Todo empezó el martes 9 de enero cuando un comando terrorista tomó con violencia las instalaciones del canal TC de Televisión que se encuentra en Guayaquil (Ecuador)
Al mismo tiempo se habían registrado bloqueos en varias avenidas del país así como hechos violentos en la Universidad de Guayaquil.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLa respuesta del gobierno no se hizo esperar puesto que el presidente Daniel Noboa declaró el conflicto armado identificando como objetivos militares a 22 grupos criminales.
Todo había empezado con la fuga del narcotraficante José Adolfo Macías Villares alias “Fito” de una prisión ubicada en la misma ciudad de Guayaquil.
Tan violentos acontecimientos exhibieron ante la opinión pública internacional un Ecuador en llamas que parece encontrarse el borde de la guerra civil.
Aún recordamos como, en agosto del año pasado, en plena campaña electoral, fue asesinado el candidato presidencial Fernando Villavicencio quien abogaba por combatir a las bandas retomando el control de las prisiones que en su gran mayoría se encuentran en estos momentos en poder de los cárteles de la droga.
Y para agravar aún más la situación, grupos criminales asesinaron en días pasados al fiscal que estaba investigando el secuestro de la estación de televisión.
No nos cabe la menor duda de que estos son lodos de aquellos polvos puesto que, hace muchos años, cuando el populista Rafael Correa –fiel aliado de Cuba y Venezuela- era presidente de Ecuador no solamente pactó con los narcos sino que ordenó el cierre de la base estadounidense de Manta que sería para tener bajo control a las bandas criminales.
Pues bien, a partir de tan torpe decisión, los grupos criminales cobraron una fuerza de tales dimensiones que se puede decir que controlan ya gran parte del país.
Eso explica la desesperada medida del presidente Noboa quien pudiera llegar al extremo de hacer en Ecuador lo mismo que ha hecho Nayib Bukele en El Salvador en donde –a base de mano dura- hasta el momento ha logrado controlar a las numerosas bandas de delincuentes de las cuales la “mara salva trucha” es la más desalmada.
La tragedia por la que está atravesando el querido pueblo ecuatoriano debe servir de lección a los demás gobernantes hispanoamericanos.
Una lección que nos enseña que entablar acuerdos con el crimen organizado es tanto o más peligroso que venderle el alma al diablo para pedirle a cambio ayuda y protección.
Todo aquel gobernante que en realidad desee darle a su pueblo paz y prosperidad debe rechazar tajantemente pactos que lo único que hacen es comprometer la soberanía nacional.
No se debe negociar con los delincuentes. Se les debe capturar, someterlos a un justo juicio y aplicarles las penas que hayan merecido.
Eso es lo que está intentando hacer Daniel Noboa en Ecuador.
Le deseamos el mejor de los éxitos en su estrategia contra las bandas criminales puesto que de la estabilidad de Ecuador dependen también las estabilidades de países limítrofes como Colombia y Perú.
Ahora bien, consideramos que no basta con que Noboa aplique mano dura puesto que las mafias criminales cuentan con poderosos apoyos provenientes del extranjero.
Consideramos que Noboa, él solo, no va a poder e incluso corre el riesgo de verse rebasado por auténticos ejércitos de narcos.
Aquí lo más prudente sería que Noboa pidiese ayuda exterior, concretamente a los Estados Unidos, país que ayudaría de muy buena gana antes que ver como se desestabiliza una parte considerable de la América del Sur.
Muy bueno sería que Noboa permitiese que regresase la base de Manta que –como antes dijimos- quitó Rafael Correa.
Y, una vez hecho esto, sería mucho más fácil que fluyese la ayuda norteamericana con lo cual las bandas –hoy a la ofensiva- pasarían pronto a la defensiva hasta ser totalmente exterminadas.
De todo corazón deseamos que eso ocurra puesto que aquel país hermano es merecedor de la mejor de las suertes.