Un padre de familia numerosa sucede al activista LGTB que Obama puso en la embajada en España

    Era premeditado. Obama llenó embajadas estratégicas como la española de activistas LGTB como James Costos que se trajo a su “marido”. El nuevo canciller, Richard Duke Buchan, es un financiero, casado y padre de familia numerosa (3 hijos). Imponer la agenda LGTB en el mundo no entra en los planes de Trump.

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    A la izquierda el nuevo embajador de EEUU en España, Richard Duke Buchan; a la derecha, James Costos, anterior embajador.

    «Yo esperaba que Trump cambiara al llegar a la Casa Blanca, pero su presidencia demuestra quién es realmente» dijo James Costos, ex embajador de EEUU en España, activista gay que se trajo a su marido, Michael Smith, a vivir a la calle Serrano de Madrid, sede de la la cancillería norteamericana.

    Y no le falta razón. Porque Trump ya ha demostrado que nada tiene que ver con Obama, el presidente pro-LGTB que llenó embajadas estratégicas de activistas homosexuales, a fin de imponer en el mundo la agenda homosexualista.

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    Madrid era una de ellas. Y por eso la Casa Blanca envió a James Costos, proveniente de la industria del espectáculo, asiduo a las fiestas de Chueca (la no go zone LGTB de Madrid), que llegó a montar junto a su marido fiestas en su residencia con la élite de este colectivo en Madrid.

    Costos es militante de la causa gay pero sin experiencia diplomática o méritos profesionales. Como algunos otros embajadores LGTB nombrados por Obama en países como Vietnam, República Dominicana, o Australia. El mérito en este caso era ideológico, de la ideología de género.

    No se puede decir lo mismo del sucesor de Costos: Richard Duque Buchan III, heterosexual, casado y con familia numerosa (tres hijos), y con una sólida carrera como financiero.

    Buchan, 54 años, está casado con Hannah, 46, con la que tuvo tres hijos, Cate, Beau y John

    Procedente de una familia dedicada al negocio del tabaco en Carolina, Buchan, de 54 años, estudió Económicas, hizo un master MBA en Harvard y trabajó en firmas como Merril Lynch o el fondo de inversión Maverick Capital. En 2001 creó su propio fondo de capital riesgo, Hunter Global Investors.

    Fue entonces cuando conoció a Hannah, de 46 años, inversora como él, con quien se casó y tuvieron tres hijos, Cate, Beau y John. Forman un matrimonio unido, de costumbres religiosas. Pasarán las Navidades en España, donde buscan colegio para sus hijos.

    Los Buchan conoce a los Trump, porque sus hijos coincidieron en la guardería con Barron Trump, el pequeño de Donald y Melania.

    Además, el nuevo embajador es un enamorado de España desde chaval. Nada más terminar el colegio estuvo un verano en nuestro país y visitó varias provincias. Luego estudió lengua española en la Universidad de Carolina del Norte, y residió un curso en Sevilla, donde estudió en la universidad gracias a un intercambio.

    La familia del nuevo embajador de Estados Unidos en España.
    La familia del nuevo embajador de Estados Unidos en España.

    «Amo España desde mi juventud, cuando leí por primera vez sobre las tierras de Don Quijote y Picasso en la enciclopedia», dijo ante la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado norteamericano.

    Nada que ver, por tanto, con el perfil, la trayectoria y el talante de James Costos, que tras dejar la embajada, se queda a vivir en Madrid, junto con su marido. Han terminado las obras y la decoración del espectacular piso que han comprado en el madrileño barrio de Salamanca que será su hogar en Madrid.

    La administración Trump ha cortado con los planes del obamismo por imponer la agenda LGTB en el mundo, a través de presiones diplomáticas, como la que le llevó a enfrentarse con el cardenal López Rodríguez, primado de Santo Domingo o a través de una nueva forma de colonialismo, el colonialismo ideológico sobre países de África, que fue denunciado por el papa Francisco.

    Obama llegó a crear la figura  del enviado especial para los Derechos Humanos de las personas LGTB. El propio secretario de Estado, John Kerry, dijo que “la defensa y promoción de los derechos de los LGTB son el núcleo de nuestro compromiso con la promoción de los derechos humanos en todo el mundo”.

    Todo eso ha cambiado con Donald Trump. No es anecdótico que el pasado mes de junio, cuando se celebra el Orgullo Gay, el republicano emitiera cinco proclamaciones independientes que reconociera a todos menos a los activistas gays y lesbianas.

    Y el embajador de un país estratégico como España-uno de los primeros del mundo en aprobar el matrimonio homosexual, en 2005, bajo el mandato de Zapatero- no es un activista LGTB sino un padre de familia numerosa.

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