
Al ser humano se le aparecen con frecuencia contradicciones que le obligan a sopesar situaciones ordinarias para encontrar la solución más razonable. Pero siempre se nos pueden presentar las aporías, que se plantean como enunciados de orden lógico que parecen no tener solución, sirva como ejemplo el siguiente: “Dios no habría creado un mundo imperfecto, pero este mundo imperfecto sin Dios no podría existir”. Sobre esto no merece la pena discutir porque simplemente es así. El problema le acontece al hombre cuando pierde ese “orden lógico” de la aporía, es decir, incurre en el sinsentido, la paradoja o la imposibilidad a partir de una premisa.
Se preguntarán ustedes que a qué viene todo, pues a lo siguiente. El PSOE va a proponer en su próximo congreso la reforma de la Constitución en varios aspectos, uno de los más importantes, por su repercusión social, será el blindaje del derecho a la llamada ‘interrupción voluntaria del embarazo’, siguiendo su lenguaje, el aborto. El gobierno que nos derriba presas y azudes en los ríos con la intención de liberar los lechos fluviales para que anguilas, salmones y esturiones puedan remontar los cauces sin obstáculos, que se apunta el primero a cumplir las nomas de la Agenda 2030 para conseguir un planeta más sostenible, a la vez pretende legislar para blindar en la Constitución el asesinato de los no nacidos. Esta sinrazón, parece que en la Antigüedad no existía, y eso que Jesucristo no había nacido, luego la defensa de la vida no es cuestión de religión, sino de sensatez y humanidad. Vean por lo que ya se apostaba en la Grecia clásica:
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora“Aplicaré mis tratamientos para beneficio de los enfermos, según mi capacidad y buen juicio, y me abstendré de hacerles daño o injusticia. A nadie, aunque me lo pidiera, daré un veneno ni a nadie le sugeriré que lo tome. Del mismo modo, nunca proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo”.
De esta forma tan contundente está escrito en el Juramento Hipocrático uno de sus principios clave. El Juramento es del siglo V a. C., y fue postulado por Hipócrates, quien es considerado el padre de la medicina. En la segunda parte del párrafo escogido, en negrita, dice claramente que no dará veneno a nadie que se lo solicite, en clara referencia a la eutanasia. Y a continuación, expone que nunca proporcionará a ninguna mujer ningún ungüento abortivo.
Si estas cosas las tenían tan claras en el siglo V a. C., ¿por qué en la actualidad el sentimiento es el opuesto?. El problema apareció en la segunda mitad del siglo XX con feministas conocidas como Simone de Beauvoir, que siguió la estela de las reivindicaciones femeninas de finales del siglo XIX, vindicaciones que nunca fueron a favor del aborto, sino de las igualdades sociales, como las condiciones laborales y el sufragio universal.
El primer intento de legalizar el aborto surgió con la revolución iniciada en Rusia en 1917 por Lenin. Con la intención de liberalizar a la mujer, se fomentó el “amor libre”, lo que se tradujo en un aumento de las relaciones sexuales sin compromiso alguno. El resultado fue desolador, en solo tres años el crecimiento de embarazos extra matrimoniales fue exponencial, y con la intención de erradicar los embarazos no deseados se aprobó el aborto el 16 de noviembre de 1920. Aparte de la barbaridad intrínseca, lo que esto supuso fue que no se intentó limitar la promiscuidad, sino que la solución fue emplear el aborto legal como método anticonceptivo.
Como continuación a la denigración moral de la Rusia revolucionaria, surgieron “pensadoras” como la señora Simone de Beauvoir, cuyas afirmaciones fueron tan extremas y repelentes que si no las hubiese dejado escritas, nadie, con un mínimo de sentido común, podría haber imaginado que una mujer fuese capaz de pensar así. Con respecto a la maternidad decía que las actividades de procreación y maternidad eran repetitivas y que hacían que la mujer no se diferenciase de los animales. En una entrevista a Betty Friedan dijo: “Ninguna mujer debería tener esta opción (maternidad). No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa a cuidar de sus hijos (…), las mujeres no deben tener esta opción, porque demasiadas mujeres decidirían por ella”. Le disgustaba de forma vehemente que las madres quisieran cuidar de sus hijos.
Durante el siglo XX las pretensiones abortistas siguieron involucionando de forma alarmante con otras escritoras, filósofas o profesoras universitarias que llegan hasta nuestros días. Una de las frases que más ha parafraseado toda la escuela que siguió a Beauvoir, fue una de ella misma, en la que soltaba la siguiente sentencia: “el aborto no es más que la eliminación de un parásito”.
Apelando a la cordura, debemos defender la biología ante todo, ya que, por otra parte, todos estos ideólogos que son tremendamente relativistas y reduccionistas, confían en la ciencia por encima de todo para quitarse de encima a la religión. Entonces, me pregunto cómo pueden dudar de que en el momento en que se unen el gameto masculino o espermatozoide y el gameto femenino u óvulo, se produce un embrión con toda la contribución genética que ya tendrá para toda su vida. Por lo tanto, este embrión o cigoto no es en ese momento un ser humano en potencia, sino un ser humano con un gran potencial.
La explicación que acabo de dar es estrictamente científica sin posibilidad alguna de ser rebatida. Luego al potenciar el aborto, el ser humano retrocede hasta los tiempos de Esparta, donde se tiraba a los niños nacidos con malformaciones por el Monte Taigeto. Para explicar las bondades del aborto no nos deberían valer argumentos como los de la madre pobre sin posibilidades económicas o el de la violación. Sobre el primer caso escucharemos lo siguiente: “la madre es pobre y encima ya tiene otros tres hijos que mantener: uno de dos años, uno de cuatro y otro de seis. Obligarla a tener otro hijo es un acto de insensibilidad”. En vez de ayudar a la madre a salir de la pobreza, lo que se propone es matar al niño. Siguiendo su razonamiento, y mirando por la economía de la familia, habría que proponer matar al hijo mayor de seis años, ya que este, de momento ocasiona más gastos que el hijo en gestación.
En el caso de un embarazo generado por una violación, y por la excepcionalidad del asunto, sí que habría que legalizar el aborto, nos propondrán. El asunto es más complejo de lo que parece, porque de ser como ellos dicen, gran parte de las mujeres que quisieran abortar dirían que habían sido violadas. Además, es sabido que, en las violaciones por estrés y el traumatismo de la situación, los casos de embarazos son aislados.
En el caso de que la mujer infortunadamente se quedase embarazada y no quisiera tener, ni criar a la criatura, ¿por qué habría que matar al bebé?, ni siquiera se podría aplicar la pena de muerte al violador porque la legislación de la mayoría de los países lo prohíbe, y las asociaciones abortistas, normalmente están en contra de ella. Entonces, ¿cómo es posible que quieran aplicar al bebé esa sanción tan dramática?
El hecho de que la madre no quiera tener un hijo, criarlo y hacerse cargo de él es algo remediable puesto que lo puede dar en adopción. La desdichada madre no tiene por qué abortar. El nacido sería fruto de una violación, pero que su padre fuese un depravado, no quiere decir que el niño lo fuera a ser, tendría todas las posibilidades para ser una persona decente, correcta, responsable y tener una vida muy provechosa.
Como conclusión, me remito al momento en que el aborto fue legalizado en Estados Unidos. El famoso caso “Rode vs Wade” supuso que en el año 1973 la Corte Suprema de Estados Unidos legalizase el aborto. La misma Corte anuló la resolución el 24 de junio de 2022, al demostrar que el aborto no era ningún derecho constitucional hacia la mujer. Y lo que es más importante, a mi juicio, es que se demostraron todas las mentiras e irregularidades de la demandante y de los doctores que impulsaron la legalización, así como la cantidad de clínicas clandestinas que se desmantelaron y que afloraron para tratar de forma inhumana a jóvenes abortistas sin recursos económicos. En fin toda una sinrazón equiparable a la legalización de Rusia del año 1920.
Y si los legisladores americanos se dieron cuenta del error que cometieron, ¿cómo es posible que nuestros políticos del PSOE se quieran comprometer, ya no ha hacer una ley más permisiva en materia abortista, sino a blindar desde el punto de vista constitucional una materia tan sensible? Que por otra parte debería consensuarse precisamente por la sensibilidad que despierta, como es natural, en la mayoría de la población. Personalmente me parece una aberración irracional, cuando se supone que las personas estamos justamente para lo contrario, para razonar. Una vez escuché decir al escritor Fernando Sánchez Dragó, que desde su punto de vista, él creía que la humanidad había comenzado su declive desde la desaparición de la Grecia clásica. En su día me pareció una exageración, pero en temas como el que nos ocupa, desde luego que acertó.
Para acabar solamente escribiré una frase para la reflexión, frase que no es mía, la dijo el que fue Presidente de Estados Unidos Ronald Reagan: “Me he dado cuenta de que todo el mundo que está a favor del aborto ya ha nacido”.
José Carlos Sacristán, Colaborador de Enraizados