En noviembre un bebé saldrá del vientre de su madre, tomará su primer aliento y anunciará su llegada al mundo con un pequeño llanto. Si bien no se apartará del protocolo habitual del parto, algo en particular marcará a este niño como único. Este bebé nos hará alcanzar la cifra de los 8 mil millones.
Ese día, por primera vez, en el que nuestro planeta se convierta en el hogar de 8 mil millones de seres humanos alcanzaremos un hito importante.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero, ¿lo celebraremos como un hito en el camino ascendente de la humanidad o lo lamentaremos como una advertencia de catástrofe inminente? Y por supuesto, dependerá de a quién escuches.
Cuando nació el bebé 7 mil millones hace poco más de una década, los promotores del control de la población tanto en el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) como en Planned Parenthood se lamentaron y no han cambiado de opinión. Su respuesta es inequívoca: hubieran preferido que el bebé 8 mil millones nunca hubiera nacido.
De hecho, promoviendo y realizando tantos abortos como les es posible, incluso hasta el momento del parto, ellos se dedican a reducir nuestra presencia en el mundo.
Felizmente también existe la parte opuesta. Somos muchos los que celebraremos el nacimiento del bebé 8 mil millones. Somos aquellos que decimos: “cuanto más, mejor”.
Algunos gurúes del pesimismo dicen que el mundo está superpoblado y que el desastre se avecina. Hace sesenta años, dijeron que nos moriríamos de hambre en la oscuridad. Y bueno, eso no sucedió.
Le sugiero hacer lo siguiente. La próxima vez que viaje por avión a cualquier parte del mundo, tome un asiento junto a la ventana y mire hacia abajo. Y lo que verá es un planeta vacío. ¡Tenemos espacio para el bebé 8 mil millones, para el 9 mil millones y para el 10 mil millones también!
Sin embargo, es muy improbable que algún día lleguemos a tales cifras.
El verdadero problema que nuestro mundo enfrenta actualmente es un invierno demográfico. Nuestras cifras demográficas simplemente no crecerán mucho más. Las tasas de fecundidad se han desplomado.
Con excepción de algunos países del África subsahariana, el mundo está experimentando una fecundidad por debajo del nivel de reemplazo. Las parejas ya no tienen hijos ni siquiera para reemplazarse a sí mismos.
Muchos países de Europa y Asia están en caída libre demográfica. También China, el país más poblado del planeta.
¿Hacia dónde está yendo la humanidad? Pues, debería haber muchísimos más jóvenes que ancianos. Pero en realidad, vamos directo hacia lo contrario. La pirámide poblacional estará al revés en un futuro no muy lejano.
Una sociedad que envejece rápidamente significa economías estancadas. Son los jóvenes, con sus horizontes de largo plazo, quienes inician negocios, compran casas y autos, y hacen avanzar la economía. Si seguimos caminando en la misma dirección suicida, la presión sobre los servicios sociales llegará a niveles insostenibles, cada vez más ancianos necesitarán más jóvenes para ayudarlos.
¿Sabías que el rápido despoblamiento de Italia es tan grave que en las ciudades de las zonas montañosas están regalando casas para atraer a la gente a mudarse? Los lobos han reaparecido en algunas partes de Alemania.
Algunos dicen que el mundo está plagado de problemas. No hay ninguna duda de eso. Todos lo sabemos y lo experimentamos a diario. Pero la humanidad no es el problema, más bien, es la respuesta.
¿Recuerdan cuando predijeron el hambre en la India? Dijeron que cientos de millones iban a morir de hambre. Pero luego, un científico de Iowa llamado Norman Borlaug ideó una manera para que la superficie agrícola produjera más grano, exponencialmente más grano. Con ello India no solo no experimentó una hambruna, sino que se convirtió en un exportador neto de granos.
Lo que se conoció como la Revolución Verde pronto se extendió por todo el mundo.
En otras palabras, cualquier problema que la humanidad pueda crear, también lo podrá puede resolver.
Por eso damos la bienvenida al bebé 8 mil millones.
Nadie sabe qué maravillas hará esta pequeña novel adición a nuestra comunidad humana, ni qué problemas resolverá con su genio.
Ojalá se case y tenga hijos, muchos hijos. Porque de ese modo proveerá al futuro común con lo más fundamental: la próxima generación de la humanidad.
Esto también sería un milagro.
Unámonos para celebrar el nacimiento del bebé 8 mil millones. Él o ella será un signo de nuestra esperanza y una garantía de nuestra felicidad y prosperidad futuras.
El bebé 8 mil millones, niño o niña, blanco o negro, cualesquiera sean sus características particulares, no será un pasivo, sino un activo. No será una maldición, sino una bendición para todos nosotros.
(*) Steven W. Mosher es el presidente de Population Research Institute y autor de «Bully of Asia: Why China’s Dream is the New Threat to World Order.» Fue becario de la National Science Foundation y estudió biología humana en la Universidad de Stanford bajo el famoso genetista Luigi Cavalli-Sforza. Tiene títulos posgrado en Oceanografía Biológica, Estudios de Asia Oriental y Antropología Cultural. Fue uno de los principales observadores de Estados Unidos en China, seleccionado en 1979 por la Fundación Nacional de Ciencias para ser el primer científico social estadounidense en hacer investigación de campo en China.
(**) Austin Ruse es presidente de Catholic Family and Human Rights Institute (C-FAM). También autor de cuatro libros y más de 1.000 columnas y ensayos, en su mayoría en la revista Crisis, donde es editor colaborador.