Una monja pesadísima

    Durante una entrevista con Risto Mejide, sor Lucía Caram se ha zambullido en las profundísimas aguas de la teología para despachar en dos patadas el dogma de la Inmaculada Concepción, entre otras cosas.

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    Sor Lucía Caram durante una entrevista con Risto Mejide.

    Pero que muy pesada. Porque eso de buscar estar siempre en el candelero, día sí y día también, sea para hablar tanto de los refugiados y de los ninos pobres como de fútbol o de recetas de cocina, que de todo habla (salvo de Dios, que suele estar bastante ausente en sus arengas), acaba con el aguante de cualquiera.

    Poco importa que sor Lucía Caram sea religiosa contemplativa, porque su cuenta de Twitter siempre está activa. La mayoría de las respuestas de sus seguidores son para ponerla a caldo o, directamente, para burlarse de ella, especialmente cuando aparece combinando su hábito dominico con una bufanda del Barca y deshaciéndose en elogios por su ídolo Messi. Y es que pocos se toman en serio a esta monja cuyo claustro, dice, “es el mundo”.

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    Ahora se ha metido a teóloga, como aquel maestro Ciruela, que no sabía leer y puso una escuela, y se pasa por el forro dos mil años de doctrina y de dogmática. Nada importa lo que hayan predicado los Santos Padres a lo largo de estos dos milenios; poco influye lo que han dejado escrito teólogos y filosofos cuyos nombres han pasado a la posteridad; ella los contradice a todos y expone su propia doctrina.

    Sor Lucía Caram durante una entrevista: “Yo creo que María estaba enamorada de José y que era una pareja normal, y lo normal es tener sexo”

    Durante un reciente programa de televisión, sor Lucía Caram se ha zambullido en las profundísimas aguas de la teología para despachar en dos patadas nada menos que el dogma de la Inmaculada Concepción. “Yo creo que María estaba enamorada de José y que era una pareja normal, y lo normal es tener sexo”, afirmó.

    Hombre, en primer lugar, no parece que María y José fuesen, precisamente, “una pareja normal”. Ella era nada menos que la Virgen Santísima, madre de Jesucristo, concebida sin pecado y elegida para llevar a cabo la misión más grandiosa de toda la historia de la humanidad. Se da la circunstancia de que ella concibió “sin el concurso de su esposo”, lo que la hace diferente de otras parejas “normales”.

    Ya metidos en materia engorrosa, Risto Mejide, el entrevistador, aprovechó la ocasión para introducir la cuchara e interesarse por el morboso tema de cómo se vive la sexualidad en un convento. No he tenido relaciones sexuales, soy virgen, y tampoco me masturbo. Jamás”, sentenció la religiosa argentina. Es decir, que ella sí es capaz de vivir la castidad, cosa que no consiguieron la Virgen María y San José. Un punto para la Caram.

    No acabó ahí el autobombo. El sexo, para la Iglesia, “era un tema que se consideraba sucio y oculto, pero yo creo que es una bendición”. De nuevo, la Caram insuflaba un aire fresco y renovador en la apolillada Iglesia católica. Hasta que llegó ella, ningún cristiano había entendido cómo vivir correctamente su sexualidad. Sor Lucía la vive, nos confiesa,con libertad y madurez”. Olé por la Caram.

    Sor Lucía es una ignorante con micrófono. Una religiosa con una verborrea inaguantable que tiene su tirón con determinados medios de comunicación. Su formación teológica no es que sea herética, que lo es, sino que además es deficiente. Ha encandilado a parte de la opinión pública con el método tan ramplón y de fácil aplauso como es atacar a la Iglesia, postulándose como una contestataria más. Ni siquiera es original. Es, sencillamente, mediática. Nada nuevo bajo el sol.

    La monja Lanza durísimas condenas contra los políticos corruptos, pero ampara con su comprensión a los Pujol y a Artur Mas, que quedan libres de toda culpa

    A todos da consejos, pero no quiere ninguno para sí. A todos señala con el dedo, pero no permite que nadie la corrija. Es argentina, pero se ha involucrado en la causa separatista de Cataluña. Lanza durísimas condenas contra los políticos corruptos, pero ampara con su comprensión a los Pujol y a Artur Mas, que quedan libres de toda culpa. Dice defender a los más débiles, pero está a favor del aborto. Echa en cara a la jerarquía católica que “las iglesias estén vacías”, pero no hay noticia de que nadie haya vuelto a la fe gracias a ella.

    Es, además, pesadísima. Una monja pesada. Y eso es imperdonable.

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