Casado y el interior

    Después de haber arrojado la piedra de los principios, Casado escondió la mano del oportunismo político, como todos. Leí en La Razón este titular: “El PP esquiva el aborto en su programa electoral”. Se mantendrá por tanto, la ley de plazos de Zapatero, que el PP recurrió ante el TC.

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    Pablo Casado, presidente del Partido Popular. /EFE
    Pablo Casado, presidente del Partido Popular. /EFE

    El líder del PP, Pablo Casado, declaró en una entrevista en El Español sobre el tema del aborto: “es bueno que las mujeres embarazadas sepan lo que llevan dentro, una vida autónoma… el aborto nunca es un derecho sino un fracaso… la cultura por la vida es progresista”.

    Tronó iracundo el pensamiento único, como suele decirse, “incendiando las redes sociales”. La interpretación fue sistemáticamente denigratoria y puede ser resumida en pocas líneas. Casado había despreciado a las mujeres, que sí conocen su interior, y las había utilizado como moneda de cambio electoral. La vicepresidenta del Gobierno, doña Carmen Calvo, proclamó que las palabras de Casado habían sido “graves y ofensivas… prueba empírica de la incomprensión y del desconocimiento absoluto que siempre ha tenido el PP por las políticas de igualdad… No hay punto de retorno en los avances… las mujeres tienen todos los escalones por subir. Quien no haya entendido lo que es eso no va a entender nada de lo que va a ocurrir este siglo”.

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    Pero resulta ridículo que la izquierda acuse a la derecha de utilizar electoralmente a las mujeres, cuando la izquierda no hace otra cosa. Lo mismo sucede con la actitud habitual de los llamados progresistas, que se recubren de superioridad moral y soberbia intelectual: si uno los contradice, uno es eo ipso éticamente sospechoso, porque la izquierda siempre es el bien y el progreso. Y lo sabe, como sabe incluso lo que va a ocurrir este siglo, nada menos.

    Como el nasciturus no es pelo, ni grano, ni uña, el aborto cuestiona principios y valores, plantea arduos problemas morales y legales y admite diversos  puntos de vista

    Esta arrogancia es absurda, y además no aborda las cuestiones fundamentales, que son precisamente las que planteó con mucho acierto Casado, empezando por el interior de la mujer gestante. En el análisis de la esencia de ese interior está toda la discusión sobre el aborto, porque parece evidente que si el ser concebido y no nacido fuera una uña, un grano o un pelo, no habría debate. La mujer es dueña de su pelo, y nadie debería impedir que hiciera con él lo que desee: dejarlo crecer y desarrollarse de manera natural, o cortarlo y destruirlo. Como el nasciturus no es pelo, ni grano, ni uña, el aborto cuestiona principios y valores, plantea arduos problemas morales y legales y admite diversos  puntos de vista. Por lo tanto, es perfectamente legítimo que la Iglesia Católica considere inadmisible el aborto, y afirme que el ser humano lo es desde el momento de la concepción. Y no tiene sentido, en cambio, que la izquierda pretenda sostener que en este campo sus opiniones son obviamente avances y las opiniones contrarias, obviamente retrocesos.

    Al revés de lo que piensa la mayoría en la izquierda, el debate sobre el aborto no solo no está zanjado y terminado, sino que está muy animado, gracias a Dios. En varios países, como en mi Argentina natal, está ahora mismo en el centro de la polémica política y pública. Esto es lo que explica que en España nuestro Tribunal Constitucional no haya querido pronunciarse sobre el fondo del asunto y haya dejado pasar la friolera de casi nueve años sin abrir la boca.

    Los políticos, en cambio, la abren todo el tiempo, y no siempre con mesura y coherencia. El mismo Pablo Casado se enredó otra vez con el asunto, relacionó tontamente el tema del aborto con las pensiones —como si los valores y la moral se redujeran a la sostenibilidad financiera de la Seguridad Social—, pidió más dinero público para las mujeres y propuso crear un Ministerio de Familia, como si las mujeres realmente necesitaran más impuestos y más burócratas.

    Por fin, después de haber arrojado la piedra de los principios, Casado escondió la mano del oportunismo político, como todos. Leí en La Razón este titular: “El PP esquiva el aborto en su programa electoral”. Se mantendrá por tanto, la ley de plazos de Zapatero, que el PP recurrió ante el TC.

    El grueso de  los análisis que se han hecho sobre la posición, o más bien posiciones, del PP en este asunto, apuntan a que los principios aquí son como los de Groucho Marx. Las palabras de Casado habían sido “polémicas”, porque en el PP hay “diferentes sensibilidades”, y, hay que sortear este “problema”, no vaya ser que los acusen de “conservadores”, que, como todo el mundo sabe, es una cosa muy mala.

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