La encuesta publicada este jueves en Colombia quizá ayude a entender por qué el presidente Juan Manuel Santos eligió una reunión con el nuncio de El Vaticano, el cardenal Rubén Salazar, para explicar a la poblacion que no tiene intención de introducir la perspectiva ideológica de género en las normas de convivencia de los colegios.
El sondeo de Ivamer para Caracol Televisión, El Espectador y Blu Radio indica que la Iglesia Católica es la institución más apreciada por los colombianos, con un 73,1% de apoyo, seguida de las Fuerzas Armadas (71,5%), la Registraduría Nacional (67,6%) y los Medios de Comunicación (61,3%). Las FARC (85,5% de rechazo) y los partidos políticos (67,5%) son los más detestables, para los colombianos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraCon estos datos sobre la mesa, tiene sentido que el presidente Santos se haya apresurado a sofocar el incendio provocado por su ministra de Educación, Gina Parody, con sus instrucciones a los maestros para que asimilen y apliquen ideas doctrinarias como que no hay hombres y mujeres, sino «identidades de género» personalmente elegidas.
La paz con los terroristas
Miles de personas se manifestaron el pasado miércoles en Bogotá, Medellín, Bucaramanga o Valle del Cauca, entre otras ciudades, para pedir la retirada de la circular y respeto a la libertad de las familias para decidir sobre los valores que desean enseñar a sus hijos. Las manifestaciones contaron con el apoyo de la Iglesia Católica colombiana.
Lo último que necesita Santos es a las familias, los maestros y la Iglesia Católica en pie de guerra por los experimentos ideológicos con los ninos colombianos
El gesto de Santos, al reunirse con el nuncio y desautorizar a su ministra de Educación, significa que el presidente no quiere más frentes abiertos. Santos remarcó que se limitará a cumplir con la sentencia de 2015, del Tribunal Constitucional, que obliga al Gobierno a mejorar la vigilancia contra el acoso escolar tras el suicidio de un chico que fue vejado por sus compañeros por tener relaciones homosexuales.
La popularidad del presidente ha sufrido daños por la negociación con las FARC. Toda su salvación política está apostada a la única carta del plebiscito sobre la paz con los terroristas. Lo último que necesita Santos es a las familias, los maestros y la Iglesia Católica en pie de guerra por los experimentos ideológicos de la ministra Parody con los ninos colombianos. En la rectificación sobre el conflicto educativo no ha habido convicciones personales del presidente, solo el eficiente pragmatismo de un político que quiere sobrevivir.