
Ada Colau, esa alcaldesa que ha convertido el resentimiento en ideología política, ha cambiado el nombre de la Plaza del Almirante Cervera de Barcelona por el de Pepe Rubianes, un farandulero como tantos que ha habido en España cuyo nombre no sería recordado si no hubiera dicho en un programa televisivo que estaba hasta los c******s de la p**a España.
De hecho, no sé nada más del tal Rubianes, que no hubiera merecido tal honor de la Colau si no hubiera injuriado públicamente a su país, ofendiendo de paso a todos sus habitantes, igual que la alcaldesa solo sabe del glorioso almirante que era, cito, un ‘facha’.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraY lo era, desde luego, por mucho que hubiera vivido bastante antes de que el fascismo fuera una idea, porque para esta tropa, ‘fachas’ eran todos los personajes de la historia anterior a este glorioso siglo y sus locuras.
Cervera no fue un hombre afortunado en las lides de la guerra, como se demostró en Cuba, pero fue indudablemente valiente allí donde mejor y más claramente se puede demostrar la valentía. Pero igual que Ada le desprecia con un insulto anacrónico, hoy el valor es otra cosa, como paso a contarles.
¿Se acuerdan de Conchita Wurst? Es el nombre artístico de un tipo barbudo de Alemania que ganó en su día el Festival de Eurovisión, fundamental, sino únicamente por combinar su barba con un ajustado vestido de lentejuelas e ir más pintado que una puerta.
Pues bien, la tal Conchita, al parecer, ha confesado que tiene sida, y los coros y danzas de la modernidad han reaccionado como se espera de ellos, como si el personaje de aspecto ambiguo hubiera sido un Leónidas volviendo victorioso de las Termópilas y no alguien que confiesa haber contraído una enfermedad venérea perfectamente evitable.
«Si es ejemplar tener sida, ahorrémonos las carísimas campañas y los comités, agencias, institutos y observatorios, por no hablar del obsesivo reparto de condones»
Leo en la cuenta de Twitter de @eurovision_rtve: «Conchita Wurst anuncia con valentía que es portadora del VIH. ¡Gracias por seguir siendo un ejemplo!».
Conchita Wurst anuncia con valentía que es portadora del VIH. ¡Gracias por seguir siendo un ejemplo! https://t.co/jlWqUFMtvm pic.twitter.com/7pNn0izZsx
— eurovision_rtve (@eurovision_tve) April 16, 2018
Disculpen, les ruego, mi perplejidad, pero no entiendo cómo pretenden que funcionen las campañas publicitarias de prevención del sida cuando contraer la enfermedad se considera «ser un ejemplo» que debemos agradecer.
¿En qué quedamos? Si es ejemplar tener sida, ahorrémonos las carísimas campañas y los comités, agencias, institutos y observatorios, por no hablar del obsesivo reparto de condones. ¡Sé valiente, sé un ejemplo, coge el sida!
Naturalmente, esta descerebrada contradicción les es tan connatural a los progres enragés que señalársela sería arriesgar que se les desparramen las neuronas y una no es tan cruel. No creo que quien puso el mensaje o quienes lo jalean tengan el menor interés en la contradicción, ni habría modo de hacerles ver que destruyen con una mano lo que pretenden levantar con la otra.
En realidad, el tuit y la noticia y los parabienes son la confirmación esperable de esta absoluta inversión por la que todo lo que era malo es ahora bueno, lo que era falso es auténtico y lo que era feo es hermoso.
No creo que ninguno de estos propagandistas de la corrupción fuera capaz de explicar sin consignas regurgitadas, en román paladino, qué tiene de ejemplar contraer una enfermedad todavía incurable en cuya prevención hemos invertido miles de millones. No sé si entienden que ‘ejemplo’ es algo que se debe, en lo posible, imitar, y que con su mensaje están pidiendo a sus lectores que contraigan el sida para luego desplegar la ‘valentía’ de contarlo.
«Yo, por puro vicio, he seguido fumando hasta acabar con un bonito enfisema. ¿No les parezco un verdadero ejemplo? ¿No me van a dar las gracias?»
Lo lamento por el personaje, de verdad, pero ignoro exactamente qué hay de heroico en ponerse enfermo, mucho menos cuando se trata de una enfermedad que lleva décadas con nosotros y que, nos dicen a todas horas, es fácil evitar. Yo, desde luego, conozco una fórmula infalible.
Leo también que el mensaje ‘valiente’ de Conchita es estupendo y maravilloso porque «da visibilidad al sida». No, en serio, cómo alguien puede decir eso sin ironía. ¿Más? ¿Pueden decirme de alguna enfermedad que tenga MÁS visibilidad que el sida? ¿Alguna en la que, en proporción a sus afectados y a los conocimientos sobre su prevención, se haya invertido más recursos?
Y, después de todo, ¿por qué hay que ‘visibilizarla’, que viene a signficar hoy, no hacer algo visible, sino pasártelo por los morros a todas horas? Caramba, que ya tengo las cajetillas de tabaco visibilizándome condiciones sanitarias harto ingratas.
Y, hablando de tabaco, ¿les he hablado de mi enfisema? Lo tengo de fumarme dos cajetillas diarias desde hace ni sé, a pesar de que hace muchísimo tiempo me llevan advirtiendo de que fumar es malísimo. Pero yo, por puro vicio, he seguido fumando hasta acabar con un bonito enfisema. ¿No les parezco un verdadero ejemplo? ¿No me van a dar las gracias? Y de mi valentía al contarles mis achaques, ¿qué, no me dicen nada?