¿Por qué Jane Austen defendía tanto el matrimonio?

    Carolyn Moynihan repasa en un artículo la defensa que la celebrada, y aún exitosa, escritora británica hacía sobre el matrimonio y su valor social y lanza la propuesta de recuperarlo.

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    Matrimonio canónico entre un hombre y una mujer /Pixabay
    Matrimonio canónico entre un hombre y una mujer /Pixabay

    Durante las últimas semanas, mientras que los admiradores de Jane Austen rendían homenaje a la famosa novelista en el 200 aniversario de su muerte, los devotos de un tipo muy diferente de ficción han estado centrados en el desenlace de la séptima temporada de Juego de Tronos

    Según se observa, esta serie de televisión que presenta más cadáveres que una concurrida morgue, es por alguna razón increíblemente popular. Me encontré un trailer de la serie con más de 35 millones de visitas.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Como ha observado un escritor, la muerte apenas se vislumbra en las seis novelas de Austen. Escribiendo en una época en la que la alta mortalidad infantil y las enfermedades comunes convertían a la muerte un visitante asiduo incluso entre las familias de nobleza, reclamando a la propia Austen a los 41 años, nunca mató a un personaje principal. Su preocupación es la vida y la gran institución que la genera y la nutre: el matrimonio.

    El hecho de que en nuestros días se haya perdido en gran medida la trama del matrimonio puede ser la causa del actual éxito de la escritora

    A pesar de las dramáticas diferencias entre su mundo y el nuestro, es este tema el que hace que sus historias resulten más didácticas para nuestro tiempo. El hecho de que en nuestros días se haya perdido en gran medida la trama del matrimonio puede constituir incluso la razón de que historias como Orgullo y Prejuicio sigan recabando audiencia transcurrido todo este tiempo: el noviazgo, el matrimonio, la intimidad, los niños, en ese orden: ¡como novela!

    El matrimonio dicta la arquitectura de una novela de Austen como lo hace en la comedia en general. Todas sus heroínas protagonizan un viaje de autodescubrimiento con el matrimonio de fondo; incluso Emma Woodhouse, compañera de su padre hipocondríaco, que dice que nunca se casará, se ocupa sin embargo de una manera freudiana de la formar de emparejar a otras mujeres.

    Jane Austen
    Jane Austen

    El matrimonio es una perspectiva cercana para los jóvenes de Austen, el comienzo de la vida adulta, no algo que ocurre -como es tan frecuente ahora- a mediados de la mediana edad, la guinda de un pastel que, ciertamente, está ya un poco rancio.

    El dinero y la clase social no lo son todo para las chicas georgianas. En verdad los medios relativamente modestos y las tradiciones en torno a la herencia hacen el «casarse» un tema importante para las hermanas Bennet de Orgullo y Prejuicio y para las hermanas Dashwood de Sentido y Sensibilidad– por no mencionar a Fanny Price, la pariente pobre del grupo en Mansfield Park – pero lo están naturalmente buscando, o incluso resistiendo, por amor.

    La amiga de Lizzy Bennet, Charlotte Lucas, «se asienta» por seguridad con el pomposo y dadivoso clérigo Collins, pero al entender el motivo, resulta claro que no es esta la solución que Austen quiere alentar.

    Los matrimonios con los que concluyen todas estas historias son parejas por amor que han soportado las pruebas del malentendido

    Anne Elliot, de Persuasión, tras años de ser rechazada por un hombre al que todavía ama porque carecía de riqueza y posición social, rechaza a otro pretendiente y parece resignada a la soltería en lugar de casarse para tener un techo sobre su cabeza.

    Los matrimonios con los que concluyen todas estas historias son parejas por amor que han soportado las pruebas del malentendido, la separación, la competencia, la humillación y todas las grandes y pequeñas dificultades a las que pueden enfrentarse los amantes de cualquier edad, aunque dentro de un misericordioso corto espacio de tiempo en la mayoría de los casos.

    Los noviazgos cortos son también razón de que las principales parejas de Austen resistan la tentación de poner el carro antes del caballo en términos de intimidad sexual. Las convenciones sociales garantizan que se reúnan sólo en compañía de otros, con alguna palabra en privado rara vez intercambiada en un rincón de la habitación o al pasear en el jardín.

    Esto ofrece la ventaja de que puedan aprender sobre el carácter del otro, ya que se relacionan con la familia, los amigos y la sociedad en general (algo que a menudo es divertido y siempre revelador en Austen) y no sólo cuando están inmersos en sus intenciones más  más dulces o galantes.

    A los jóvenes podríamos darles un ejemplar de Orgullo y Prejuicio para que lean algunas refrescantes ideas sobre la felicidad romántica

    Por el contrario, el sexo prematuro y la convivencia que ocupa en la actualidad cada vez más el lugar del noviazgo y del matrimonio es una apuesta que la mayor de las veces no lleva al compromiso matrimonial, sino que lo menoscaba. Si no queremos decirle esto a nuestros jóvenes esto, podríamos por lo menos darles un ejemplar de Orgullo y Prejuicio para leer algunas refrescantes ideas sobre la felicidad romántica.

    Pero el matrimonio en el mundo de Austen no se refiere simplemente a un vivir felices para siempre con Don Perfecto. A veces, como demuestran los padres de Bennet, implica un compromiso para siempre con la Señora o el Señor Equovocado.

    A pesar de los fracasos, sin embargo, el matrimonio sigue siendo la institución social por excelencia, uniendo a las familias y renovando la sociedad desde dentro. La familia georgiana, a menudo grande y que se extiende a través de una vasta red de relaciones, seguía siendo el fundamento de la sociedad. Fanny Price es una entre nueve hijos y es enviada a vivir con unos parientes más ricos que tienen cuatro vástagos propios.

    Los ricos tenían obligaciones respecto a sus parientes más pobres, que cumplen por lo general en las historias de Austen, aunque a veces con condescendencia.

    Es cierto que la industrialización estaba a punto de causar estragos en la vida familiar de las clases bajas, y que la pobreza se convirtió en un problema añadido para el Estado, pero sabemos por la historia más reciente (antes del divorcio y de la píldora) que donde el matrimonio seguía siendo la base de la vida familiar había capacidad de ascender socialmente incluso para los pobres. Y esto no deja de ser verdad.

    Hoy, cuando escuchamos advertencias sobre la «muerte de Europa» a causa de la descomunal caída de la fertilidad entre la población nativa, y la propagación de la pobreza entre las clases medias de Occidente a través del divorcio y la maternidad en soltería, el Estado de Leviatán nos trata a todos como individuos sujetos a sus designios.

    ¿Pero a quién le preocupa, mientras  tengamos un televisor y podamos ver Juego de Tronos?

    En uno de los nuevos libros que se han publicado con  motivo del bicentenario de Austen – Jane Austen, el radicalismo secreto – Helena Kelly encuentra toda clase de mensajes políticos subversivos entre las líneas de sus novelas (por ejemplo, «el sexo puede matarte»,  en referencia a la esposa muerta en La Abadía de Northanger, la sátira de Austen sobre las novelas góticas).

    Tal vez Austen criticara sutilmente las barreras de clase, la esclavitud y las condiciones del campesino pobre. Pero su mensaje más subversivo para nosotros hoy está claro: es el matrimonio el que da al amor romántico todo su alcance de felicidad y beneficio social, y no tienes que casarte, como no lo hizo la señorita Austen, para entenderlo.

    Carolyn Moynihan, la autora del artículo, es redactora adjunta de MercatorNet .

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