Usted gana señor Sánchez, llévese a Franco y José Antonio del Valle de los Caídos, pero antes…

    Reescribir el pasado es fácil: haces ingeniería histórica, la estampas en el BOE y quitas cuatro placas de calles. Lo difícil es devolver a los españoles hasta el último céntimo del oro saqueado del Banco de España en 1936. ¿Memoria histórica dice usted?

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    Pedro Sánchez y Francisco Franco.
    Pedro Sánchez y Francisco Franco.

    Empeñado en emular al peor presidente que ha tenido España en 40 años (Zapatero), Pedro Sánchez se dispone a tropezar por segunda vez con las mismas piedras que aquel.

    Vean:

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    Va a frenar la incipiente recuperación económica (único mérito del contable Rajoy) con subidas de impuestos y aumento de gasto; a blanquear a los golpistas al recuperar leyes aprobadas por el parlamento de Cataluña que fueron declaradas inconstitucionales por el TC; a echar nuevas paletadas de tierra sobre el cadáver de Montesquieu (el de la división de poderes) con las ‘reformas mentales’ para jueces que ha pedido la ministra de Justicia; a endurecer la caza de brujas contra el varón, sospechoso habitual por el mero hecho de tener lo que hay que tener; a meter la perspectiva de género hasta en la sopa (comenzando por las cabecitas de nuestros hijos); o a impulsar la eutanasia como expeditiva ocurrencia para resolver el problema de las pensiones.

    Y Franco, mucho Franco. La obsesión freudiana de un Partido que a pesar de los 80 años transcurridos no se libra del complejo de culpa por sus responsabilidades en la II República y en la Guerra Civil.

    Unos y otros olvidaron e incluso muchos perdonaron; desde hace dos generaciones los españoles estamos a otra cosa

    Se les dijo que no se preocuparan, que con el esfuerzo de reconciliación de izquierdas y derechas de la Transición se pasó página; que no queremos más odios y divisiones; que unos y otros olvidaron e incluso muchos perdonaron; que desde hace dos generaciones los españoles estamos a otra cosa; que el problema de los millenials no son las momias sino los retos de la globalización y no están interesados en las fosas sino en las competencias digitales.

    Hasta un socialista con dos dedos de frente, como Joaquín Leguina, les pide que se tomen una tila y dejen en paz a los muertos de uno y otro bando. 

    Pero ellos siguen con su ralladura mental: Co-fran, co-fran, co-fran, co-fran. ¿Por qué? ¿Guiño a sus aliados de la izquierda y el separatismo cafre?, ¿Temeraria enmienda a la totalidad al Régimen de la Transición?, ¿tic cristianófobo no tanto contra Franco como contra la Cruz, que sale gratis y da votos atizar a quienes siempre ponen la otra mejilla?

    ¿O es el subconsciente que les tortura por las fechorías que ellos mismos, los socialistas, hicieron hace 80 años: la memoria es selectiva y uno sólo se acuerda de lo que le interesa?

    ¿De verdad quiere Sánchez recordar la Guerra Civil y las atrocidades de la Guerra Civil?

    ¿De verdad quiere que recordemos la legitimidad democrática del Gobierno del Frente Popular, que llegó al poder gracias a unas elecciones amañadas, como demuestra la investigación de los historiadores Alvarez Tardío y Villa García en el libro «1936: Fraude y violencia» (Espasa)?.

    ¿De verdad quiere recordar el papel jugado por su partido, el PSOE -creo que se sigue llamando así-, en la II República y la Guerra Civil?

    ¿O el de su compañero de filas, Largo Caballero y la Revolución de Asturias, que se saldó, en toda España, con 1.300 muertos y casi 3.000 heridos?

    ¿O la «Primera República de Soviets del Nordeste de España (sic)»?

    ¿O a Juan Negrín, jefe de Gobierno socialista, marioneta de Stalin? ¿A su complicidad en la desaparición y muerte de Andreu Nin, líder del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), a manos de agentes soviéticos, que lo torturaron salvajemente antes de ejecutarlo?

    Nos parecerá bien que Sánchez saque los restos de Franco del Valle de los Caídos, cuando el Gobierno del PSOE devuelva los más de 500.000 kilos de oro del Banco de España que Negrín ordenó saquear en septiembre de 1936, y enviar a la URSS y México.

    Retire la estatua del ‘killer’ Largo Caballero y pida perdón públicamente a los hijos y nietos de los fusilados

    Primero encuentre usted ese patrimonio expoliado a todos los españoles, y si lo consigue, podemos sentarnos a hablar.

    Retire la estatua de un ‘killer’ como Largo Caballero de Nuevos Ministerios, pida perdón públicamente a las hijos y nietos de los fusilados por el mero hecho de ser católicos, y a la Santa Sede por los 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.365 frailes, 283 monjas, 11 obispo torturados y eliminados, y ya si eso hablamos.

    Si es usted capaz de reparar los asesinatos, robos y saqueos, con ocho décadas de retraso, entonces adelante, llévese a Franco y José Antonio. Si no, es mejor que se calle.

    Déjenos en paz, señor Sánchez. Que los españoles del siglo XXI queremos que El duelo a garrotazos de Goya siga en el Prado y no en la calle.

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    Nacido en Zaragoza, lleva más de 30 años dándole a las teclas, y espera seguir así en esta vida y en la otra. Estudió Periodismo en la Universidad de Navarra y se doctoró cum laude por el CEU, ha participado en la fundación de periódicos (como El Mundo) y en la refundación de otros (como La Gaceta), ha dirigido el semanario Época y ha sido contertulio en Intereconomía TV, Telemadrid y 13 TV. Fue fundador y director de Actuall. Es coautor, junto con su mujer Teresa Díez, de los libros Pijama para dos y “Manzana para dos”, best-sellers sobre el matrimonio. Ha publicado libros sobre terrorismo, cine e historia.