Estamos metidos en una campaña electoral que parece no tener fin. En muy pocos meses hemos tenido elecciones en Galicia, Vascongadas, Cataluña y ahora… las europeas: ¡ES UN NO PARAR!
En España ya llevamos unos cuantos años en los que la vida política se ha enrarecido de una manera alarmante. Sufrimos una clase política de muy bajo nivel cultural e intelectual y en bastantes casos, yo diría, que también de muy bajo nivel moral.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraDesgraciadamente no estamos gobernados por los mejores
Los españoles hemos sido engañados una y otra vez por los partidos hegemónicos que en campaña han prometido unas cosas y cuando han llegado al poder han hecho otras, cuando no las contrarias. Se han aprobado leyes de suma importancia como la del aborto, la eutanasia o la ley trans, entre otras, sin que se nos haya consultado, siguiendo los dictados de las élites globalistas que tratan de someter a la humanidad.
Además, en España la actividad política se está reduciendo a procurar que el presidente del Ejecutivo se mantenga en el poder a cualquier precio, “enfangado” —vocablo muy al uso en esta campaña— en asuntos de corrupción, tanto de tipo económico como de tipo político. Un presidente que piensa que España le pertenece: la ofrece a trozos a los independentistas y se comporta como un déspota practicando una política internacional personalista, errática y sin sentido, en beneficio propio.
Esto es lo que hay, esta es nuestra situación y este es el punto de partida desde el que debemos construir nuestro futuro y preparar el camino de las generaciones futuras. Los que todavía creemos que una sociedad mejor es posible, no podemos resignarnos.
Las elecciones europeas se presentan como una gran oportunidad para iniciar el cambio de rumbo y comenzar a enderezar la deriva en la que estamos inmersos. Probablemente sean las elecciones más trascendentales en las últimas décadas, porque en toda Europa ha aparecido, con mucha fuerza, un movimiento —que los políticos al uso han calificado de “ultraderecha”— que cuestiona las políticas que se están llevando a cabo en la práctica totalidad de los países europeos, auspiciadas por Bruselas.
Este movimiento, que se está expandiendo como la pólvora, puede conseguir, según los sondeos, un número importante de eurodiputados que, con toda seguridad, cambiará el equilibrio de fuerzas actual del Parlamento y se abrirá un debate muy diferente al actual: asistiremos a la confrontación de dos modelos diferentes de entender la persona humana y, por tanto, el mundo y el modo de hacer política.
De un lado estarán los “continuistas”, es decir, aquellos cuyo “evangelio” es la AGENDA 2030 y quieren continuar imponiéndola a toda costa, invadiendo la soberanía de los países miembros, sumiéndolos en la pobreza, la división social y la inseguridad
Una agenda que despoja al ser humano de su propia naturaleza para hacerlo débil y, por tanto, sumiso y manejable. Las leyes de género van orientadas en esa dirección, impregnando todas las áreas de nuestra sociedad, comenzando en los colegios con el adoctrinamiento y corrupción de nuestros niños, invadiendo y destruyendo la familia formada por un hombre y una mujer y coartando las libertades, sobre todo la libertad de expresión, ya que cuestionar estas políticas se considera un delito.
Una agenda que, basada en los postulados de Malthus, pretende disminuir la población, impidiendo que nazcan seres humanos, imponiendo el aborto como un “derecho” de la mujer y, por otra parte, eliminando a los mayores, promulgando leyes de eutanasia. Para dulcificar las medidas utilizan los eufemismos de “salud reproductiva” y “muerte digna”.
Una agenda que, apoyándose en el cambio climático, pretende implantar políticas suicidas. El cambio climático nadie lo pone en duda, forma parte de la evolución normal del Planeta; lo que se pone en duda es la afirmación rotunda de que el hombre, con su actividad, es el culpable, cuando en la comunidad científica no hay un acuerdo unánime al respecto. Esto es muy grave porque las consecuencias de la aplicación de estas políticas son dramáticas para el propio hombre, al que se culpabiliza y para el desarrollo normal de la sociedad. Por ejemplo, cuando se habla de “restitución de la naturaleza”, ¿se pretende retrotraer el mundo a la Edad de Piedra?, porque no podemos olvidar que el hombre comenzó a modificar la naturaleza cuando se hizo sedentario.
Todas estas políticas son un despropósito sin base científica firme
Con la fuerte irrupción de los nuevos partidos políticos, que cuestionan todas estas políticas, se abre la oportunidad de confrontarlas con un modelo diferente de sociedad.
Un modelo de sociedad basado fundamentalmente en la dignidad del ser humano, que desde su concepción hasta su muerte natural, tiene unos derechos que nadie le puede usurpar. El primero y fundamental es el derecho a la vida. El ser humano, como la familia, es anterior al Estado y éste último tiene sentido únicamente cuando está al servicio tanto del ser humano como de la familia. Si no es así, el riesgo de caer en regímenes autoritarios es evidente.
Un modelo de sociedad que recupere los principios y valores que hoy se han perdido, que base sus relaciones en la verdad, en la libertad, en la justicia, en la honestidad…en fin, una sociedad que recupere la convivencia tan deteriorada hoy, en la que el hombre sea realmente el centro de todas las políticas.
Un modelo de sociedad que no desprecie sus tradiciones, que no reniegue de su historia, en la que se respete, tratándose de Europa, la autonomía de los diferentes países, sin invadir sus propias competencias.
En definitiva, un modelo de sociedad contrario al que se nos está imponiendo por las élites globalistas a través de los organismos internacionales como la ONU, la OMS, la U.E y otros, aplicando esa nefasta AGENDA 2030
Por esto decimos que las próximas elecciones europeas son de suma importancia. En ellas, en esencia, se van a confrontar estos dos modelos de sociedad y de hacer política.
En este nuevo escenario que se abre, el espectro político actual cambia rotundamente: ya no se trata derechas o izquierdas, de socialdemócratas o conservadores, de progresistas o “fascistas”.
Ahora se trata de elegir entre las dos únicas opciones: los que apoyan las políticas globalistas, con la AGENDA 2030 como “evangelio”, o los que apuestan por una sociedad basada en principios y valores, en la que el hombre se sitúa en el centro, se protege la identidad de cada nación y se respeta su autonomía.
En el caso de España, al estar tan contaminada la actividad política por un presidente sin escrúpulos, por la corrupción y por los independentismos, es difícil ver ese horizonte al que apuntamos, en el que perfilan estos dos modelos de sociedad tan diferentes, porque la contaminación política y el ruido incesante impide que se pueda hablar con claridad de ellos; pero está claro que los partidos de izquierdas, con el PSOE a la cabeza, apuestan claramente por el modelo AGENDA 2030 y VOX defiende, como puede, pero con claridad, el modelo que pone en valor las políticas que respetan al ser humano, que apuestan por la familia y por la autonomía de las naciones.
¿Y el Partido Popular?
El Partido Popular trata de jugar a “dos bandas”, sin una posición clara. Por un lado, simula una oposición “férrea” al PSOE; pero en Europa está aliado con él y apuesta, sin fisuras, por la AGENDA 2030, que también aplica en España allá donde gobierna. A mi modo de ver, esta posición no es sostenible en el tiempo. Creo que, a medida que los partidos del cambio vayan emergiendo y su voz se oiga con claridad, los partidos que se han llamado de “centro” irán desapareciendo de espectro político europeo y, por supuesto de España
En estas elecciones europeas no nos jugamos que nuestro presidente continúe o no en el poder, nos jugamos algo mucho más serio: nos jugamos el poder iniciar un camino que nos conduzca a esa sociedad que anhelamos, en la que se recuperen los valores y en la que podamos ser libres de verdad.
Javier Espinosa Martínez, Voluntario de Enraizados