
La 52 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos – OEA tuvo como sede la ciudad de Lima del 5 al 7 de Octubre. El aparato político y mediático que maneja el sistema interamericano tenía todo planificado para avanzar su agenda LGTBI. Pensaron que no tendrían problemas para aprobar el proyecto de resolución de derechos humanos que incluía reiterativamente tanto el género de “mujeres en toda su diversidad” como los derechos reproductivos que también son aborto. Calcularon que habían hecho lo suficiente para lograrlo. Negociaciones en Washington DC, política de cancelación a organizaciones que no comparten su agenda, financiamiento de poderosas ONGs y de países no adscritos a la OEA, lobby dentro y fuera de la Asamblea General OEA debía ser suficiente para salirse con la suya.
Sin embargo, las cosas no sucedieron tal como los burócratas de la OEA lo planearon.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl detonante que liberó todo un caudal de fuerza política contra la OEA fue un camión de publicidad rodante alquilado por CitizenGO que portaba un cartel de 10 palabras. Era un mensaje breve e inteligente dirigido a la OEA. Tenía la cualidad de condensar el rechazo de amplios sectores de la población contra la imposición ideológica LGTBI, aborto y género que desde hace años se cocina en la OEA a través de resoluciones, opiniones consultivas, informes, proyectos y hasta sentencias de la Corte Interamericana.
El camión de CitizenGO que atrajo toda la ira del establishment de género local y mundial estaba en el frontis del congreso peruano, programado para la foto grupal de un grupo de parlamentarios y expertos internacionales al final de una conferencia de prensa. El congresista Alejandro Muñante había convocado a la prensa para anunciar el
pronunciamiento del Bloque Parlamentario en defensa de la Vida y la Familia. Acompañado de la congresista Milagros Jauregui, Muñante denunció la injerencia de la OEA en las leyes locales buscando imponer una agenda ideológica.
La media docena de expositores invitados, entre los que estuvo Franco Matas, Global Media Campaigner de la plataforma digital CitizenGO, coincidieron en que la OEA está trágicamente alejada de las personas en las Américas y comprometida con lobbies ideológicos. Lamentaron que la prioridad para los organismos y funcionarios de la OEA no fuera aliviar las urgentes necesidades generadas por la pandemia, sino una agenda ideológica.
Uno de ellos, Sebastian Schuff, abogado argentino y presidente del Global Center for Human Rights, reveló varios casos de financiamiento en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana condicionado a agendas ideológicas como la de los lobbies internacionales LGTBI y del aborto. Schuff presentó un reporte completo de una nociva dependencia financiera de la CIDH y la Corte a aportes de países que no pertenecen al sistema interamericano, de ONGs y de empresas internacionales.
Sin embargo, cuando habían terminado la conferencia de prensa y las numerosas entrevistas personales que las periodistas hicieron a parlamentarios y expositores internacionales, justo cuando el camión se retiraba del recinto del congreso, aparecieron 5 congresistas, bandera LGTBI en mano. Las congresistas Susel Paredes, Flor Pablo y 3 más preguntaban a los periodistas a los gritos quién había autorizado el ingreso de un camión con un “mensaje anti-derechos” y denunciando un uso ilegal del logo de la OEA. Alguno puede que haya creído que había sorpresa y un reclamo auténtico en los gritos destemplados de estas congresistas. Pero cualquiera puede percatarse que ninguna de ellas preguntó nada a los policías que amablemente, y delante de las congresistas, habían abierto las rejas para que el camión saliera. Tampoco preguntaron qué hacía el camión allí a los pocos periodistas que las filmaban. Claro, es evidente que esas preguntas no eran funcionales a su show mediático.
Lo sensato pasó en las redes sociales. Susel posteó su actoral video pero, para su desgracia, la casi la totalidad de los comentarios que recibió fueron adversos. Tanto así que el Bloque Parlamentario por la Igualdad y el Género, es decir las 5 congresistas que corretearon el camión de CitizenGO, tuiteó un desagravio para ella al día siguiente.
No contentas con ello, presentaron una carta al presidente del Congreso con su fingido reclamo. Además, corrieron el rumor de que pedirían censurar y sacar del cargo de vicepresidente al congresista Muñante. Por supuesto, nada de esto ocurrió. Un congresista nos contó que solo junto 14 votos y hubiera necesitado 5 veces más.
¿PARA QUIÉN PODRÍA ESTAR MAL LO QUE SE LEÍA EN ESE CAMIÓN?
La respuesta es simple. El mensaje “A la mujer la define la biología, no la ideología” solamente puede entrañar un mensaje malicioso para quienes estar super ideologizados. Sólo para aquellos que creen que SUS IDEAS son más importantes que el sentido común. Porque si alguien está ideologizado, no le importa la realidad, biológica en este caso. Le importa solo su visión y su relato, su IDEOLOGÍA.
El cartel solo hace referencia a lo que dicen las diferentes ramas de la biología (anatomía, genética, embriología, etc.): que los seres humanos somos hombres o mujeres. El mensaje no implica que la biología sea todo (por si hubiera algún erudito que nos exigiera mayor precisión para no tildarnos de cientificistas o biologistas). Lo que se afirma es que la biología basta para refutar los dogmas LGTBI. Incluso los detractores de este mensaje no podrían escapar a lo que la biología define en sus vidas. Todos ellos son producto del encuentro biológico de su padre y de su madre, deberán cuidar su salud siguiendo los conocimientos biológicos en consonancia con su sexo y solo dejarán de existir cuando cesen sus funciones biológicas.
Por supuesto, estas 5 congresistas defensoras de la causa LGTBI tienen todo el derecho de rebelarse contra la biología. La Constitución peruana consagra la libertad de pensamiento. Tienen libertad para expresarse y pensar de esa manera. Pero de ninguna manera pensar distinto a ellas constituye un mensaje de odio o debe considerarse un delito o un modo de actuar “anti-derechos”. Pensar distinto solo es delito en las dictaduras comunistas más radicales.
La congresista Adriana Tudela recordaba en un tweet que jamás se ha censurado cuando estas mismas congresistas han expresado ideas que no todos comparten en distintos espacios del congreso. “Se llama libertad de expresión, colegas”, puntualizó.
Y podríamos agregar que tampoco se censuró a los congresistas que usaron la Plaza Bolívar y el frontis del congreso celebrando lo que llaman “Orgullo LGTBI” con muchos carteles y con una bandera que no es la roja y blanca del Perú. ¿Dónde está la diferencia sustancial entre lo que se aprecia en esta fotografía y la imagen del camión de CitizenGO?
Las congresistas que acusan al camioncito de CitizenGO de difundir mensajes de odio o de ser “anti-derechos”, a través de sus tweets difunden mensajes que incitan al odio contra quienes defienden la vida, la familia y el derecho a educar a los hijos según sus valores. Flor Pablo los llama “machistas” y “homofóbicos”; Ruth Luque, “antiderechos”; Susel Paredes, “inquisidores”. ¿Doble rasero, congresistas?

Cuando promueven el aborto, estas congresistas le niegan todo derecho a los niños por nacer buscando que sea lícito matarlos. Y no hay expresión de odio más radical que estar en contra del derecho a vivir. Cualquiera puede comprobarlo fácilmente quitando las palabras “niño por nacer” o “feto” en los lemas pro aborto y colocando en su lugar “personas LGTBI” o “personas trans”. ¿Qué sucedería, por ejemplo, si donde los defensores del aborto dicen que “los niños por nacer no son personas y por eso el Estado no le reconoce derechos”, alguien reemplazara el sujeto y se leyera: “Los trans no son personas y por eso el Estado no debe reconocerle ningún derecho”? ¿O que en vez de “los fetos no son seres humanos” alguien dijera que “las personas LGTBI no son seres humanos”? ¿Se imagina el escándalo que armarían? Pero cuando ellos lo dicen respecto del niño por nacer, es “libertad de expresión” y quien se oponga es una “antiderechos”. O “las personas LGTBI son un producto, una mercancía”, los abortistas no solo lo dicen, sino que fueron filmados traficando con órganos de fetos en EE.UU.
El camión de CitizenGO no fue la única protesta contra la OEA en Lima. También hubo una marcha contra el apañamiento de la OEA a un presidente corrupto e inepto como Pedro Castillo que convocó a un grupo de participantes, mientras que la Marcha por la Vida y la Familia convocó a miles en un día laborable como lo registraron infobae, Swissinfo, entre otros medios informativos. La participación ciudadana hizo sentir la voz de la mayoría que, desde el sentido común, piden que organismos con la OEA se aboquen a atender los problemas más acuciantes de nuestra región y no a promover lobbies de grupos minoritarios que responden a agendas ideológicas.
(*) Carlos Polo es Director de la Oficina para Iberoamérica de Population Research Institute y co-autor del libro “Que Otros No Decidan Por Ti. Hacer política en la era de la Posverdad”