Tal y como lo dijimos hace días, el pasado 18 de febrero, se celebraron elecciones en Galicia, en las que el actual presidente Alfonso Rueda obtuvo una rotunda victoria al conseguir 40 de los 75 escaños, lo cual le da una cómoda mayoría absoluta que le permitirá gobernar en solitario.
Al ser Alfonso Rueda militante del centroderechista Partido Popular (PP) la victoria que obtuvo en Galicia no solamente a él le pertenece sino también a sus compañeros de partido.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraUna primera lectura de dicha victoria nos presenta un abierto rechazo al socialismo ya que el PS de G (así se llama el PSOE gallego) se desplomó cayendo a niveles que antes nadie hubiera imaginado.
La derrota de los socialistas gallegos es también una derrota del PSOE que dirige Pedro Sánchez.
Una derrota que constituye un rechazo tanto a las mentiras del actual presidente como a su obsesión por mantenerse en el poder aunque sea regalándole Cataluña a los separatistas de Puigdemont.
La victoria que Alfonso Rueda obtuvo en Galicia demuestra una vez más el talante conservador del pueblo gallego que ve con repugnancia cualquier tipo de cambio y que prefiere pisar terreno sólido.
La victoria del PP es una garantía para los empresarios y propietarios gallegos que podrán respirar tranquilos al ver cómo –de momento- sus intereses no se verán afectados.
Sin embargo, al igual que ocurre con la luna, los resultados gallegos tienen también su cara oculta.
Una cara oculta que nos muestra cómo, en el fondo, la victoria de Alfonso Ruega y del PP que le apoya es una victoria aparente.
Y es que, aunque algunos se empeñen en negarlo, la realidad es que los populares de Alfonso Rueda tienen dentro del Parlamento un enemigo que es cada vez más poderoso y que viene pisándoles los talones: El Bloque Nacionalista Gallego (BNG)
Esta formación política –aparte de ser de izquierda radical- se ostenta como separatista lo cual la pone al mismo nivel de aquellos que en Cataluña o en el País Vasco luchan por separarse de España.
Repetimos: Los gallegos son marcadamente conservadores, no tanto en lo ideológico, sino más bien en lo material ya que son capaces de todo antes que permitir que su patrimonio se vea afectado.
No obstante, a pesar de ese apego del gallego al dinero y que explica la victoria de Alfonso Rueda, la realidad es que en los últimos años el BNG ha venido creciendo a pasos agigantados.
La explicación a dicho fenómeno se debe a que las nuevas generaciones han visto deformados sus criterios por un ambiente en el que se exalta el galleguismo de manera exagerada.
Los funcionarios públicos atienden a los ciudadanos en gallego, los libros que edita la Xunta de Galicia se editan solamente en gallego, si un profesor pretende impartir clases en Galicia deberá someterse a un examen de gallego…..
Y así una larga serie de requisitos y circunstancias que se han venido dando por décadas.
Una larga serie de circunstancias que –hay que reconocerlo- fueron impulsadas, primero por Manuel Fraga y luego por Alberto Núñez Feijoo.
Todo esto ha ido creando un ambiente en las nuevas generaciones que –aunque pudiera parecer un inocente costumbrismo- en el fondo tiene mucho de separatista puesto que, inconscientemente, va fomentando un rechazo a España, la patria común.
¿No hubiera sido más provechoso que los gobiernos del PP gallego, en vez de acentuar tanto el regionalismo, mejor se hubieran preocupado por la bajísima natalidad que ha herido de muerte a Galicia?
Una vez más vemos cuan cierto es aquello de que “quien siembra vientos cosecha tempestades”
Han sido los gobiernos del PP los que han ido abonando el terreno para que después llegase Ana Pontón y su BNG a sembrar una semilla que está dando ya sus primeros frutos.
Las viejas generaciones con el paso del tiempo irán pasando a mejor vida, para ser sustituidas por jóvenes desorientados que muchos son hijos de padres divorciados y que carecen de una conciencia bien formada.
Repetimos: De momento la victoria ha sido para el PP. Una victoria más aparente que real.
Sin embargo, si analizamos a fondo la problemática gallega, vemos como la gran vencedora ha sido Ana Pontón quien se muestra sonriente porque sabe que a su tiempo maduran las uvas y que dentro de muy pocos años no tendrá que esforzarse mucho para recoger los frutos.