Cruda realidad / Atención pregunta: ¿Tiene la religión la culpa de todas las guerras?

    La BBC se plantea '¿Sería el mundo más pacífico si no existiera la religión?'. Se refiere a los recientes ataques en nombre de Alá, pero también cuestiona al cristianismo como origen de muchas guerras. ¿Y lo de poner la otra mejilla qué?

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    Sitio de Jerusalén durante la Primera Cruzada para conquistar Tierra Santa de manos de los musulmanes. /Wikimedia
    Sitio de Jerusalén durante la Primera Cruzada para conquistar Tierra Santa de manos de los musulmanes. /Wikimedia

    Qué bien estaríamos sin religión, ¿verdad? Tantas guerras, tantas divisiones en el mundo tienen en la religión su causa y su razón de ser, tanta opresión, limpiezas étnicas, homicidios…

    Hace ya años se produjo una cuádruple ofensiva atea -Daniel Dennett, Sam Harris, Richard Dawkins y Christopher Hitchens- para desbancar definitivamente la nociva idea de Dios de nuestra civilización, y el libro de este último, ‘Dios no es grande’, adelanta con especial vehemencia la tesis de que la religión está detrás de todas las grandes guerras.

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    Recientemente la BBC se planteaba: ‘¿Sería el mundo más pacífico si no existiera la religión?’, y no puede decirse que sea inoportuna la pregunta en un momento en que Europa se conmueve por los recientes ataques perpetrados en el nombre de una fe.

    El texto de la cadena británica recuerda que desde los albores de la humanidad, las guerras que conocemos han estado inextricablemente vinculadas a la religión, de modo más expreso en las religiones monoteístas.

    ¿Caso cerrado?

    No, naturalmente, la tesis es una soberana estupidez. Si la religión ha estado inextricablemente vinculada con la guerra, también lo ha estado con el folclore, con el sexo, con las formas sociales, con las artes y, en fin, con cualquier manifestación humana, sencillamente porque la religión representa la visión que una sociedad tiene sobre el universo y el papel del hombre en él.

    Es una tesis descerebrada cuando en el siglo XX regímenes ateos, como los Stalin, Mao, han organizado matanzas difíciles de asimilar

    Es una tesis especialmente descerebrada cuando aún tenemos cerca un siglo, el XX, en el que regímenes ateos han organizado matanzas difíciles de asimilar. Incluso antes era difícil sostener que «el ateísmo no produce guerras», sencillamente porque no ha habido civilizaciones ateas. Y cuando aparecieron, su historial de paz dejó muchísimo que desear: Stalin, Mao, Pol Pot…

    Hitchens responde a esto con una evasiva: el comunismo soviético no era en realidad ateo, aunque así se denominase; era una forma disfrazada de religión. En este punto el debate puede darse por terminado: yo decidiré qué es religión, de modo que la realidad se adapte a mi tesis, no importa que la supuesta «religión» haya adoptado la forma de un vociferante ateísmo.

    En realidad, es mucho más probable la tesis contraria, al menos en la religión que mejor conozco, la mía, a saber: en las supuestas ‘guerras de religión’ -como la terrible Guerra de los Treinta Años que redujo en un tercio la poblacion alemana-, la confesión de fe fue una excusa de la ambición territorial pura y dura.

    Domingo sangriento durante el conflicto irlandes
    Domingo sangriento durante el conflicto irlandés

    Es muy evidente que la religión funciona como ‘marcador étnico’, y así tuvimos en los años 70 y 80 el conflicto del Ulster que en teoría enfrentaba a católicos contra protestantes en Irlanda del Norte. Pero es bastante claro que ninguno de los dos bandos tenía la menor pretensión de convertir al otro o extender la fe.

    Hasta qué punto ‘católico’ y ‘protestante’ llegó a ser una etiqueta tribal sin la menor relación con las creencias lo revela una anécdota periodística del tiempo. Un reportero, micrófono en mano, se dirige a un viandante en Belfast para pulsar su opinión. «¿Es usted católico o protestante?». El aludido responde: «Yo soy ateo», a lo que el periodista, sin arredrarse, replica: «Sí, pero, ¿ateo católico o ateo protestante?».

    Tengo leído, y no voy a pararme a comprobarlo, que la palabra sanskrita para «guerra» significa etimológicamente «pelea por las vacas». No necesito, en realidad, que esta pildorita de conocimiento de Reader’s Digest sea cierta para advertir que las tribus llevan luchando desde que existen grupos humanos por las misma razones que disputan las personas, y que vienen a coincidir asombrosamente bien con los siete pecados capitales.

    En realidad, dudo que el ateo profesional -llamémosle así- tenga en la cabeza cuando dice «religión» lo mismo que yo cuando pienso «cristianismo».

    Él, al partir del concepto como de una ilusión, una falsedad, engloba todas las que existe en variantes de una misma realidad.

    Yo, que considero el cristianismo verdadero y las demás religiones, falsas, veo que entre unas y otras hay verdaderos universos de diferencia.

    Miembros del grupo terrorista Estado Islámico /Wikimedia
    Miembros del grupo terrorista Estado Islámico /Wikimedia

    No puede ser igual, de ninguna manera, una religión fundada por un exitoso caudillo militar que muere de una indigestión pasada la cincuentena que otra predicada por un humilde carpintero que muere en una cruz.

    La Iglesia fue la ONU medieval, sólo que más eficaz y decretó ‘paces de Dios’, trato a los prisioneros o prohibición de atacar a la poblacion civil

    Es imposible que evolucione igual una fe nace ya triunfante, y a pocos años de la muerte de su fundador domina ya un imperio, que otra asociada a los esclavos y a gente de mal vivir, prohibida y vivida en la clandestinidad y el desprecio durante sus primeros tres siglos de existencia.

    La guerra es una realidad humana inerradicable, y ni siquiera el mensaje de amor del cristianismo ha logrado extirparla. Pero, durante los siglos en que la Iglesia fue un poder de primer orden en nuestras sociedades, hizo algo igual de bueno: humanizarla.

    La Iglesia fue la ONU medieval, solo que más eficaz, y decretó ‘paces de Dios’ -días del año en los que estaba prohibido guerrear bajo pena de excomunión-, legislando sobre trato a los prisioneros, treguas para enterrar a los muertos, prohibición de atacar a la poblacion civil y muchas otras normas que habrían de heredar los Estados seculares.

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