Pedro Luis Llera, columnista de Infocatólica, ha publicado un interesante análisis sobre el fenómeno de la posverdad que por su interés, reproducimos a continuación:
En 1979, los Monty Python estrenaron La Vida de Brian. Por aquel entonces, nadie había oído hablar, al menos en España, de la ideología de género. Sin embargo, no me negarán que el sketch que les enlazo aquí resulta de una actualidad asombrosa:
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLo que en la España de 1980 provocaba hilaridad ahora, en 2017, es lo “normal” y, si te atreves a cachondearte del tema o lo criticas, acabarás con sanciones administrativas o con denuncias ante la fiscalía por homofobia o por incitacion al odio.
“Es un símbolo de su lucha contra la realidad», afirma el líder del Movimiento Anti-imperialista. Stan quiere ser Loretta y defiende su derecho a parir. “¿Donde vas a gestar al feto? ¿En un baúl?». En los años 80, no se habían desarrollado como hoy en día las técnicas de reproducción asistida ni se habían “inventado” los vientres de alquiler.
Los Monty Python se adelantaron a su tiempo y hoy en día deben ser reconocidos como auténticos precursores de la Era de la Posverdad.
Los posverdadianos no se preocupan de la realidad: cuando la realidad no encaja en su marco de ideas preconcebidas, simplemente se inventan una realidad distinta que se adapte a sus preferencias.
La Posverdad representa el triunfo del emotivismo y del voluntarismo sobre la razón. Vivimos una especie de nuevo Romanticismo irracionalista, subjetivista, voluntarista, emotivista y sensiblero, en el que la razón y la realidad deben ajustarse al capricho de cada cual.
«Hoy en día el derecho que reclama Stan de convertirse en Loretta está recogido y amparado por nuestras leyes»
Siguiendo los postulados de otro insigne romántico, Friedrich Nietzsche, Dios ha muerto y con Él, también han muerto la moral («el hombre está por encima del bien y del mal») y la razón (el Logos).
Por eso, nuestra sociedad ha normalizado lo absurdo, lo “ilógico», el sinsentido y la necedad; la perversión y la inmoralidad. Buen ejemplo de esa necedad y de esa inmoralidad son buena parte de los políticos que supuestamente nos representan.
Vivimos rodeados de descerebrados, de papanatas, de pazguatos políticamente correctos que repiten como mantras los eslóganes que dictan los lobbys. Hoy en día el derecho que reclama Stan de convertirse en Loretta está recogido y amparado por nuestras leyes.
El humor absurdo ha devenido en patética realidad. Hoy afirman sin rubor que hay ninos con vulva y ninas con pene. Da igual lo que afirmen la biología o la medicina. La voluntad se impone a la realidad. Los deseos del ser humano crean un mundo nuevo donde el Logos no tiene cabida. No existe más razón que la sinrazón.
«Habitamos un mundo esquizofrénico, paracoico, donde la razón, la inteligencia y el sentido común y el espírtitu crítico han muerto»
El mundo y la realidad son lo que yo quiero que sean. Yo creo el mundo y me creo a mí mismo conforme a los impulsos de mis sentimientos y a los deseos de mi voluntad. El hombre se endiosa en un acto de suprema soberbia y abandona su condición de creatura para asumir la condición de creador, de supremo hacedor del mundo y de sí mismo.
Hemos llegado a la cima del antropocentrismo al elevarnos a nosotros mismos a la condición de dioses. Y como tales dioses, los hombres tenemos la capacidad de dictar los nuevos mandamientos a través de leyes positivas aprobadas por el consenso de la mayoría cretinizada. “Seréis como Dios», les dijo la serpiente a nuestros primeros padres. Nuestra sociedad representa el aparente triunfo de Satanás.
Hemos perdido el buen juicio, la cordura y el sentido común. Esa es la conclusión a la que podemos llegar. El mundo se ha vuelto loco. Ya no distingue la realidad de sus deseos, de sus paranoias.
Habitamos un mundo esquizofrénico, paracoico, donde la razón, la inteligencia y el sentido común y el espírtitu crítico han muerto. Ni las peores distopías han podido pronosticar un mundo como el que nos ha tocado vivir. Sólo los genios de la comedia del absurdo han dado en el clavo.
«El mundo posverdadiano es un esperpento, una farsa grotesca, una gran mentira, una absurda parada de monstruos»
¿Dónde están ahora los intelectuales? ¿Dónde los médicos, los maestros, los científicos, los filosofos? Yo se lo diré: la inmensa mayoría aplaude y vocifera alabando la belleza del traje del emperador desnudo. Y el resto calla por miedo a verse condenado por la multitud al ostracismo y a la marginalidad. Hay que estar con los tiempos, aunque sean los de la sinrazón y la insensatez.
Pongamos ejemplos:
Este tipo del video que les enlazo tenía 46 años, estaba casado y tenía seis hijos. Abandonó a su mujer y a sus hijos para vivir su vida “verdadera»: se convirtió en una niña de seis años que fue adoptada como tal por una nueva familia. Ahora juega como una niña pequeña con su hermana mayor (aunque realmente tenga más de 50 años). ¿Una locura? No. Es un ejemplo del superhombre nietzscheano.
Y aquí tienen también al hombre que quería ser lagarto:
Y esta señorita dice ser un gato en el cuerpo de una mujer:
El mundo posverdadiano es un esperpento, una farsa grotesca, una gran mentira, una absurda parada de monstruos. La inmoralidad se ha convertido en normalidad; lo absurdo, en norma; lo depravado y lo antinatural, en costumbre aceptada.
Cada cual que sea lo que quiera ser. Somos libres incluso para recrearnos y crear nuestro propio mundo, por irracional y absurdo que pueda parecer. De ahí que la cirujía estética, los tatuajes o los piercings hayan proliferado hasta conversirse en modas que mueven millones de euros cada año.
«Primero se normalizan y se visibilizan la perversión y la depravación y luego se legisla para imponerlas por decreto»
Lo que la Iglesia y la sociedad occidental, mayoritariamente cristiana, consideraban pecado, los posverdadianos lo consideran normal e incluso virtuoso, con lo cual la inversión de valores está servida. Lo que antes era vicio ahora es virtud. Lo que antes era malo, ahora es bueno.
Primero se normalizan y se visibilizan la perversión y la depravación y luego se legisla para imponerlas por decreto y enseñar toda clase de inmoralidades en las escuelas para pervertir a los menores y acabar con su inocencia al tiempo que se persigue a los “fanáticos” que se oponen o critican su estilo de vida y sus ideas insensatas.
La muerte de la razón crea monstruos. Bienvenidos al totalitarismo posverdadiano. Dentro de poco inventarán los centros de reeducación y de internamiento. Sálvese quien pueda. La razón nos hace humanos. La sinrazón produce monstruos sin humanidad. Una sociedad sin sentido común y sin razón es un mundo de locos, desalmado e inhumano.