Las feministas se hacen un lío con el gesto de caballerosidad de Alejandro Sanz

    El gesto del cantautor, quien paró su concierto para reprender y expulsar a un espectador que estaba maltratando a una joven, levanta las iras de un colectivo que vive de inventarse agravios en aras de una falsa defensa de la mujer.

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    El cantante Alejandro Sanz durante una actuación /Youtube
    El cantante Alejandro Sanz durante una actuación /Youtube

    Las progres que dicen defender a la mujer acaban de dar evidente muestra de su más ideológico que plausible feminismo: el gesto del reconocido cantautor Alejandro Sanz al parar su reciente concierto en Rosario (México) para bajar del escenario y reprender a un hombre que entre las primeras filas del público estaba maltratando a una mujer, llamando a la seguridad para que lo sacara de la sala antes de proseguir con su actuación, ha levantado las iras de este colectivo.

    https://youtu.be/GQdrUp-N7Ec

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    En lugar de alabar y compartir la  actitud de Sanz, como han hecho la Guardia Civil y la Policía Nacional o famosos como Antonio Banderas y Mónica Naranjo, este colectivo que tanto jalea la “tolerancia cero contra la violencia machista” ha optado por arremeter con fuerza contra el cantante acusándolo de “patriarcal” y “montajista”, entre otros descalificativos.

    https://twitter.com/guardiacivil/status/701738347295707137

    La arremetida del colectivo “feminiprogre” se ha hecho más inexplicablemente airada tras las explicaciones ofrecidas por Alejandro Sanz: «No hice nada extraordinario (…). Vi algo que, creía, estaba mal. Me parece que maltratar a cualquier persona no está bien, pero sobre todo a las mujeres, me parece mucho peor».

    Acusan a Sanz de promover «la cultura de la violación» y el «amor romántico»

    Estas palabras, llenas de lógica a ojos del común de los mortales, son imposibles de tolerar para las ultrafeministas, escondidas tras vulgares pseudónimos o aglutinadas en variopintos colectivos, como las autodenominadas (con perdón) Locas del Coño.  

    Su fundadora, la bloguera de 22 años Lidia Infante, abría la veda con una carta abierta, que iniciaba calificando al cantante y a los medios que lo elogian como predicadores de un «sexismo benevolente» y “supermachista” que «hace mucho más por perpetuar el patriarcado que por erradicarlo». Continuaba cuestionando el propio hecho que indignó al cantante, tachando de «ridícula» la «mera idea de que un maltratador vaya a agredir a su víctima delante de miles de personas».

    Encendiéndose en su crítica, Infante acusó a Sanz de “lucrarse” con el machismo y hasta de promover la violación y el asesinato de mujeres: “Me creo cómo promueves la cultura de la violación con tu último tema (…). Me creo cómo enalteces el amor romántico que nos somete y asesina a diario. Me creo la cosificación y sexualización de las mujeres en tus videos. Me creo tu machismo», escribe, en referencia al tema del artista con Jesse & Joy No soy una de esas.

    ¿Qué debería haber hecho Alejandro Sanz, mientras que nadie en ese momento, tampoco ninguna feminista, reaccionó? Para la bloguera, «con avisar desde el micro y llamar a seguridad para que detuvieran al agresor y ella pudiera denunciarlo hay de sobra. No hace falta ponerse chulito y agresivo. Esa masculinidad agresiva que ejerció y perpetúa en sus canciones es una de las causas estructurales de la violencia machista», concluyó la bloguera.

    Los ataques de Infante han seguido sin dar tregua en las redes sociales, secundados por sus adláteres:

    «Me preocupa la autocomplacencia de un artista que dice que está muy comprometido con que hay que ser feminista justo cuando presenta un disco en el que aparece entre un harén de mujeres», afirma por su parte June Fernández, fundadora de la revista digital Pikara, que acusa a Sanz de erigirse en una especie de «caballero andante» salvador del género femenino. «Ese ‘yo estoy aquí y salvo a las mujeres’ todo el rato demuestra que su mentalidad es bastante tradicional», concluye.

    La voz de las auténticas víctimas

    La airada reacción contra el cantante por una actitud que, como ha manifestado Sanz, lejos de heroica o destacada debería ser la normal y esperable, resulta al final una simple muestra de la pobreza reflexiva de ese tan “progre” como falso feminismo, que lejos de conformar causa alguna resulta ser un mero negocio alimentado con el dinero que reciben a golpe de maquinar falsos agravios.  

    Lo evidencian las palabras de las auténticas víctimas de esta violencia: «El gesto de Alejandro Sanz es más eficaz que cualquier campaña», aseguran desde la Asociación Mujeres Unidas contra el Maltrato (MUM). «Como presidenta y superviviente de la violencia, me parece estupenda la visibilidad que da una acción de este tipo»,  afirma, Carmen Benito.

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