Javier Milei en su investidura como presidente de la Argentina
Javier Milei en su investidura como presidente de la Argentina

Hace unos días me enviaron a través de un mensaje de WhatsApp un vídeo en el que el profesor Don Juan Ramón Rallo analizaba una serie de artículos publicados en el periódico ABC y en los que se criticaba al presidente de Argentina, Don Javier Milei. El profesor Rallo suscitaba el interés por lo que iba a decir encabezando su vídeo con el título “La derecha contra Milei”. Para justificar el título, y antes de entrar a analizar y cuestionar las afirmaciones de los cuatro articulistas del ABC, el profesor Rallo situaba al presidente Milei entre dos “fuegos”. Es decir, lo presentaba como una especie de “puching” o pera de boxeo al que golpean críticamente tanto desde la “derecha” como por la “izquierda”.

Esto sería verdad si, efectivamente, los articulistas a los que se refiere el profesor Rallo en su análisis fueran de “derechas”. Pero es que no lo son. Ser de “derechas” o de “izquierdas” en España y, en general, en Europa, es algo hasta cierto punto indefinible. Desde luego, el estrato económico ya no sirve para saber si una persona es de “derechas” o de “izquierdas”. Hoy en día, a nadie le sorprende que los socialistas, los comunistas y los sindicalistas sean más ricos que los supuestos “trabajadores” y “miserables” a los que dicen proteger.

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Hoy, como digo, nadie duda de que los socialistas, los comunistas y los sindicalistas se han llenado los bolsillos a espuertas vendiendo al público (que se lo compra votándoles) las tonterías de la “justicia social”, la “redistribución de la riqueza”, etc. Hoy, insisto, después de la gota fría de Valencia, nadie puede llevarse a engaño sobre el hecho de que para lo que han servido las ideas socialistas es para no limpiar el cauce del barranco del Poyo, no levantar ni una sola presa y, así, dejar que la naturaleza haga con el ser humano lo que suele hacer desde la época de las cavernas cuando el hombre no hace nada con ella; esto es, matarlo.

Pero es que, después de que el socialismo se quedase sin discurso económico, no le ha quedado otro camino que acabar con el ser humano directamente. Confundiendo al ser humano con el animal y la sociabilidad humana con el ecosistema natural, ha convertido al hombre en el enemigo de la Pachamama y a la foca en un ser con más derecho a existir que el ser humano. A partir de este dislate ontológico y moral, el socialismo hoy en día es un reducto de todo de lo que de inmoral pueda ocurrírsele a cualquiera. Será en el socialismo donde cualquier degenerado encuentre un público para llamar a su desorden moral “derecho”.

Pero, y esto es lo importante, es que la llamada “derecha” política española, esa que representa el PP, no hace nada fundamentalmente distinto a los socialistas. ¿Hay acaso alguien en la izquierda que haya subido los impuestos de la manera en que su día lo hizo el Sr. Montoro? No. ¿Hay acaso alguna frase en el discurso de la “derecha” en la que se diga que el Estado tiene que retroceder y dejar que los individuos lleven adelante sus vidas sin interferencias? No (salvo la Sra. Ayuso). ¿Hay algún discurso moral en la “derecha” sustancialmente diferente al socialista respecto al aborto, el matrimonio, la educación cristiana? No. ¿Acaso son menos corruptos los señores de la supuesta “derecha” a los de la “izquierda” cuando llegan al poder? ¿Acaso han dimitido el Sr. Mazón o los diputados del PP y VOX que en el Congreso dejaron pasar una reforma que alivia las penas a los etarras? Tampoco. Quien vota al PP, en definitiva, no puede pensar seriamente que su voto va a servir para cambiar las cosas a mejor.

La trampa moral y social está en la partidocracia. La Ley electoral de D´hondt y el que sean los partidos los que decidan, a través de listas cerradas, quienes representan a los ciudadanos, lleva, inexorablemente, a que los peores, los que no pueden vivir sino de la política, sean elegidos y ocupen puestos para los que no dan la talla. No exageramos. ¿Cuántos de los políticos que hay hoy en el Congreso o el Senado prometiendo arreglar el paro de España han dado puestos de trabajo reales montando alguna empresa? Son esta clase de personajes, incapaces de lo menos, los que prometen hacer lo más. Este sistema genera un círculo vicioso. Desde el momento en que un dirigente de un partido sea un inmoral o/y un incapaz, automáticamente, se rodeará de súbditos que no le hagan sombra. 

A partir de ahí, los políticos llenarán los oídos de sus electores con todas esas “buenas palabras” acerca de la democracia, el interés general, la justicia social, para engañar y adormecer la justa indignación de las personas a quienes con impuestos e inflación empobrecen.

Los comentaristas a los que señala el profesor Rallo están bajo el influjo del discurso de las “buenas palabras”. Así que decir de ellos que son de “derechas” es tanto como llamar “monja” a una meretriz. Están bajo el influjo de todas esas “buenas palabras” de los politicastros europeos, hipnotizados por unas palabras políticas huecas…, de manera similar que la música del flautista de Hamelin sedujo a los niños. Y, en sentido contrario, no ven que detrás de las que llaman “malas palabras” del presidente Milei, existe la “buena acción” de despertar a la sociedad argentina del letargo y el ensueño parasitario de la política socialista. 

El presidente Don Javier Milei y quienes le han votado han echado alcohol sobre la llaga de una sociedad herida profundamente por el socialismo. Y esto ha de doler. Los trabajadores, los empresarios, quienes cada día se levantan a abrir sus tiendas, están hartos de que los impuestos y la inflación (perdón por la redundancia) hayan servido únicamente para que una caterva de políticos y amigotes de partido vivan de su esfuerzo a cambio de promesas que jamás cumplen.

En un momento dado de sus comentarios el profesor Rallo dice algo así como que el discurso de Milei tiene pocos visos de salir adelante en un país como España. Yo no lo creo. Es más, es el único discurso y la única política que hoy cabe hacer con este monstruo paquidérmico bestial con cabeza europea, estatal, autonómica, provincial, municipal y orgánica. Los números económicos ya no dan más de sí. El ahorro en la clase media se ha consumido. En la crisis del año 2008 muchos sobrevivieron vendiendo el piso de los abuelos. Hoy, los ancianos están acudiendo a las hipotecas inversas para completar su ridícula pensión (devaluada constantemente por la inflación), los jóvenes no pueden formar familias (salvo que se coloquen en la Administración) y los políticos no hacen más que ensanchar su espacio presupuestario vital. Al presidente Mazón, por ejemplo, no se le ocurre otra cosa para tapar su comilona mientras la gota fría asolaba Valencia que aumentar su gobierno con más políticos. En fin, es un presidente como Milei, precisamente como él, el que necesita España.

Quiero terminar este artículo con un poco de pesar. Lamento mucho, sinceramente, ver a Don Juan Manuel de Prada siendo objeto de la crítica del profesor Rallo. Es un intelectual cristiano católico valiente al que respeto y, ciertamente, me gustaría que su pluma estuviera de este lado. No obstante, creo que el dardo del Sr. Prada contra el presidente Milei y la presidenta de la Comunidad de Madrid viene más por su rechazo hacía cierto liberalismo. En este sentido, sí que me gustaría dejar apuntado que Friedrich Hayek señaló la idea de que existía un “falso” y “verdadero” liberalismo.

Hizo esta distinción justamente para distinguir el liberalismo racionalista que acaba en el socialismo, de ese otro que confía en que el hombre moral es capaz de formar “órdenes espontáneos” sin necesidad de que el Estado intervenga. Es decir, lo que hemos visto que ha hecho la buena gente que ha ido a ayudar en la crisis de Valencia, mientras el Sr. Mazón andaba de comilona y la vicepresidenta del gobierno Ribera preparándose para su nuevo cargo en Bruselas. Esta línea que apunta Hayek del “verdadero liberalismo”, como decimos, es consecuente con la doctrina de la Iglesia católica acerca del principio de subsidiariedad del Estado, potencia las buenas costumbres como fuente de derecho y, sobre todo, hace de la conciencia humana un ámbito inexpugnable para la política. Milei, por último, que rechaza el aborto, no está nada lejos de estas ideas.

Emilio Eiranova Encinas. Doctor en Derecho y Economía. Prof. Universitario.

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