La prensa ‘seria’, creadora de ‘posverdad’

    La ‘prensa de kalidá’ ya es prensa de partido y como tal olvida o niega la realidad y, si es necesario, la modifica. Ahora parece que nunca ha habido mujeres en el Congreso de Estados Unidos hasta las elecciones del 6 de noviembre pasado.

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    Detalle de la portada de la revista New Yorker de noviembre de 2018.
    Detalle de la portada de la revista New Yorker de noviembre de 2018.

    The New Yorker es una revista de reportajes, crítica literaria y vida social que se publica en Nueva York, de tendencia progresista, lo que implica globalista. Sus portadas suelen ser dibujos, muchos de ellos auténticas bellezas, que a veces aparecen en muchas películas enmarcados en las casas de los personajes. A los editores, que no les hicieron nada de gracia los ocho años de George W. Bush, la victoria de Donald Trump les ha llevado, como a casi toda la prensa escrita de las dos costas de EEUU, al histerismo.

    La portada del último número se adhiere al discurso del Partido Demócrata de que éste asume y propaga la ‘diversidad’ social del país, frente a un Partido Republicano que, como una especie de Imperio Galáctico, representa a bárbaros y paletos.

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    Portada de la revista The New Yorker de noviembre de 2018.
    Portada de la revista The New Yorker de noviembre de 2018.

    En esta portada, aparecen varias de las parlamentarias electas por los demócratas irrumpiendo a través de una puerta en el Congreso. Para aumentar el contraste, todos los diputados son varones, con traje y están dibujados solo con trazos, sin colores.

    Es decir, el dibujante Barry Blitt presenta un Parlamento que hasta ahora era un club de hombres blancos (no hay ninguno que parezca negro, oriental o hispano), viejos o anticuados y, seguramente, heterosexuales; pero en el que que gracias a los demócratas ‘multicultu’ van a entrar ‘la gente’ y la luz y el color.

    «La revista más exquisita de los progres de EEUU presenta un Congreso que hasta ahora un club de hombres blancos y antiguos»

    ¿Qué es populismo, me preguntas indignado? Populismo eres tú, querido.

    Para conocer la realidad, hagamos comprobación de datos (‘Fact Checking’), como exige la prensa anti-trumpista.

    En la legislatura todavía en curso del Congreso de Estados Unidos (2017-2019), hay 23 senadoras, de las que 17 son demócratas y 6 republicanas; 84 diputadas, de las que 61 son demócratas y 23 republicanas; y 5 delegadas, que representan a territorios con voz pero sin voto en el Parlamento federal (Washington DC, Puerto Rico, la isla de Guam…), de las 3 son demócratas y 2 republicanas.

    Es decir, más del 20% de los parlamentarios del Congreso de EEUU son mujeres. La más conocida, por su papel institucional, es Nancy Pelosi, que con 78 años no solo se presentó a la reelección por su distrito de California, sino que además pretende volver a ser presidenta de la Cámara de Representantes, puesto que desempeñó entre 2007 y 2011. Un ejemplo de cómo los demócratas dan paso a la renovación y a la juventud.

    «El Parlamento elegido a la vez que Donald Trump era el que tenía más mujeres, más negros y más hispanos de la historia del país»

    Al comienzo de la legislatura, o sea, cuando Trump tomó posesión en enero de 2017, el Congreso tuvo el mayor número de parlamentarios negros de su historia: 51, de los que 46 eran diputados, 3 senadores y 2 delegados. El primer miembro de las Cámaras negro fue elegido en 1870.

    Pasemos a otra ‘minoría’, la de los hispanos. Su representación es de 46 parlamentarios federales: 5 senadores y 41 diputados. En porcentaje, un 8,5%. De los senadores, 3 son republicanos. Además, uno de estos, Ted Cruz, ha sido reelecto por Texas frente al candidato progresista (y multimillonario) Beto O’Rourke, que gastó más de 60 millones de dólares en la campaña y fracasó.

    Acabo con la minoría de los ‘nativos americanos’. En el Congreso había 2 diputados ¡y ambos eran republicanos! Sus nombres son Markwayne Mullin y Tom Cole.

    Además, 18 diputados y 5 Senadores (el 4,2% del Congreso) nacieron fuera de EEUU: Canadá, India, Cuba, Guatemala, Japón y Perú. La Constitución exige que los representantes hayan sido ciudadanos del país durante los siete años anteriores a las elecciones a las que se presenten; para los senadores, el plazo sube a nueve años. En los parlamentos indio, chino, egipcio, cubano, islandés o dominicano, ¿cuántos miembros hay que tuvieran una nacionalidad distinta de nacimiento?

    «La ‘diversidad’ y la multiculturalidad que los progres presentan como signo de los nuevos tiempos, la rechazan en sus universidades, redacciones y sus amistades»

    Sin embargo, según los progres exquisitos de The New Yorker, el Congreso era una especie de ‘txoko’ vasco hasta la votación de principios de este mes. Por tanto, estamos ante una prensa creadora de ‘posverdad’ cuando los hechos le molestan.

    Les hago una consultaría gratis a los editores: dejen de tratar a sus lectores como a idiotas, aunque a éstos parezca que les guste.

    Ya que hablamos de ‘diversidad’, ¿cuántos votantes de Trump o cuántos republicanos tienen The New Yorker en su plantilla o entre sus colaboradores?, ¿y la CNN?, ¿y el Washington Post?, ¿y los departamentos de literatura de las universidades de la Ivy League? ¿O es que la ‘diversidad’, como la legislación vigente, se la tienen que aplicar otros?

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    Cuando me digo por las mañanas que el periodismo es lo más importante, me entra la risa. Trato de tomarme la vida con buen humor y con ironía, porque tengo motivos para estar muy agradecido. Por eso he escrito un par de libros con mucha guasa: Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos, que provocó una interpelación en el Congreso por parte del PNV, y Diccionario para entender a Rodríguez el Progre. Mi último libro es 'Eternamente Franco' (Homo Legens).