Acoso y derribo a Cañizares… y ahora ¿qué?

    Se le ha atacado porque, si unos lo insinuaron hace años, otros se han decidido a poner por obra la intransigencia, la censura y el apartheid.

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    Cartel distribuido en redes sociales en respaldo al cardenal Cañizares / MasLibres.org
    Cartel distribuido en redes sociales en respaldo al cardenal Cañizares / MasLibres.org

    En las últimas semanas las fuerzas de la corrección política y las huestes de la ideología de género, que se presentan como una hidra de más de siete cabezas, han cargado contra el cardenal Antonio Cañizares.

    Al cardenal no se le ha atacado, contra lo que pudiera parecer, por haber identificado este cúmulo de fuerzas sociales postmarxistas, pero igualmente dialécticas, bajo el nombre de “imperio gay”.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Se le ha atacado porque, si unos lo insinuaron hace años, otros se han decidido a poner por obra la intransigencia, la censura y el apartheid.

    A principios de 2011, Bibiana Aído, ya rebajada a secretaria de Estado de Igualdad bajo el mando de Leire Pajín, impulsó la llamada Ley de Igualdad de Trato, que no era otra cosa que una ley ‘Gran Hermano’, que finalmente no se aprobó.

    Zapatero quiso instaurar por ley el delito de opinión. Sus hijos políticos hoy lo quieren imponer sin ley, por sus pistolas

    Pero en su articulado quedaba patente que cualquiera que osara cuestionar los postulados de la ideología de género, sería, no ya objeto de una llamada al orden o de un intento de linchamiento mediático, sino objeto de sanción.

    Zapatero quiso instaurar por ley el delito de opinión. Sus hijos políticos hoy lo quieren imponer sin ley, por sus pistolas.

    Y no es que con anterioridad no hubieran intentado. Lo hicieron con otros eclesiásticos como Antonio María Rouco, Francisco Javier Martínez, Juan Antonio Reig, Joaquín María López de Andújar o José Rico, por citar algunos.

    En todas las ocasiones en los que intentaron silenciar su voz ante los tribunales, los amantes de la guillotina intelectual han salido escaldados. Calumnia, que algo queda.

    Porque esa es la cuestión. Ahora ¿qué? ¿Quién se hace responsable de los ataques gratuitos, de los intentos de censura, de los conatos de internamiento en chekas periodísticas y de los fusilamientos en los paredones mediáticos?

    Por desgracia, como Polifemo ante Ulises, la respuesta es nadie.

    Y por fortuna, en el fondo poco importa. Porque el agraviado les ha perdonado, aún las ofensas a su Madre del cielo. Y el pueblo valenciano ha mantenido su grito: ¡Valencians tots a una veu: Viva la Mare de Deu!

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".