionario para entender a Rodríguez el Progre. Mi último libro es 'Eternamente Franco' (Homo Legens).