Un juego de vetos cruzados

    El PSOE, y todos sus terminales mediáticos, han explicado a la sociedad española que el PP representa todos los males políticos y morales de occidente y de oriente, y que es un partido al que se le puede tolerar, pero con el que no se puede ir de la mano a ningún sitio.

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    Mariano Rajoy (PP), Albert Rivera (C's), Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos).
    Mariano Rajoy (PP), Albert Rivera (C's), Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos).

    Empezamos a ver en qué consiste el cambio político en España. La anterior estructura de partidos ha cambiado en gran medida, aunque no tanta como parece en un primer momento. Había dos partidos de centro, uno a la derecha y otro a la izquierda, que se turnaban el gobierno. Quitando el cambio de la UCD por el PP, eso se ha mantenido hasta las últimas elecciones. Les ha acompañado el Partido Comunista, y un partido de centro, con más o menor éxito. Ahí están el CDS y UPYD. Por otro lado, PNV, CiU y demás añadían a la dicotomía izquierda-derecha, la de mayoría absoluta-cesión ante los grupos nacionalistas.

    La irrupción de Ciudadanos y Podemos ha cambiado el panorama, pero no de forma revolucionaria, ya que se puede ver como una variable de tendencias anteriores. Si el CDS obtuvo 19 diputados en 1986, Ciudadanos ha logrado doblar esa presencia hasta los 40.

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    El caso de Podemos es más complejo. ¿Es Podemos el viejo PCE? La principal diferencia es generacional y de referencias políticas. El bloque soviético no tiene el mismo interés; lógico, tras su derrumbe histórico. Y se da por muerta, por razones tácticas, la vía de la revolución. Las nuevas referencias son las repúblicas populistas iberoamericanas, y el cambio fundamental de la sociedad desde el poder. Para ello, claro, hay que llegar al poder por una vía democrática. La crisis institucional le ha abierto la oportunidad de hacerlo, y Podemos hará lo que sea para conseguirlo; incluso romper algunos tabúes de la izquierda, o disfrazarse con piel de socialdemocracia. Hay diferencias, sí, pero son un partido comunista sin las ataduras de la Guerra Civil y con vocación de transformar radicalmente España.

    Ciudadanos se ha alimentado de UPYD, del voto joven, del PP y del PSOE. Y Podemos del nuevo voto, Izquierda Unida y el PSOE

    El PCE concitó el apoyo del 10,77 por ciento del voto en 1979, y en 1989 y 1993 logró una representación cercana a aquélla. En estas elecciones, IU ha logrado el 3,67 por ciento de los votos, y Podemos un 12,67 por ciento; no incluyo las adhesiones regionales, porque entran dentro del campo nacionalista. Total: un 16,34 por ciento del voto; un 52 por ciento más que el mejor resultado del PCE. Ciudadanos se ha alimentado de UPYD, del voto joven, del PP y del PSOE. Y Podemos del nuevo voto, Izquierda Unida y el PSOE.

    Esta es la situación del 20 de diciembre de 2015, pero ¿y la del día 21 y siguientes? La novedad del nuevo panorama político es que, por vez primera, un gobierno necesita el concurso de, al menos, dos partidos de ámbito nacional. Todas las combinaciones posibles pasan por el Partido Socialista, y todas son imposibles (o casi) por un juego de vetos cruzados. Veamos cuáles.

    El Partido Popular lleva desde octubre de 2014 acariciando la idea de un pacto con el PSOE contra Podemos. Pero Pedro Sánchez no va a permitir que eso ocurra. La razón es clara: la pedagogía antidemocrática del PSOE, que ha mantenido de forma sistemática, consistente y sin fisuras desde el inicio de la democracia. El PSOE, y todos sus terminales mediáticos, han explicado a la sociedad española que el PP representa todos los males políticos y morales de occidente y de oriente, y que es un partido al que se le puede tolerar, pero con el que no se puede ir de la mano a ningún sitio.

    En el resto de Europa se entiende que los partidos de izquierdas y derechas pueden pactar, llegado el caso, pero el PSOE no. Su campaña, abonada y regada generosamente, ha arraigado en la inveterada creencia de la izquierda de que, efectivamente, no se puede tolerar un pacto con el PP y de que cualquier opción es tolerable menos la de un PP en el poder. Ahora, Sánchez y su próxima sucesora tienen las manos atadas, a no ser que inicien una campaña en el sentido opuesto, explicando que el PSOE acepta la democracia con todas las consecuencias, como la de llegar a pactos con el centro derecha.

    El veto de Podemos al PP no necesita mayor explicación, pues es la misma. Y a ambos les separa un programa antitético. Ciudadanos favorece una gran coalición, porque dentro de la misma tendría una función política clara: ser el Pepito Grillo del bipartidismo. Pero la cerrazón del PSOE lo impide.

    Un acuerdo del PSOE con Podemos es insuficiente; necesita el apoyo del PNV y la aquiescencia de los nacionalistas catalanes. Pero Pedro Sánchez tiene la oposición de medio partido, que no cree que sea adecuado convertir al PSOE en el instrumento de la revolución de unos y la ruptura de España de otros. Aquí el veto es interno. Además, sería un gobierno inestable, a merced de los nacionalistas catalanes en pleno corolario secesionista, por lo que acabaría en unas elecciones tempranas, y con perspectivas muy penosas para los socialistas. La otra opción es la del PSOE con Ciudadanos y Podemos. Pero estos dos partidos tienen programas antitéticos y se excluyen como polos magnéticos del mismo signo.

    Así las cosas, la única salida posible son unas nuevas elecciones. Las encuestas apuntan a una falsa estabilidad en el voto. Falsa, porque hay movimientos lo suficientemente significativos como para favorecer una de estas opciones u otra.

    El PSOE tendrá que decidir si es más un partido español comprometido con la Constitución, u opta por la ruptura y la revolución

    Con elecciones o sin ellas, ¿de dónde vendrá el desbloqueo de la situación? De dentro de los partidos. El PSOE tendrá que decidir si es más un partido español comprometido con la Constitución, u opta por la ruptura y la revolución. El PP tiene que decidir qué es, o recordar lo que fué, si tiene memoria. Y Podemos tiene que hacer equilibrios entre su discurso asambleario y su realidad leninista. Sólo Ciudadanos está libre de conflictos internos aparentes, al menos por el momento.

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    José Carlos Rodríguez es periodista. Forma parte del equipo de ProducciONE, pero en otra vida ha sido redactor jefe de Internacional de La Gaceta, y ha trabajado en la prensa digital en medios como Factual.es, elimparcial.es y libertaddigital.com. También ha colaborado con el semanario Alba, Expresión Económica, La Ilustración Liberal, La Gaceta de los Negocios o la agencia APIE, entre otros.