En estos momentos, la clase política, especialmente su parte izquierda (PSOE, Podemos, IU, etc.) parece tener interés en poner sobre la mesa el debate sobre la despenalización de la eutanasia. Otros partidos como Ciudadanos juegan un poco “al despiste” y proponen leyes no tan “agresivas” como la del PSOE pero igualmente peligrosas que pueden contener la eutanasia de modo encubierto. El Partido Popular se ha opuesto a la proposición de Ley Orgánica del PSOE, pero en otras leyes autonómicas que han legislado sobre el final de la vida no ha tenido siempre una posición inequívoca. Por ejemplo, apoyó la ley andaluza cuya aplicación provocó la muerte de Ramona Estévez.
La sensación que tenemos los que llevamos estudiando el tema mucho tiempo, es que no se abre un verdadero debate, escuchando a todas las partes. A la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), presidida hasta hace poco por el famoso doctor Montes, y defensora de una eutanasia legalizada y sin límites, se le da una gran credibilidad y presencia pública. Y a otras asociaciones igualmente serias, como la Organización Médica Colegial, o la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, por ejemplo, no se les da el mismo espacio.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraUna prueba de esto podría ser la escasa o nula presencia de asociaciones de pensamiento contrario a la eutanasia o siquiera crítico con ella en los observatorios creados para seguir el desarrollo de las leyes de “muerte digna” por ejemplo el Observatorio de Muerte Digna de la comunidad de Navarra.
Este debate sobre la eutanasia o el suicidio asistido puesto en marcha de manera interesada para dar la sensación de que existe una demanda social de este supuesto derecho, está montado sobre una serie de mitos y conceptos erróneos, y en este artículo me gustaría mencionar algunos.
«Hay una diferencia legal entre el retiro de un determinado tratamiento y una intervención médica letal»
1.- Tenemos «derecho a morir»
El mito dice: Todos tenemos «derecho a morir», es decir el derecho a quitarse la vida, sea solo o con ayuda.
Hay que decir que, en contraste con las «libertades» que son por naturaleza individuales, los derechos implican la cooperación o asistencia de otros.
En nuestro ordenamiento (y creo que en ninguno en el mundo) no existe un derecho reconocido al suicidio, y mucho menos si ese suicidio implica la ayuda de otros. En Washington vs. Glucksberg (1997), el Tribunal Supremo de EE. UU. negó que existiera un «derecho a suicidarse» constitucionalmente protegido o un derecho al “PAS” (Phisycally Assisted Suicide, o suicidio físicamente asistido). Decidir lo contrario, sostenía la mayoría, obligaría a «revertir siglos de doctrina legal y práctica, y derribar la elección de política considerada de casi todos los estados».
Dicho esto, hay que dejar claro que todas las personas competentes tienen derecho a rechazar medidas no deseadas o «heroicas» que simplemente prolongan el proceso de agonía. Es evidente que hay una diferencia legal entre el retiro de un determinado tratamiento y una intervención médica letal; es decir, todos tienen derecho a rechazar la atención médica, pero nadie tiene el «derecho» de recibir un medio letal para terminar con su vida.
«Muchos pacientes que solicitan el suicidio asistido están clínicamente deprimidos y podrían ser tratados con éxito, una vez que se diagnosticaran adecuadamente»
2. Dolor y sufrimiento insoportables
El mito dice: Las personas que solicitan la eutanasia lo hacen porque están experimentando dolor y sufrimiento insoportables y sin posible tratamiento.
La mayoría de las solicitudes de eutanasia no son realizadas por pacientes que experimentan «dolor insoportable», como lo han demostrado los datos de Oregón [i]; más bien, las razones más comunes para solicitar asistencia médica para morir fueron la pérdida de autonomía (97.2%), la incapacidad de participar en actividades agradables (88.9%) y la percepción de pérdida de la dignidad (75.0%).
Muchos pacientes que solicitan el suicidio asistido están clínicamente deprimidos y podrían ser tratados con éxito, una vez que se diagnosticaran adecuadamente.
3.- Autonomía del paciente para morir
El mito dice: Solo existirá un «Derecho a Morir Dignamente» cuando la decisión de morir se entregue a la autonomía del paciente en los términos que éste elija.
En primer lugar, cuando se aplica una ley (como la holandesa o la belga) que permite la llamada asistencia médica para la muerte, el paciente depende por completo del juicio, la autorización y el poder prescriptivo del médico, su “autonomía” apenas cuenta. Además, la autonomía es solo 1 de los 4 pilares de la deontología médica; los otros son beneficencia, no maleficiencia y justicia.
Dar preeminencia a la autonomía como principio ético puede hacer que los médicos ignoren los otros tres pilares. O bien que desequilibren unos a favor de otros. Los médicos deben de entender y considerar muy seriamente lo que las personas que piden la eutanasia dicen, pero no deben de dejar de considerar que la vida de cada persona es valiosa, independientemente de su estado físico y mental, incluso cuando esa persona no lo ve así.
4.- Una muerte rápida y sin dolor
El mito dice: Los enfermos terminales que piden la eutanasia lo que quieren es morir rápido y sin dolor.
Casi ningún médico paliativista estaría de acuerdo con esto. La doctora Cicely Saunders[ii], decía lo siguiente: “Si un enfermo pide la eutanasia es porque echa de menos a alguien, y este alguien en muchos casos es el médico. Muy a menudo la petición de ‘hacedme morir’ debe traducirse por ‘aliviadme el dolor y prestadme atención’. Si se satisfacen estas dos necesidades, generalmente la petición no vuelve a repetirse”.
Hay un consenso de los médicos con los que he podido hablar, en que el paciente terminal lo que necesita es alivio del dolor y de los otros síntomas molestos y atención real. Es decir, no abandonar al enfermo (porque ya no puede ser curado), aliviarle el dolor (llegando incluso a la sedación paliativa, cuando es necesaria), evitar tratamientos inútiles o molestos (que ya son innecesarios) y ayudarle en sus otras necesidades (espirituales, familiares, legales…).
La muerte es el último acto humano que haremos sobre la Tierra. No es un momento neutral
5.- La muerte es algo siempre negativo
El mito dice: La muerte siempre es algo malo e indigno, de la que no puede extraerse nada positivo.
Es este un tema muy delicado, y más en estos tiempos. Actualmente no queremos ver ancianos ni discapacitados y parece que vivimos en estado de juventud un poco obsesivo, que hace que la vejez y la muerte sean ignoradas y temidas.
La muerte es el último acto humano que haremos sobre la Tierra. No es un momento neutral. Muchos filósofos se han pronunciado comentando que normalmente se muere tal y como se ha vivido. En el contexto de este artículo, de nuevo quiero compartir las ideas de Cicely Saunders. Ella era una defensora ferviente de la muerte con dignidad y opinaba que, a pesar de cualquier circunstancia, la muerte puede ser una experiencia positiva a la que todos tenemos derecho. Ella solía decir : “Usted importa por lo que es, importa hasta el último momento de su vida y haremos todo lo que esté a nuestro alcance, no solo para que muera de manera pacífica, sino también para que, mientras viva, lo haga con dignidad”.
A lo largo de su vida pudo ayudar a muchas personas, y ver como el final de su vida, le había dado sentido. Un ejemplo entre muchos de esto, el de personas que viendo el final decidían pedir perdón y reconciliarse. Reencuentros que cerraban heridas. Hijos que ven irse a padres y abuelos sin miedo y sin ira. Tiempo para cumplir los últimos deseos. Todo esto puede perderse sí en lugar de asistencia, a los enfermos incurables les ofrecemos la muerte.