Antes de ponerme a ordenar las notas para escribir esta crónica sobre lo acontecido a lo largo de doce intensísimas horas en el I Congreso sobre Género, Sexo y Educación, he puesto sobre mi escritorio la piedra que, escondida en algún bolsillo o mochila, portaba una de las personas que esta mañana han intentado, por la violencia, impedir la libertad de expresión y de reunión, entre otros derechos fundamentales.
A Dios gracias, los guardas de seguridad y la Policía han hecho su trabajo (dos de ellos han sido detenidos) y han logrado que el pedazo de adoquín que ahora tengo sobre la mesa no terminara por impactar en la cabeza de algunos de los presentes.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEsa piedra es el símbolo perfecto del muro de silencio que en torno a la ideología de género se había instalado en España desde hace décadas y que se ha empezado a resquebrajar tras un año muy intenso de denuncia pública sobre el carácter totalitario de las leyes LGTBI en España (primero con un libro, luego con el famoso autobús naranja).
«Hoy no ha sido una sino ocho las personas que han mostrado desde la ciencia, la farsa del misterio del traje nuevo de la ideología de género»
Durante años, nadie se atrevió a decir con tanta naturalidad que el emperador estaba desnudo; que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva; que no se puede cambiar de sexo; que viene determinado por los genes desde la fusión del espermatozoide y el óvulo; que el sexo no cambia en función de una opinión o una percepción, personal o externa; que sólo hay hombres y mujeres; que el género es un invento de la izquierda para trasladar la lucha de clases al hogar y destruir a la familia…
Frente a las agresiones físicas, las mentiras, las coacciones, las sanciones administrativas (triste consuelo para quienes han visto cómo una y otra vez la justicia ha respaldado a HazteOir.org y CitizenGO) y las presiones de todo tipo, hoy no ha sido una sino ocho las personas que han mostrado desde la ciencia, la farsa del misterio del traje nuevo de la ideología de género, ese que es, en realidad, una mentira frente a la que muchos asienten por ignorancia, por miedo, por fanatismo o por comodidad.
Más de 200 personas en directo y muchos miles a través de la transmisión en directo a través de Facebook y YouTube, han atendido sin despegarse prácticamente de la silla al verbo directo y desacomplejado de Miriam Ben-Shalom, lesbiana y exmilitar, icono durante un tiempo para el lobby LGTBI hasta que empezó a denunciar, como hoy, que «la transexualidad no debería figurar en el acrónimo LGTBI porque es una fantasía». Recuerden: palabra de lesbiana. [Vídeo en español e inglés].
Ha llegado el momento de decir a esa derecha acomplejada en lo ideolóigico y atrincherada en la economía que el meolo de la cuestión «es la cultura, estúpidos»
Un invento de la nueva izquierda
También a la locuacidad de Agustín Laje, politólogo argentino de discurso frenético, claridad expositiva y rapidez mental, quien explicó cómo la nueva izquierda construyó la ideología de género mientras la nueva derecha silbaba, o mugía, como las vacas al ver pasar el tren.
La izquierda lo hizo con las aportaciones de Herbert Marcuse, que animó una nueva forma de revolución «contra la totalidad de una sociedad próspera»; Simone de Beauvoire («No se nace mujer, se llega a serlo»); Kate Millet («Lo personal es político»); Monique Wittig («la mujer no existe»); o Judith Batler («El sexo siempre fue género»).
Una ideología definida como «un conjunto de ideas anticientíficas con propósitos autoritarios que desarraigan la sexualidad humana de la Biología para hacerla un concepto cultural basado en la autopercepción«.
¿Y la derecha? ¿En qué ha estado la derecha todo este tiempo? La nueva derecha, frente a la nueva izquierda se ha dejado colonizar por falta de intelectuales, «hasta el punto de negar que lo es, mientras la izquierda se reivindica a pesar de haber matado a más de 100 millones de personas en 100 años».
A su juicio ha llegado el momento de decir a esa derecha acomplejada en lo ideológico y atrincherada en la economía que el meollo de la cuestión «es la cultura, estúpidos». [Vídeo en español e inglés].
El único tratado internacional con fuerza vinculante que define el género lo hace diciendo que «se refiere a los dos sexos»
La falacia del derecho internacional
Una de las consecuencias de la deserción de la derecha ha sido la parasitación de los organismos internacionales por parte de los partidarios de la Ideología de género, de tal forma que han hecho creer a casi todo el mundo que existe un cuerpo legal en vigor que obliga a los estados a asumir todos sus postulados.
Se trata de un castillo de naipes que con meticulosidad ha desmantelado el abogado español Rubén Navarro, especialista en derechos humanos en los organismos internacionales. Navarro ha recordado que el único tratado internacional con fuerza vinculante que define el género lo hace diciendo que «se refiere a los dos sexos», varón y mujer, sin posibilidad de cualquier otra interpretación.
Navarro ha recordado que, con igual fuerza jurídica, ha quedado establecido que «no existe obligación jurídica de los estados para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo» y que los llamados Principios de Yogyakarta (un papel que se presenta de forma rimbombante bajo el sobrenombre de «la biblia LGTBI») no tienen fuerza legal ninguna. [Vídeo en español e inglés].
Cretella apuesta por combatir el acoso a las personas transexuales «con reeducación del carácter y respeto a la dignidad humana» por su propia esencia y «no por una característica concreta»
Lo que es «normal» en el sexo humano
La mañana avanzaba en el Congreso sin sobresaltos y con un nivel de atención hacia quien estaba en el uso de la palabra que hace años que no se ve, por ejemplo, en el Congreso de los Diputados. La doctora Michelle Cretella, presidenta del Colegio Americano de Pediatras recordó que «el sexo es innato y no se puede cambiar»; que «no se asigna y está presente en la fertilización y se expresa ya en el útero»; y que «los sentimientos no están codificados en el ADN».
En este sentido, subrayó que «normal» es «lo que funciona de acuerdo a su diseño», algo que tantas veces se ha intentado explicar con piezas de puzzle o con el mecanismo de cierre del cinturón de seguridad de un avión. Aún así hay quien no lo ve.
Esto no es óbice para que haya que hacer lo imposible para evitar episodios de acoso con los casos «muy excepcionales» de defecto congénito, que en cualquier caso «no invalidan la regla binaria» de la sexualidad humana.
¿Y cómo combatir el acoso? «Con reeducación del carácter y respeto a la dignidad humana» por su propia esencia y «no por una característica concreta».
Parada y fonda, que la mañana había sido intensa. En el pasilleo, los corrillos, ambiente general de satisfacción. El medio centenar de ejemplares de ‘El libro negro de la Nueva Izquierda«, de Agustín Laje y Nicolás Márquez, se vendió en un abrir y cerrar de ojos. Con razón se ha convertido en un título imprescindible en su género (esta vez sí, género) y es un súperventas en varios países. [Vídeo en español e inglés].
«Si no lo entiendes es que lo has entendido», explicó Stanton con ironía sobre las incongruencias de la Ideología de género
La inconsistencia de una mentira anticientífica
Vuelta a la carga hora y media después, de la mano de la brillante y dinámica claridad expositiva de Glenn Stanton, director del Área de Estudios de la organización americana Focus on the Family y experto desde hace años en Ideología de género.
Stanton está muy acostumbrado a intercambiar impresiones con personas que forman parte del conglomerado LGTBI y está convencido de que la mejor forma de mostrar amor y respeto por ellos es «decir la verdad con amor».
Esto supone afirmar que «la ideología de género es una mentira» que está llena de contradicciones que es bueno señalar. Por ejemplo: la inconsistencia del número de géneros, que ha llevado a situaciones kafkianas, como que unos grandes almacenes vendiera una camiseta con el lema «no hay sólo dos géneros» y al hacer el pedido a través de la web se requería determinar si se deseaba comprar el modelo de hombre o el de mujer.
O el mantra autodesmentido de que «lo binario es malo», cuando muchas de las lógicas internas de la Ideología de género se basan precisamente en esa diferenciación hombre-mujer. Así, Stanton ha recordado que la lesbiana se define por no mantener relaciones sexuales con varones (sin mencionar al resto de supuestos ‘géneros’); el homosexual, justo al contrario, con igual incongruencia; el bisexual… ¡ah, el bisexual! en el nombre lo lleva: sexo con hombres y mujeres, nada más -y nada menos-; también en la definición de transexualidad juega un papel imprescindible el concepto binario, pues sólo se contempla la transición de hombre a mujer y viceversa. Y así hasta el infinito.
Stanton también señaló que la ideología de género también tiene su trampa interna «en la afirmación de que la masculinidad y la feminidad son construcciones sociales… salvo en el caso de la transexualidad», de tal forma que se dice de quienes se encuentran en tal situación, por ejemplo, que por fin «era la mujer que siempre había sido» tras nacer varón y ‘hacerse’ mujer. O sea, que lo había sido «de siempre», lo que supone que es innato y no un constructo social. ¿O no? «Si no lo entiendes es que lo has entendido», explicó Stanton con ironía.
Estas y otras incoherencias internas llevan a afirmar, como Stanton, que «la teoría de género es sólo teoría, porque es intrínsecamente anticientífica«. [Vídeo en español e inglés].
La apuesta de los ideólogos de género por la hormonación cruzada de prepúberes y adolescentes es cada vez más alta. Ante esto, Hruz no se ha andado por las ramas: «El cambio de sexo es imposible»
Tratamientos a granel sin respaldo científico
El doctor Paul Hruz centró su exposición en los peligros de las llamadas terapias de reasignación, bien a través de hormonación cruzada o, en segunda instancia, mediante la cirugía de modificación de los órganos sexuales externos.
Tal y como ha expresado, las causas de la ‘discordancia de género’ no están claras y, en esa medida, aplicar terapias que pueden producir cambios irreversibles parece cuando menos, arriesgado. Lo que sí está claro es que 1) «no hay ninguna prueba de un gen transexual», como se ha demostrado en estudios realizados con gemelos idénticos; 2) que los factores ambientales del desarrollo de la persona influyen mucho; y 3) que lo más probable es que el desencadenante sea multifactorial.
Pese a todas las dudas científicas, la apuesta de los ideólogos de género por la hormonación cruzada de prepúberes y adolescentes es cada vez más alta. Ante esto, Hruz no se ha andado por las ramas: «El cambio de sexo es imposible», ha reiterado, aunque «sí esposible el cambio de la apariencia», sobre la que cada vez hay más peticiones de vuelta atrás. [Vídeo en español e inglés].
Gabriele Kuby ha denunciado que el supuesto «paraíso» que se promete con la promoción de la «liberación de la lujuria» no existe
Una llamada a la desobediencia civil
Mediada la tarde, llegó el turno de Gabriele Kuby, una socióloga que, desde su larga experiencia academica y, sobre todo, vital, afirmó sin pestañear que los ideólogos de género «toman a nuestros hijos y los manipulan de la misma manera que se hace con los niños soldado», a través de leyes «totalitarias» como las que se han aprobado o están en trámite en España.
Kuby, con la contundencia de su carácter alemán, ha denunciado que el supuesto «paraíso» que se promete con la promoción de la «liberación de la lujuria» no existe y que sus frutos son «matrimonios rotos, infancias arruinadas, extensión de la pornografía, etc.» que llevan a «una decadencia cultural frente a la que la sociedad ha perdido la capacidad de reaccionar».
A pesar de ello, sostiene que «se está dando un despertar tardío» del que el Congreso #GenderAndSex es buena muestra, pero que ha de continuar porque «en cuanto no hay resistencia dan diez pasos al frente» mediante subterfugios como la «nueva palabra mágica: inclusión».
Frente a las políticas educativas que llevan a las aulas programas de adoctrinamiento e hipersexualización de los menores, Kuby alienta a «luchar y romper el silencio». En este sentido se ha dirigido en especial a los hombres, a quienes ha instado a «resurgir frente a las acusaciones constantes del feminismo».
«Tenemos que practicar la desobediencia civil», ha incidido Kuby, en una sociedad que «hace difícil tener familias felices». Sin embargo, lograrlo «es el acto político más importante que podemos hacer» porque «si no tenemos familias felices no tenemos identidad», ha subrayado. [Vídeo en español e inglés].
Walter Heyer, extransexual: «Es una barbaridad, sólo es cosmético. Es como volver al carnaval todos los días. No es real»
El carnaval de pesadilla de Walter Heyer
El cierre del Congreso estaba reservado, como no podía ser de otra manera, para Walter Heyer, «73 años de experiencia real enfrentándome a experiencias transgénero», dice de sí mismo. La abuela de Heyer le plantó «la semilla de la disforia de género» a los cuatro años y aquello estuvo en su mente desde entonces «todo el día, como una radio encendida».
Heyer se difrazaba de mujer y se escondía porque, confiesa, «me daba vergüenza». Se casó y tuvo hijos y tras casi 20 años de matrimonio, se divorció para someterse a un proceso hormonal y de cirugía para convertirse en Laura Jensen durante ocho años en los que el estudio de la Psicología le descubrió su realidad: «Tenía un problema psicológico que no puede arreglarse con tratamientos médicos», ha explicado. Walter Heyer recuperó su masculinidad y se casó de nuevo, no sin antes haber intentado suicidarse con una sobredosis de cocaína.
Desde su experiencia no tiene reparos en afirmar ante quien quiera escucharle que el proceso de hormonación y las mutilaciones genitales a las que se sometió le destrozaron la vida. Y lo dice con crudeza: «Es una locura cortar, como si fuera en la carnicería, partes de un cuerpo«. Lo sabe por propia experiencia y porque recibe cartas de personas que están pasando por lo que él pasó. Le dicen: «El mayor error de mi vida fue cambiarme de sexo. ¿Me puedes ayudar?».
Y pocos mejor que él para responder a este ruego casi desesperado para salir de esa falsedad que describe así: «Es una barbaridad, sólo es cosmético. Es como volver al carnaval todos los días. No es real».
Hoy reconoce que antes de la transformación lo que necesitaba es que un amigo le hubiera dicho «no lo hagas» y añade: «Que alguien me dijera la verdad«. [Vídeo en español e inglés].
Al fin y al cabo, necesitaba que el niño del cuento le advirtiera de la desnudez del emperador de género; de que todo es una fantasía; de que hay que dar la batalla cultural frente al paradigma de la nueva izquierda. A Heyer le hubiera cambiado la vida si alguien le hubiera alertado sobre el inexistente soporte jurídico internacional y sobre la inconsistencia de los argumentos que le llevaron a mutilarse. Habría evitado muchísimo sufrimiento para sí y sus más allegados si hubiera sabido que la ciencia desmonta la Ideología de género y que los caminos que le ofrecieron no están médicamente testados aún hoy. Heyer no habría vivido un infierno si hubiera caído en la cuenta de que es necesario romper el muro de silencio y rebelarse contra el dogma de género.
El I Congreso sobre Sexo, Género y Educación -cuya declaración final está abierta a la adhesión de cualquier ciudadano [en español e inglés]- ha llegado tarde para Heyer, casi 40 años tarde. Pero puede que no sea tarde para muchos otros atrapados en la telaraña de la ideología de género. Si ha sido así, benditas las piedras.
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