Como millones de personas en cientos de países, desde hace tres generaciones, servidora ha crecido y se ha educado con las películas y los personajes en comic de Walt Disney. Desde ‘Bambi’ a ‘La Bella y la Bestia’ pasando por ‘El libro de la selva’, ‘Blancanieves’, ‘La Dama y el Vagabundo, ‘101 Dálmatas’ o ‘La Cenicienta’. He devorado desde mi infancia los cuentos del Pato Donald y Mickey Mouse y no ha habido Navidad -al menos durante los primeros diez años de mi vida- en los que no haya disfrutado del correspondiente estreno de película de Walt Disney. También de mayor me lo he pasado muy bien llevando a los niños de mi familia al cine para contemplar cómo se emocionaban, lloraban y reían con las historias de sus personajes. Confieso que hay escenas de películas de Disney que podría recitar de memoria.
Y es que los herederos de Walt Disney has creado cultura, sin duda. Es la multinacional del entretenimiento familiar más importante del mundo, un verdadero imperio con espectadores y seguidores en todos los continentes. Su poder de comunicación y transmisión de valores es evidente. Con la recuperación de clásicos -una habilidad de los creativos de Disney- millones de niños aprendieron que “la belleza está en el interior” (‘La Bella y la Bestia’), que no había que mentir (‘Pinocho’), que la amistad lo podía todo (‘El libro de la selva’), que la bondad era capaz de conquistar a los pequeños gruñones (‘Blancanieves’) y que en la vida hay que sobreponerse a las adversidades y asumir responsabilidades (‘Bambi’).
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn eso estábamos cuando los ideólogos de género captaron el potencial pedagógico de la compañía Walt Disney y tomaron la decisión de conquistarla para ponerla al servicio de la causa LGTBI. Presionaron para convertir en lesbiana a la princesa de ‘Frozen’ y están a punto de lanzar su primera serie juvenil de temática homosexual. Y esta misma semana tienen previsto organizar el primer ‘Día del Orgullo Gay’ en Disneyland París, hecho que -gracias a HazteOir.org y CitizenGO- ha desencadenado una movilización mundial sin precedentes. Cuando escribo estas líneas, 227.000 personas han escrito -en apenas tres días- a los directivos de la empresa estadounidense para pedirles que cancelen el ‘Día del Orgullo Gay’ en su parque de atracciones de París.
«Me atrevo a preguntar a los directivos de Disney: ¿Llevarían a sus niños de seis años a un bar de ambiente homosexual del barrio madrileño de Chueca?»
En estos días he hablado con varias personas acerca de si era o no legítimo que en un espacio diseñado para el ocio y la diversión familiar, especialmente dirigido a los niños, se celebre el ‘Día del Orgullo Gay’. Una empresa privada -faltaría más-puede hacer en sus instalaciones lo que considere oportuno. Pero si recibe presiones de los activistas LGTBI para introducir ideología de género en sus personajes, actividades y espacios recreativos, también puede atender peticiones ciudadanas que le solicitan que siga siendo lo que siempre ha sido: un espacio de ocio para todos los públicos.
Ciertamente, como me comentaba la portavoz de HazteOir.org, Inmaculada Fernández (que entrega este viernes más de 227.000 firmas contra el desfile del ‘Orgullo Gay’ en Disneyland París’ en la sede de Disney en Madrid), lo que se trata de reivindicar públicamente son determinadas prácticas sexuales, vinculadas a una determinada orientación sexual, concretamente homosexual. ¿Es un parque de atracciones infantil el sitio más adecuado para que unos adultos hagan visible su orientación sexual? Y me atrevo a preguntar a los directivos de Disney: ¿Llevarían a sus niños de seis años a un bar de ambiente homosexual del barrio madrileño de Chueca?
“Pero ¿qué hacemos con los ‘niños gay’?”, me preguntaba una persona con evidente preocupación por los niños con determinada orientación sexual. “No hay niños gay”, me ha respondido Inmaculada Fernández (que sabe bastante de niños) “porque los niños están en pleno desarrollo biológico, psicológico, emocional y afectivo. No han determinado su identidad sexual. Hay que dejarles que sean niños, sin más”.
De acuerdo. Entonces ¿qué lleva a los responsables de Disney a incluir el desfile del ‘Orgullo Gay’ en su programa de actividades del parque de atracciones? Sólo hay una respuesta: ceder a las presiones de los activistas LGTBI y promover el adoctrinamiento sexual entre los menores.
Si los directivos de la multinacional de origen estadounidense desatienden las peticiones de las más de 200.000 personas que les han solicitado que cancelen el desfile, se me ocurre que debemos pedirles que introduzcan en su programación una Marcha por la Vida reivindicando que millones de niños nunca podrán fotografiarse con Mickey Mouse ni con el Pato Donald porque el aborto provocado les ha segado la vida.
«Si Disney mantiene el desfile del ‘Orgullo Gay’ será cómplice del adoctrinamiento sexual LGTBI de menores. En sus manos está tomar la decisión»
Otra propuesta es que Disneyland celebre el ‘Día de la Familia Natural’ y reciba gratuitamente -por un día- a padres, madres y niños de todos los continentes para visibilizar la grandeza de esta institución milenaria que hace posible que sigan viniendo a este mundo bebés procreados por hombres y mujeres desafiando al pesimismo cultural que nos invade y llenan al mundo de esperanza.
Finalmente, los parques de atracciones podrían rendir homenaje a padres y madres en los días dedicados a ellos todos los años. En España, el primer domingo de mayo para las madres y el 19 de marzo para los padres. Preciosas escenas de personajes de cuento aplaudiendo a estos héroes de carne y hueso que traen niños -clientes reales o potenciales de Disney- al mundo, los alimentan, cuidan y educan hasta la edad adulta.
En definitiva. Si Disney mantiene el desfile del ‘Orgullo Gay’ será cómplice del adoctrinamiento sexual LGTBI de menores. En sus manos está tomar la decisión. Y si lo quiere mantener pero da entrada a la ‘Marcha por la Vida’, a la Familia Natural y al homenaje a Padres y Madres, pues dará una lección de pluralidad y tolerancia.
Atentos, pues, a la decisión de los jefes de Disneyland. Si optan únicamente por imponer a los niños una ideología determinada, tendrán el rechazo de cientos de miles de personas que se niegan a que los activistas LGTBI se quieran adueñar del alma de los niños y cuestionar su inocencia.