Una de las dificultades de la lucha en la guerra cultural es que seguimos tratando al bando dominante como un bloque que tiene una ideología distinta de la nuestra y fundamentalmente errónea. Así he pensado yo la mayor parte de mi vida, pero es un error. Lo que hay enfrente no es una ideología coherente, no es un pensamiento meramente equivocado pero, al fin, bienintencionado. Es una preferencia voluntaria por lo malo, lo feo y lo falso.
Eso que llamamos ‘inversión de valores’ -que no tiene nada que ver con la Bolsa- no es una hipérbole pedante, es una verdad como la copa de un pino: lo bueno ha pasado a ser malo y al revés; lo feo se ha convertido en lo bello y viceversa. “Mal, sé tú mi bien”, que entonaba el satanista Alistair Crowley.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraTodo esto viene a que la Dirección General de Comercio y Consumo de la Consejería de Economía Sostenible ha iniciado este lunes actuaciones previas a la apertura de un expediente sancionador contra El Corte Inglés por su campaña publicitaria para el ‘Día de la Madre’, una campaña que cree que puede “fomentar el estereotipo de madre que resigna a las mujeres a cumplir con su papel de ‘buena madre’ basado en la entrega, por encima del resto de identidades”.
¿Qué dice la campaña? ¿”Vete a la cocina a fregar”? No, naturalmente. El cartel muestra a una mujer con un mensaje debajo que dice: «97% entregada. 3% egoísmo. 0% quejas. 100% madre». Y eso, para Facua, la asociación de consumidores que ha iniciado el proceso, es indignante: “Es un despropósito que El Corte Inglés incurra en este tipo de mensajes 100% casposos y retrógrados que identifican a la buena madre, y consecuentemente, una buena mujer, con la que no se queja ni da problemas, la que está entregada totalmente a su familia sin emitir ningún reproche».
Facua es más partidaria de un 100% de queja egoísta, imaginamos.
La abnegación es casposa, miren por dónde. El egoísmo, como en una utopía randiana, es el futuro, y de las quejas poco hay que decir, que es lo único que nos hace grandes y que nos da algún valor de cara al público.
Nuestra progresía es cualquier cosa menos coherente, y después de decirnos que es intolerablemente casposo pretender que la maternidad tenga mucho que ver con la entrega y muy poco con la queja o el egoísmo
Pero si todo quedara en eso, si de verdad el pensamiento que representa Facua y los radicales de izquierda y los progresistas de toda laya consistiera, sin más, en predicar un aterrador egoísmo universal y despotricar de toda abnegación y espíritu de servicio, aun siendo el anuncio de un porvenir atroz e indeciblemente cruel, no podría ser tachado de incoherente. Como hemos insinuado antes, la ‘pensadora’ libertaria Ayn Rand tenían al egoísmo por suprema virtud.
Aparte de que no daría dos duros por el destino de una sociedad basada sobre semejante base, tiene al menos la ventaja de ser sencilla y comprensible, fácil de seguir. Pero nuestra progresía es cualquier cosa menos coherente, y después de decirnos que es intolerablemente casposo pretender que la maternidad tenga mucho que ver con la entrega y muy poco con la queja o el egoísmo, pretende a continuación que nos preocupemos mucho muchísimo por el destino de gente remota, por causas ajenas y lejanas que ni siquiera entendemos bien.
Es decir, para la progresía está mal que yo me entregue sin quejarme a los hijos de mis entrañas, a los que he dado la vida y que me son más próximos y conocidos que nadie en este mundo; pero debe importarme muchísimo y debo entregarme generosamente por personas que viven muy lejos, que no tienen nada que ver conmigo y cuya situación, siempre compleja, no conozco suficientemente. Es lo que Dickens, en Casa Desolada, llama la “filantropía telescópica”, que ridiculiza sin piedad en el personaje de la señora Jellyby. La buena señora sería muy del agrado de Facua, porque no puede decirse de ella que se muestre abnegada en absoluto con sus hijos, que mantiene en un estado de negligencia escandaloso pero que se desvive por el destino de los Borrioboola-Gha, una remota tribu africana.
Estoy convencida de que el vicepresidente de Facua, Raúl Sánchez, pertenece al colectivo de los idiotas
Si queremos ver más incoherencia en la actitud de Facua, veamos esa cosa suya de que la campaña acentúa “el papel de buena madre… por encima del resto de identidades”. Bueno, claro, es que es el Día de la Madre, no el Día de las Identidades Varias. No soy muy fan del Día del Orgullo Gay, no voy a engañarles a estas alturas, pero sería absurdo que me quejase que en esa celebración se destaque una de las muchas identidades de las personas que participan en el desfile. Del mismo modo, estoy convencida de que el vicepresidente de Facua, Raúl Sánchez, pertenece al colectivo de los idiotas, pero al decirlo no estoy negando sus otras identidades como la de ser un sujeto resentido y malvado.
En el punto de mira está lo básico, lo que ha considerado obviamente bueno y santo y necesario hasta la más decadente de las civilizaciones, como es la maternidad. Porque -y vuelvo a mi tarabita- son enemigos de la familia y, por tanto, de la vida misma.