El parte meteorológico advertía de que la jornada del 29 de marzo de 2017 en Sevilla iba a ser una de las más calientes en España.
Pero, termómetros aparte, la realidad ha sido que grupos de radicales y violentos de la ciudad del Guadalquivir han convertido en un infierno de intolerancia y violencia los aledaños del Palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta de Andalucía.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora#ElBusDeLaLibertad fletado por HazteOir.org con el lema ‘Respeto para todos. No al bullying’ ha tratado de jugar al ratón y al gato, para evitar los episodios de acoso y violencia que se han sucedido in crescendo, en Madrid, Barcelona, Pamplona y Nueva York.
Anunció su presencia en San Juan de Aznalfarache, pero entró directo en la ciudad; se avanzó que el autobús estaría en el Parlamento Andaluz y el Ayuntamiento, pero no se acudió a esos señuelos. A la prensa, se le comunicó el lugar exacto lo más tarde posible para evitar filtraciones.
Paréntesis. Permítanme que les haga notar el detalle de un supuesto periodista, grabadora en mano, que se dedicó a corear los lemas de dos escracheadores de avanzadilla que aparecieron en el área de servicio de San Juan enviados por la podemita Teresa Rodríguez.
No parece muy profesional que un periodista se sume al escrache mientras toma notas para su crónica
Los periodistas, obvio, tenemos todo el derecho –y el deber- de tener nuestras propias ideas y defenderlas, pero no parece muy profesional sumarse al escrache mientras tomas notas para tu crónica. Ni, probablemente, aprovecharte de tu condición profesional para filtrar información a quienes sabes que preparan un recibimiento violento. Fin del paréntesis.
Pese a todos los esfuerzos, al fin, no fue posible. ¡Pum! Una patada. ¡Paf! Otro huevazo. Una rehala de radicales persiguieron al autobús por Sevilla, hasta que lograron darle caza. En sus ojos brillaba el odio.
En los aledaños del Palacio de San Telmo, junto a los Jardines del Cristina, se desató la violencia.
Los que iban en avanzadilla se toparon con su más preciada presa: el presidente de HazteOir.org, Ignacio Arsuaga, junto a varios miembros de la asociación, que en ese momento trataban de subirse al autobús.
Me pongo a grabar cómo uno de los ‘tolerantes’ golpea con saña el autobús por detrás. Gracias a eso, pude captar lo siguiente: uno de los que en ese momento lideraba la jauría subido a una bicicleta, abandonó la zona central de la calzada por la que circulaba de forma indebida, se metió en el carril bici y enfiló contra el grupo para chocar y provocar un incidente cara a cara.
Como se puede apreciar en el vídeo (por favor, tómense la molestia de verlo dándole a la pausa para comprobar lo que digo), después de entrar por un sitio inapropiado, comienza a circular por el carril que le corresponde, y a continuación se mete a contradirección para poder chocar a propósito.
A otro de los miembros de HazteOir.org que trataba de subir al autobús, le asestó un golpe con la bicicleta en la espalda
En ese momento, pensando que incluso tenía razón, se oyen disculpas de las personas de HazteOir.org. Su respuesta es el insulto.
El asunto no quedó ahí. A otro de los miembros de HazteOir.org que trataba de subir al autobús, le asestó un golpe con la bicicleta en la espalda, que será convenientemente denunciado tras pasar por el hospital.
De los huevos a las pedradas
Logramos subir al autobús, por fin. Hay tensión. Mientras #ElbusDeLaLibertad avanza por el Paseo de las Delicias, paralelo al río, para retornar al Palacio de San Telmo, sigue la jauría acosando, golpeando, lanzando objetos y huevos.
Se cansan de acosar y se apuntan a la destrucción. Cae la primera piedra sobre la luna delantera, que queda ya marcada. Ya no se trata de insultos. El odio bulle y supera el entendimiento.
Se cruzan delante del autobús, tratando de boquear su paso con bicicletas. A cada frenazo, una nueva oportunidad de hacer pasar por violento a quien es acosado y agredido. A cada frenazo, una ventana de tiempo necesaria para acercarse con algún objeto contundente y ¡pum!, volver a reventar la luna.
Un cascote de obra es lanzado con toda la saña posible e impacta con un ruido estruendoso en la parte frontal superior de la luna del autobús
Arrancan un limpiaparabrisas y lo utilizan como bate de béisbol. ¿Se han inspirado estos radicales que dicen defender los derechos LGTBI en quienes reventaron en Nueva York la versión americana del autobús?
Y por fin lo logran. Un cascote de obra es lanzado con toda la saña posible e impacta con un ruido estruendoso en la parte frontal superior de la luna del autobús. Saltan los cristales dentro.
Profesionales de la guerrilla urbana
En el interior del autobús hay quien ha vivido el acoso de los cachorros de ETA en primera persona. En concreto, en un autobús, cuando los borrokas no llevaban banderas de colores, sino el hacha y la serpiente tatuadas en el alma.
“Tuve miedo de que lo intentaran volcar, como me pasó aquella vez cuando llegaron a meter cócteles molotov dentro. Se me ha secado la boca”, me confiesa.
Ya sabemos que están dispuestos a todo. A todo lo violento y lo antidemocrático para imponer sus ideas frente a quienes sólo piden ‘Respeto para todos’ y tratan de explicar mediante un libro la injerencia de determinadas leyes en el derecho de los padres a decidir en libertad la educación que quieren para sus hijos.
El autobús aún trata de alcanzar el Palacio de San Telmo de nuevo, para registrar sendas cartas destinadas a la presidenta de la Junta de Andalucía y su homólogo en el Parlamento regional. Pero la persecución continúa.
Ya han probado con huevos, naranjas, bicicletas y piedras. Pero su ansia de violencia y represión de la libertad no parece tener fin.
Toman las cadenas con las que asegurar sus bicis y, con el candado cerrado en un extremo, asestan un nuevo zurriagazo al parabrisas del autobús.
¿Dónde está la Policía?
Por fin, el autobús vuelve a las inmediaciones del Palacio de San Telmo. Las hordas están concentradas y bien organizadas. Se vuelven a interponer en el camino del autobús.
Pese a que HazteOir.org ha ido narrando a la Policía todo lo sucedido casi en tiempo real y ha avisado de que el autobús se dirigía a la sede de la Junta, ni rastro de agentes que, al menos, contengan las iras de la jauría.
Tras diez minutos angustiosos sin poder salir del autobús, y con verdadera preocupación por nuestra integridad, por fin se ven los primeros agentes de la autoridad, que establecen un primer cordón de seguridad.
Entre los muñidores de la turba se encuentran algunos de los que alentaron el acoso a la profesora Alicia Rubio
Como los ánimos están caldeados, según pasan los minutos más policías son llamados para defender #ElbusDeLaLibertad y sus ocupantes de los violentos que, coreando lemas que ya sólo se musitan en las tumbas de media España (No pasarán, Sevilla será la tumba del fascismo), quieren su destrucción.
Entre los muñidores de la turba -nos señalan algunos sevillanos de bien- se encuentran algunos de los que alentaron el acoso a la profesora Alicia Rubio, autora de ‘Cuando nos prohibieron ser mujeres y os persiguieron por ser hombres’ en la Universidad de Sevilla.
Escoltados para poder salir
Dos líneas de unos 15 agentes de la Unidad de Intervención Policial pertrechados con sus cascos de seguridad, sus defensas y sus armas reglamentarias logran abrir, por el uso legítimo y democrático de la fuerza, el hueco suficiente para que Ignacio Arsuaga pueda bajar, por unos momentos, a atender a los medios de comunicación.
Fueron necesarias dos lecheras de antidisturbios, unidades de policía a caballo y patrullas de la Policía Local de Sevilla para asegurar que el vendaval violento desatado contra el autobús de HazteOir.org y sus ocupantes no fuera más allá y pudiera salir de la ciudad con ciertas garantías.
El parte meteorológico no se equivocaba. Sevilla fue la ciudad con la temperatura más alta de España este miércoles de marzo. Pero no fue la más libre. Salvo por el autobús de HazteOir.org, del que no salió ni un reproche, ni un mal gesto. Sólo un lema: “Respeto para todos”.