Podemos no hace política, hace teología

    Ellos sí creen que la Verdad, o sea, Cristo, nos hace libres. Por eso quieren deshacerse de Él, otra vez. Y tantas veces cuantas perciban un aliento de vida en sus seguidores. Un solo cristiano es una semilla de libertad y debe morir.

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    Es un fenómeno a considerar: la Iglesia Católica es, en lo mundano, apenas una ciudad pequeña, con una administración notablemente más reducida que la de cualquier Estado moderno, una organización jerárquica que permite el disenso –cuando no la oposición interna más feroz- y que tarda decenios en tomar medidas para, por ejemplo, apartar de sus puestos a los díscolos.

    La Iglesia no depura como hacen los comunistas y, si aparta de sus funciones o corrige a ciertos teólogos, lo hace solo después de años de advertencias y de permitirles la libre exposición “ad intra” de sus ideas. Teniendo en cuenta que tampoco obliga a “militar” en el Catolicismo a punta de pistola, como sí hacían los viejos comunistas, ni a golpe de sable, como sí hacen ahora los musulmanes del ISIS, no se entiende la inquina y las campañas en su contra que genera la Iglesia Católica.

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    Ni siquiera, como estado, dispone de un ejército y se encuentra perseguida, asediada y martirizada, cruenta o incruentamente, en el 90% de los territorios donde se practica la fe en Cristo, el Hijo del Dios Vivo.

    Papa Francisco y padres sinodales
    El Papa Francisco y varios padres sinodales se protegen del viento, en la Santa Sede. (Fotografía: Maurizio Brambatti)

    Vengo a decir que la Iglesia es algo insignificante desde el punto de vista político, sin elementos de coacción o de fuerza, y cuya influencia real en Occidente es casi nula: ¿quién escucha al Papa? ¿Quién obedece a los curas? ¿Quién no se ríe de lo que dice la Iglesia? ¿Quién no la insulta, displicente, o manipula sus enseñanzas? Enseñanzas que, en cualquier caso, afectan solo a los católicos. Los ateos, agnósticos, intelectuales de salón, relativistas y demás ralea, tendrían que pasar olímpicamente de lo que dice la Iglesia. Es más: no deberían perder ni un minuto en escucharla.

    «Los que atacan a la Iglesis no dejan en pie ni su historia: oscura, macabra, retrógrada. No se dan cuenta de que ahí están Gaudí, Miguel Ángel, Cervantes o Lemaitre -el cura del Big Bang

    Y, sin embargo, el odio que se desencadena contra la Iglesia Católica es feroz, constante, desde todos los frentes, por cualquier motivo. Es un odio muchas veces irracional, desmesurado; y, siempre, infinitamente mayor que la pequeñez y mansedumbre del agredido.

    Los que atacan a la Iglesia no dejan en pie ni su historia: oscura, macabra, retrógrada. No se dan cuenta de que ahí están Gaudí, Miguel Ángel, Cervantes o Lemaitre –el cura del Big Bang– para rebatir en silencio todos sus argumentos. No se dan cuentan de que ahí está Don Quijote o la catedral de Burgos o el canto gregoriano o el champagne y la noble cerveza de los monjes. No se dan cuenta de que ahí están los misioneros muriendo como perros en tierras lejanas y hostiles. Como no se dan cuenta de que en la América que fue española los indios no fueron exterminados y los anglosajones cometieron un genocidio indígena.

    La Capilla Sixtina, realizada por Miguel Ángel / Wikipedia
    La Capilla Sixtina, realizada por Miguel Ángel / Wikipedia

    No se dan cuenta de que Evo Morales es un indio entre millones y millones en ese continente. Busquen indios en New York, por ejemplo. La realidad siempre vence a la propaganda para la gente de bien. La propaganda, la mentira, se impone gracias a la complicidad y la inspiración de aquel que es el padre de la mentira, entre todos aquellos a los que Cristo denunció como hijos del diablo. Naturalmente, me dirán, se refería a los fariseos.

    Claro. Los fariseos. Nadie es más fariseo que un comunista o que su abuelo ideológico, un protestante. Todo consiste en ahogar el misterio. Y se ahoga el misterio porque se teme a la libertad. El líder político teme a los hombres libres y necesita imperiosamente acabar con ellos. ¿Cómo se acaba con un hombre libre? Acabando con el espacio del misterio. Ahogando el misterio en normas, ideologías, prejuicios, dogmas.

    Me explicaré, aún a riesgo de alargarme y de que ustedes se cansen. Pero el tema merece una cierta reflexión filosófica, esa de la que tanto gustan los intelectuales de salón, los ateos y los progres en general. Les invito a que me sigan.

    Vayamos al Extremo Oriente para tener perspectiva

    Mientras que el pensamiento occidental, desde Platón y Aristóteles a Hegel, pasa por la dialéctica entre opuestos: absoluto, nada; teoría, práctica; ideas, realidad; fondo, forma; y por la noción judeocristiana de la creación de la nada y de un Creador –o Demiurgo, según Platón-, por tanto, de la separación entre observador y observado, creador y criatura, acción y resultado; el pensamiento chino discurre en la realidad como proceso: un proceso total y continuo donde todo está en acción y movimiento y ya produce unos resultados. La acción, para el oriental, consiste, al mismo tiempo, en no hacer y hacer.

    No hacer crecer la planta a base de estirarla, acelerando el proceso y acabando con ella. No dejar de cavar la tierra alrededor.

    Se trata de escuchar o empatizar con la situación, con el entorno. Lo que conlleva abrir espacios de libertad, espacios para la reflexión, espacios para la reacción y la adaptación.

    Sin flexibilidad no hay espacio: no te puedes mover. (Empiecen a considerar aquí, la rigidez de los sistemas comunistas y su severa estratificación jerárquica).

    Paradójicamente, el chino, que se considera parte indistinta del proceso, ocupa un espacio como ser humano distinto y más amplio que el espacio del ser planta. Este espacio es el que le permite respetar, esperar, actuar sobre el ser planta sin verse afectado directa e inmediatamente por su actuación.

    Espera que la planta crezca actuando sobre las circunstancias de la planta en su favor. (Consideren aquí la “política lenta” de la Iglesia a lo largo de la Historia, como decía al principio).

    El cristianismo ha sido motor de progreso y de avance científico -sobre todo a partir de los siglos XVI, XVII y XVIII

    En este sentido, el Cristianismo ha sido motor de progreso y de avance científico –sobre todo a partir de los siglos XVI, XVII y XVIII, superando a China- porque ha dejado un espacio abierto casi infinito.

    La clave es la pregunta de Pilatos a Cristo: ¿Qué es la verdad?

    Y no hay respuesta. Hay silencio. Espacio. Un espacio inmenso que Aquel que se dice Todo (Dios) abre cuando calla. Un espacio total donde caben todas las preguntas.

    La Verdad no responde y, al mismo tiempo, Aquel que ahora calla ha dicho que la Verdad existe y es Él en persona. También se ha definido como Amor. Luego no basta el lenguaje para conocer la verdad, ni para expresarla, ni basta SOLO la razón. Tampoco la verdad se opone a nada: calla. Por lo tanto, la verdad que propone Cristo es la apertura de un espacio infinito, que solo puede llenar otro infinito que es Él mismo. Un infinito que ha destruido, al encarnarse, la dialéctica citada al principio: un Todo que une idea y realidad, teoría y práctica, fondo y forma.

    Una niña cristiana reza por la Paz/ Gustavo Kralj/Gaudiumpress
    Una niña cristiana reza por la Paz/ Gustavo Kralj/Gaudiumpress

    Lo une de tal modo que el Cristianismo no es una religión: no es un conjunto de normas morales, ni un consuelo, ni una explicación del proceso continuo y una adaptación a él (budismo), que solo puede concebirse circularmente porque no hay principio creador y, por tanto, no hay final; ni siquiera es un conjunto dogmático fosilizado (islam) porque la palabra de Alá es inmutable –al no permitir interpretación, se cierra al progreso, porque cierra todo el espacio en el dogma de la infalibilidad de esa palabra-.

    Podría aducirse que el Cristianismo tiene dogmas. Cierto, pero poquísimos. Cuatro o cinco: aquellos que delimitan el espacio, aquellos que, al delimitarlo, paradójicamente, lo hacen infinito (Si Dios no es Trino, no hay relación absoluta posible, no hay acción absoluta posible, por tanto no hay acción libre posible: el oriental es un determinismo “surfeante” sobre la inevitabilidad del movimiento contínuo). El Corán es todo él un dogma que no deja espacio. Ni siquiera a la duda –al ateo se le lapida-.

    El espacio es lo que propicia la libertad y la expresión. Incluso físicamente: si la boca está amordazada no puede moverse y no puede emitir sonidos. Y el hombre no puede hablar. Si la planta no ocupa un espacio, no puede crecer.

     Pablo Iglesias, sumo sacerdote

    ¿Qué hace Podemos como partido neomarxista? Eliminar todo espacio que no se rinda ante sus dogmas. Siguiendo a Gramsci, el espacio cultural es el primero que hay que eliminar, por conquista: vaciarlo de libertad para llenarlo de consignas. El sistema liberal moderno hace lo propio al llenar el espacio de un relativismo que ahoga la libertad. El liberalismo moderno es hijo del marxismo, naturalmente.

    La simpatía islam-izquierda no es “contra natura” sino muy coherente: ambos necesitan ahogar el espacio de la libertad que ha abierto el Cristianismo

    Por lo tanto, Podemos tiene que enfrentar su fe en el comunismo marxista no a cualquier otra fe, sino solo a aquella que facilita y potencia el ejercicio práctico de la libertad real. La simpatía islam-izquierda no es “contra natura” sino muy coherente: ambos necesitan ahogar el espacio de la libertad que ha abierto el Cristianismo, como ya ha quedado demostrado.

    ¿Es concebible un líder comunista que calle cuando le pregunten sobre su verdad? ¿Es concebible un líder musulmán que calle cuando le pregunten lo mismo?

    Pablo Iglesias e Íñigo Errejon, número dos de Podemos, celebran los resultados la noche del 20-D/Fuente:EFE.
    Pablo Iglesias e Íñigo Errejon, número dos de Podemos, celebran los resultados la noche del 20-D/Fuente:EFE.

    No, es imposible. Y cuanto más hablen, más cerrarán el espacio de la libertad. Por eso habla tanto Pablo Iglesias: fíjense en su tono mesiánico.

    Y por eso Podemos tiene que hacer teología. Porque tiene que ahogar toda manifestación de libertad. Sea una Procesión de Semana Santa o el rezo del Padrenuestro: la sátira es un método muy agresivo de opresión intelectual.

    Ellos sí creen que la Verdad, o sea, Cristo, nos hace libres. Por eso quieren deshacerse de Él, otra vez. Y tantas veces cuantas perciban un aliento de vida en sus seguidores. Un solo cristiano es una semilla de libertad y debe morir.

    Podemos hace teología y el neocapitalismo también. Porque, si quieren que les diga la verdad, nada elimina tanto el espacio de la libertad como el ídolo del dinero.

    Hollywood lo sabe. Y por eso, mientras unos quieren crucificar la Semana Santa, otros crucifican a la Iglesia desde el cine. Son, éstos últimos, literalmente, los mismos que lo hicieron hace dos mil años. Ya me entienden.

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    Francisco Segarra es director del digital geopolítico www.institutodeestrategia.com, publicitario y escritor. Por un milagro de la Gracia de Dios, después de 40 años de excesos, ya no fuma ni bebe. En Twitter es @ElCoronelPakez y en la vida real un alegre melancólico crónico. Con el monje Altisent cree firmemente que lo que pasa es lo que toca y Dios lo quiere. Su lema: OMNIA IN BONUM.