Hace unos días, presentamos el Informe de ataques a la libertad religiosa en España 2018, donde recogemos 200 casos. Durante la presentación del mismo, me llamó la atención algunas de las preguntas que me hicieron y sobre las que me gustaría reflexionar hoy aquí.
Primera pregunta: ¿Por qué lo que hace un concejal en un pueblo lo incluís como ataque a la libertad religiosa que tiene como responsable a su partido político?
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraUno de los apartados de nuestro informe que más polémica causa cada año es el gráfico por partidos, en el que recogemos los ataques cometidos por las agrupaciones políticas. Lo encabezan en 2018 Podemos, PSOE e Izquierda Unida, aunque los resultados de otros años no difieren demasiado.
Recogemos como ‘caso’ todas las declaraciones de políticos en contra de la libertad religiosa, las mociones de laicidad (en la que suelen estar presentes varios partidos políticos) o cuando un partido prohíbe o elimina un símbolo religioso.
Me causó bastante estupor que el representante de una confesión religiosa me preguntara lo siguiente: “¿Por qué incluís en ese gráfico ataques de cualquier concejal de un partido? Porque ese concejal no representa a todo el partido”.
Tal y como le contesté, lo que hace un concejal sí representa a toda su agrupación política, ya que ha sido elegido por los ciudadanos en una lista con esas siglas.
Segunda pregunta: ¿Por qué consideráis como ataques que se quite la asignatura de Religión? La Constitución recoge el derecho a la libertad religiosa, pero se puede interpretar de diferentes formas.
Un sacerdote ortodoxo le dijo: “¿Sabe que, cuando yo salgo de aquí, me tengo que quitar el alzacuellos para que no me insulten?”
Esta pregunta me la realizó un funcionario de un organismo público. Después de haberse estudiado una oposición, ¿de verdad que no sabe que la Constitución española está desarrollada en leyes? Y quizás se le ha olvidado que el derecho a la libertad religiosa se recoge, entre otras normas, en los acuerdos con las confesiones religiosas. Es más, el Acuerdo con la Santa Sede es un tratado internacional al ser el Vaticano un Estado.
Tercera pregunta: ¿Por qué os quejáis tanto, si no hay tantos casos?
La pregunta no era así literal, pero en el trasfondo eso era lo que conllevaba, y lo he escuchado de muy diversas formas, pero con el mismo fondo. Lo que dijo este mismo funcionario fue: “Tan poco es para tanto. Porque exista un Willy Toledo…” (ya que en varios casos él es “la estrella”).
En ese momento le dije: “Un Willy Toledo y 53 ataques a templos, por darle la cifra más alarmante”.
Pero a veces los números quedan muy fríos y son los protagonistas los que hablan. En ese mismo momento, un sacerdote ortodoxo le dijo: “¿Sabe que, cuando yo salgo de aquí, me tengo que quitar el alzacuellos para que no me insulten?”. Y una joven universitaria le explicó: “Más de una vez me han mirado mal en la universidad o me han apartado simplemente por llevar una cruz”. Y ahí, este representante, ya no pudo argumentar más.
Y ahora, días después, reflexionando sobre estas preguntas que aún me dejan atónita, pienso: ¿De verdad son dudas sobre libertad religiosa o son excusas para decir que no pasa nada?
Que no pasa nada porque “pintarrajeen” una decena de iglesias el 8 de marzo.
Que no pasa nada porque peguen a unos jóvenes por llevar la camiseta de una universidad católica.
Que no pasa nada porque insulten a los fieles cuando van a rezar.
Que no pasa nada porque, piensan, los creyentes deberían estar bien calladitos y encerraditos en sus templos.
Y estos “que no pasan nada” salen de la boca tanto de creyentes y no creyentes por igual, de tal forma que termina la libertad religiosa empequeñecida en un rincón.