
Una de las metas más importantes que Jair Bolsonaro se propuso a cumplir en sus primeros cien días en la presidencia de Brasil, que se completan el próximo miércoles 10 de abril, es boicoteada por funcionarios de su propio gobierno.
En enero de éste año, el mandatario divulgó una lista de 35 acciones muy concretas a ser realizadas en cien días; la única de ellas que fue asignada al Ministerio de Educación fue el lanzamiento de una nueva Política Nacional de Alfabetización (PNA).
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEsta contendría la “definición de soluciones didácticas y pedaggicas para la alfabetización, como la proposición de métodos para la reducción del analfabetismo a partir de evidencias científicas».
Se trataba de uno de los compromisos clave, junto a los atribuídos a los ministerios de Economía y de Justicia, ya que se planteó como el primero de diversos pasos a ser dados para transformar el sistema educativo nacional.

En campaña, Bolsonaro se comprometió a realizar una serie de reformas que mejoraran significativamente la calidad de la educación y la libraran del secuestro ideológico al que durante décadas se le ha sometido en el país. La primera reforma sería la de la alfabetización.
En febrero, Ricardo Vélez, titular del Ministerio de Educación, explicó en una audiencia en el Senado que consideraba la alfabetización como “la canasta básica de la educación”, e informó que, dado el pésimo desempeño del país en las evaluaciones internacionales, habría creado una secretaría específica.
Y advirtió que la nueva PNA diseñada por ese organismo consideraría las evidencias y los avances que en las últimas dos décadas ocurrieron en las ciencias y en el campo del aprendizaje de la lectura y la escritura.
Al frente de la secretaría fue colocado Carlos Nadalim, formado en Derecho y en Filosofía, especialista en educación y coordinador de la mayor y más efectiva plataforma de alfabetización de niños en el país.
Dos versiones del PNA
Pues bien, Nadalim elaboró, con su equipo técnico, un nuevo PNA a través de un amplio proceso consultivo de poco más de dos meses, lo concluyó en tiempo hábil y atendiendo a lo prometido por el presidente y a los criterios informados por el ministro a los parlamentarios.
La noche del pasado 3 de abril, cuando la minuta del decreto da nuevo PNA estaba a punto de ser enviada formalmente a la Casa Civil a través del Sistema de Generación y Tramitación de Documentos, un hombre recién llegado al MEC ordenó que se retuviera.
Ese hombre es Ricardo Machado Vieira, un militar nombrado cinco días antes como secretario ejecutivo del ministerio. Inmediatamente convocó una reunión para que el documento fuera nuevamente discutido con las secretarías de Educación Básica (SEB) y da Secretaria de Modalidades Especializadas de Educación (SEMESPE).
La noche del día siguiente, Alexandro Ferreira, titular de la Secretaría de Educación Básica calificó el texto de la nueva PNA como “una mierda”, a pesar que, momentos antes el ministro Vélez había manifestado su satisfacción con el documento.
Su contenido va a contramano de lo prometido por Bolsonaro y lo anunciado repetidamente por Vélez
De forma impositiva el teniente brigadier Machado Vieira, a pesar de no tener ni una semana el ministerio, integró un grupo para “revisar” la minuta del PNA y trabajaron en su sala durante la noche.
De ese grupo para revisar la política que regirá la alfabetización del país fue excluído el secretario de Alfabetización y sus equipos técnicos, por increíble que parezca.
De la “encerrona” no salió una “revisión” con aportes, sino un nuevo documento que descaracteriza completamente el original, excluye uno de sus principales aportes, el método fónico de alfabetización; y reintegra los elementos que han propiciado hasta ahora analfabetas funcionales.
Un texto consensuado, fruto de más de dos meses de reuniones de un Grupo de Trabajo que integró a diferentes secretarías, autarquías y fundaciones del MEC y que ya había sido revisado y validado por técnicos de la Casa Civil fue sustituido por otro elaborado en menos de 24 horas.
Y aún más, su contenido va a contramano de lo prometido por Bolsonaro y lo anunciado repetidamente por Vélez.
Para la elaboración de la minuta, Nadalim recibió consejo de connotados especialistas del país, y también del exministro de Educación de Portugal, Nuno Crato, responsable por la reforma que sacó al país de los últimos lugares de la evaluación educacional PISA para alcanzar a Finlandia.
El viernes por la mañana la Secretaría de Alfabetización solicitó formalmente acceso al nuevo texto y no tuvo respuesta del secretario ejecutivo. Esa misma tarde, Machado Viera entregó personalmente la nueva minuta, impresa, sin utilizar la via oficial, en la Casa Civil.
A dos días de cumplirse los cien primeros días de gobierno, hay dos minutas del PNA. No se sabe ahora cual firmará el presidente.
Y gracias a esa maniobra, incluso, quizá no haya tiempo hábil para lanzar la PNA dentro los 100 dias, lo que causará otro inevitable desgaste al MEC y al propio gobierno.
¿Un acuerdo espurio?
Algunas fuentes escuchadas por Actuall en la Casa Civil y en el MEC consideran que el comportamiento del recién llegado brigadier, aparentemente con mayor poder que el propio ministro Vélez, obedece a un acuerdo realizado sin el conocimiento del presidente Bolsonaro.
Machado Vieira fue enviado al MEC para ayudar a Vélez a colocar la “casa en orden” luego de que una crisis detonada por un error del propio Vélez, que envió una carta inadecuada a las escuelas del país y de una guerra emprendida por dos de sus auxiliares, el coronel Ricardo Wagner Roquetti y Luiz Antônio Tozi, su primer secretario executivo.
Ambos propugnaban que no deberían ser realizados cambios profundos que irritaran a la izquierda enquistada en el sistema nacional de educación y operaron una tentativa de expurgo de un grupo de funcionarios que defendían una reforma a fondo y progresiva, tal como lo había prometida por el presidente.
Si la minuta express de Machado Vieira se impone, lo que Bolsonaro tendrá en manos y presentará como logro es una política nacional que no muda nada, sino que conserva el viejo sistema fallido impuesto por la izquierda
Ese grupo, que impulsó el nombramiento de Vélez, sufrió una intensa campaña mediática, fueron rotulados como “radicales” con la intención de apartarlos del ministro y se les imputaron, de forma infundada y sistemática, todos los errores que se cometían en el ministerio.
La prensa comercial, por su parte, informaba que eran los “radicales” un peligro para Vélez y los promotores de una “guerra interna”.
Roquetti y Tozi perdieron la mano y fueron exonerados por orden de Bolsonaro, así como algunos otros funcionarios ligados a ellos.
Machado Vieira, por tanto, habría sido enviado por el general Santos Cruz, titular de la Secretaría de Gobierno y por Hamilton Mourão, el vicepresidente de la República, para “pacificar” el MEC y para calmar a la prensa.
Según los testimonios escuchados por Actuall, el costo a pagar para esa tregua sería la cabeza de Nadalim y el desmontaje de su plan de alfabetización, considerado el primer paso a ser dado para emprender una reforma real y profunda del sistema educativo.
Algunos sectores no perdonan el hecho de que Vélez, asesorado por los supuestos “radicales” extinguió la Secretaría de Educación Continuada, Alfabetización, Diversidad e Inclusión (SECADI), cuyos recursos eran usados para impulsar pautas izquierdistas y de género, y creó la Secretaría de Alfabetización, entregándola a Nadalim.
Es significativo que, la mayoría de los funcionarios de la SECADI – un nido de ‘progresistas’, fueron acogidos por la SEMESPE, una de las que articuló el golpe a la primera minuta del PNE.
Si la minuta express de Machado Vieira se impone, lo que Bolsonaro tendrá en manos y presentará como logro es una política nacional que no muda nada, sino que conserva el viejo sistema fallido impuesto por la izquierda, petista o socialdemocrata, que ha producido en dos décadas millones de analfabetos funcionales.
Quedan dos días para confirmar si habrá una reforma de fondo o si los cambios serán cosméticos, tal como dice el protagonista de El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “que algo cambie para que todo siga igual”.