Por su interés, reproducimos la entrevista al juez Francisco Serrano publicada en el diario Xyz Ediciones este domingo 6 de noviembre. 

Si la libertad significa algo, es el derecho de decir a los demás lo que no quieren oír. Esta cita que se le atribuye a Orwell, bien podría servir para definir al juez Francisco Serrano (1965), quien se atrevió a decirle a la sociedad, a la política y a la justicia que el bienestar de los menores estaba por encima de los intereses de los padres.

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Todos las personas, por el hecho de serlo, tienen la obligación de realizar alguna contribución a la historia de la humanidad con su vida y con su obra, por pequeña que esa aportación sea. Serrano ya lo ha cumplido.

Por alargar la custodia de un nino con su progenitor durante unas horas, Serrano fue inhabilitado por prevaricación tras la denuncia de la madre. El menor deseaba participar con su cofradía en las procesiones de la Madrugada del Viernes Santo, en Sevilla.

Por motivos de urgencia, el juez solo escuchó al nino y al abuelo. Tras un lustro de inhabilitación y un calvario personal que ha definido como “una travesía por el desierto”, Serrano vuelve a ponerse la toga de la que nunca debió estar desposeído, según ha dictaminado el Tribunal Constitucional admitiendo su recurso de amparo, algo inédito en nuestro país. Volverá a los tribunales solo durante unos días para seguir batallando desde su despacho de abogados.

Sensaciones personales.
Muy positivas. Hemos ganado la guerra en la última batalla. Quiero hablar de futuro, no me quiero quedar en el pasado. He recuperado mi dignidad: vuelvo a ser magistrado pero me quedaré en excedencia para servir a la Justicia desde la abogacía.

Fortaleza, servicio, honor, dignidad. Valores personales. ¿Se consideras una persona de valores?
Siempre he defendido esos valores. Los jueces debemos servir a los ciudadanos con tutela judicial efectiva, esto no puede olvidarse. La Justicia debe sustentarse sobre valores sólidos y no dejarse arrastrar por modas. El problema viene cuando los técnicos se dejan arrastrar por sus ideologías y falsean la realidad para obtener los resultados que desean, como decía Popper a mediados del siglo XX.

Acaba de citar a Karl Popper, que se considera uno de los filosofos más escorados a la derecha del siglo XX. Es un filósofo que ha aportado mucho desde su perspectiva. Él también ha hablado de la opinión pública. ¿Cree que la opinión pública influye en las sentencias judiciales?
Influye y demasiado. Muchas veces se hacen juicios mediáticos y es muy difícil escapar de esos juicios mediáticos. Los jueces tendrían que estar dentro de la sociedad: no ser jueces Zeus, en el Olimpo, sino jueces Mercurio, entre la gente a la que tienen que servir. Los juicios mediáticos ejercen influencia y presión sobre los jueces, generando miedo en sus conciencias, y deriva en juicios acorde con lo políticamente correcto. Hablando de otro filósofo enfrentado a Popper, encontramos a Lysenko, un pensador estalinista que decía que la ciencia está sujeta al poder político. Ni la ciencia debe estar sujeta al poder político, ni el derecho ni la justicia. Ni al poder político ni a cuestiones o planteamientos ideológicos.

¿Cuánto de Popper y de Lysenko tiene ahora mismo la sociedad?
Pues, por desgracia, nos estamos decantando más por Lysenko. Hoy en día, las modas son las que marcan las tendencias. Los técnicos deberían ser profesionales en sus procedimientos. Hoy se dictan muchas sentencias guiadas por la moda de la ideología y lo políticamente correcto.

¿Cree que la sociedad tiene miedo a ponerse frente al espejo?
No debería tener miedo pero se tiene ese miedo. Hay políticos cobardes y jueces temerosos de verse en el espejo por ver ante él una gran mentira.

Desde algunos frentes se combate la ideología de género a pesar del maltrato que han sufrido históricamente por las mujeres en la sociedad. ¿Por qué la ideología de género debe ser frenada?
Yo fui uno de los jueces que más ha defendido a las mujeres y la igualdad desde la carrera judicial. Fui el primer juez que adoptó medidas de alejamiento cuando no existía la ley del año 2004. Apliqué el artículo 15 de la Constitución. Entonces me encontré en frente a la fiscalía. Me dijeron que qué me estaba inventando. Recibí un premio de AMUVI porque me destaqué en la defensa de las mujeres maltratadas. Lo único que pasa es que me he mantenido en el intermedio del péndulo: ni todos los hombres son maltratadores por el hecho de ser hombres, ni todas las mujeres son víctimas por el hecho de ser mujeres. Esto nos llevaría a un derecho penal de autor donde se sanciona por lo que eres. Hubo dos sociedades en el siglo XX que la aplicaron: la sociedad de Stalin y la sociedad de Hitler. En una sociedad democrática no caben estos presupuestos ideológicos.

¿Cuál es el caso al que más hora y cariño dedicó?
Sobre todo a los de protección de menores donde se daba la circunstancia de que esos ninos se encontraban en indefensión. Me siento orgulloso de haber corregido situaciones de alienación parental. Padres y madres que inoculan el odio hacia el otro progenitor y, a veces, los jueces dejamos a los ninos huérfanos de padres y madres cuando miramos hacia otro lado. Cuando le damos felicidad a esos ninos, es la mejor medalla de San Raimundo que puede conseguir un juez.

A pesar de haber sido rehabilitado a la carrera judicial, se mantendrá en el ejercicio de la abogacía. ¿Qué puede hacer un abogado para mejorar el derecho de familia?
Desde este otro lado de la mesa también se pueden defender los valores de la familia con mayor libertad. Los jueces estamos muy limitados. Desde mi despacho de abogados alcanzamos a todo el mundo y damos amparo desde mi experiencia y conocimiento. Me encontré desnudo y me tiraron en el barro, pero nunca me rendí. Quien no se rinde, es imposible vencerle. Soy un corredor de fondo.

¿Es usted el abogado de los hombres?
No. Aquí hemos defendido a muchas mujeres maltratadas a las que les hemos prestado ayuda y que han recuperado sus vidas. Muchas veces, la verdadera mujer maltratada es la que tiene miedo, la que sufre, la que no se atreve a denunciar. Este despacho no es exclusivo ni excluyente.

Como juez rehabilitado y como abogado, ¿qué le diría, sobre la familia, a la sociedad, a los políticos y a la magistratura?
Hay que cambiar de actitud. A la sociedad le diría que no pierda la esperanza y que se recuperen los valores perdidos, siendo respetuosos con todos los modelos de familia como núcleo estructural donde se sustenta la sociedad. A los políticos les pediría que no cayeran en planteamientos políticamente correctos y las modas. Hay que defender la igualdad auténtica, la igualdad de oportunidades para tener una vida digna. Y a los jueces, que se olviden de modismos y de ideologías, que resuelvan en conciencia, que sean valientes e independientes.

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