Un trabajador asiático se protege del coronavirus. / EFE
Un trabajador asiático se protege del coronavirus. / EFE

Se aproximan casi 200 mil casos de coronavirus en 162 países, más de 5 mil muertos, se anuncia una caída de la economía mundial, colapsan los sistemas de salud, y ante eso, nos aislamos: se cierran las fronteras, suspendidas las clases, vacías las calles y se cierran las puertas en las casas que ahora albergan familias en una cuarentena indefinida.

En este encierro las noticias vuelan, así, no sólo el coronavirus ha logrado traspasar las fronteras, sino que se difundió y llegó hasta Chile un audio conmovedor de un sacerdote en Valdemoro, España, que se escucha contagiado de esta enfermedad que aparentemente se apoderó el mundo y paralizó todo; se encuentra junto a su madre, quien él mismo reconoce que se encuentra muy mal. Este audio vuelve a recordarnos, en medio de este tremendo caos, lo verdaderamente importante.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Son en momentos de crisis, como la que vivimos hoy en esta pandemia, cuando el hombre recurre a lo sobrenatural, cuando nuestras limitadas capacidades quedan evidentemente sobrepasadas; es, ante la abrumadora evidencia de que somos seres muy frágiles, y frente la humillación de este mundo moderno y globalizado, cuando los sacerdotes ejercen esa función crucial de ser puentes con Dios, justo cuando clamamos por misericordia.

Las primeras palabras del padre García son de resignación a la voluntad del Padre ante la posibilidad de que su madre muera, justo ahí, a su lado, es la misma resignación que hace Cristo a la voluntad de Dios antes de pasar por su propio calvario. La visión que nosotros tenemos hoy en frente, así como la del sacerdote viendo a su madre enferma, y como Cristo viendo la Cruz, también es desgarradora, es por ello que la primera lección fundamental que debemos tener en consideración, es la humildad en la confianza en Dios, incluso cuando no se entiende por qué atravesamos estas horas obscuras.

Luego viene lo central del audio, el mensaje que el padre García quiere difundir: que los sacerdotes no se olviden de la misa. Los fieles tampoco debemos olvidarla, aunque no podamos estar presentes en ella, aún podemos nutrirnos de la Palabra, buscando consuelo en ella; podemos elevar oraciones al Cielo; podemos pedir, y podemos también (incluso, ¿porqué no?) dar gracias. El sacerdote da una dosis de realidad sobre cómo las cosas superfluas hacen que nos olvidemos de lo central: Cristo.

Este trago amargo por el que la humanidad está pasando, evoca al del Huerto de los Olivos, justo cuando la Semana Santa se aproxima. Es por ello que en medio de esta crisis, Cristo nos sirve como ejemplo.

Hoy nos toca a nosotros beber de este cáliz, pero al recordar cómo Él hace nuevas todas las cosas, podemos transformar a su vez estos momentos de aislamiento y temor, en unidad; podemos fortalecernos en el Santísimo expuesto que ha recorrido calles en Italia y sobrevolado sus ciudades, podemos observar la entrega de tantos médicos y sacerdotes que continúan sirviendo a los demás a pesar del riesgo, podamos confiar en Dios, que obra maravillas; y, a pesar del sufrimiento, podemos seguir encontrándonos con lo fundamental, que está en el sagrario aguardándonos, y seguir teniendo la mirada en la vida venidera, en la que ya no habrá más desesperanza, sino que sólo consuelo y absoluto amor.

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