La noche del 31 de diciembre, justo cuando millones de españoles iban a comer las doce uvas, una presentadora de televisión (olvidemos su nombre) pretendió pasar a la Historia burlándose de los sentimientos religiosos de los católicos.

Dicha señora que, por lo que todo mundo pudo apreciar, está muy bien nutrida, mostró una tarjeta con la caricatura de una vaca que llevaba colgada una imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Una ofensa gravísima a los católicos que somos mayoría en España.

Un atentado a la Fe que, en cierto modo, tuvo un lejano antecedente cuando durante la II República, un grupo de milicianos disparó contra el Monumento al Sagrado Corazón que se encuentra en el Cerro de los Ángeles.

Pues bien, si la ofensa fue gravísima, peor aún ha sido la respuesta de sujetos que tienen alto cargos en el gobierno y que aprovecharon la circunstancia para confirmar que muy pronto habrá una importante reforma legal en materia religiosa.

Una reforma al artículo 525 del Código Penal que consiste en eliminar el delito contra los sentimientos religiosos.

La reforma consistirá en eliminar todos aquellos comportamientos cuyo objetivo sea vejar públicamente –sea por escrito o sea de palabra- a quienes profesan una religión.

Dicha reforma (nacida de un pacto entre PSOE y SUMAR) deja en el desamparo jurídico a los creyentes.

¿Significa esta reforma que España se moderniza?

De ninguna manera ya que países como Bulgaria o Alemania sancionan los delitos contra los sentimientos religiosos de los ciudadanos con penas muy severas. Incluso en Grecia se da el caso de que la blasfemia es castigada.

Según datos que cualquiera puede comprobar, 21 de los 27 estados miembros de la Unión Europea, sancionan las ofensas a los sentimientos religiosos.

Viendo lo que ocurre en Europa, nos convencemos de que, gracias al gobierno social comunista que desgobierna España, los creyentes son ciudadanos de segunda.

Y la Iglesia….¿Qué dice la Iglesia?

Es penoso reconocerlo pero solamente un puñado de obispos ha tenido el valor civil de condenar públicamente este atentado a los sentimientos de los creyentes.

Entre esas voces que han condenado tal situación destacan monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española; el Cardenal José Cobo Cano, arzobispo de Madrid; monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicantes y unos cuantos más.

Así pues todo se explica con una lógica contundente.

Ante el silencio de la inmensa mayoría de los obispos y la intentona del gobierno por reformar el artículo 525 del Código Penal, no nos debe extrañar que una vacaburra ofenda los sentimientos religiosos de los católicos.

Y es que ante la pasividad cobarde de unos y la ofensiva anticlerical de otros, esto anima a que cualquier hijo de vecino diga y cometa las peores burradas.

No deja de ser digno de interés que precisamente en esos días fueron decapitadas varias figuras del Belén que se hallaba en El Escorial.

La vacaburra de la televisión (no le hagamos publicidad dando su nombre) quiso hacerse graciosa pero no lo consiguió.

De lo que si se dio cuenta toda España es que el odio que esta tipa siente por lo religioso quizás se deba a que está resentida con Dios quien, según ella, es el culpable de su grotesco aspecto.

Como propósito de Año Nuevo lo que la presentadora debería hacer es ponerse a dieta e inscribirse cuanto antes en un gimnasio.

Esperemos que solamente así logre superar sus traumas.

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Abogado, historiador y periodista. Editorialista de el Heraldo de México (1973-2003). Colaborador de varias revistas mexicanas y españolas. Corresponsal en México de la revista Iglesia-Mundo (1981-1994). Autor de 'La cruzada que forjó una patria' (1976); 'Forjadores de México' (1983); 'Los mitos del Bicentenario' (2010) e 'Isabel la Católica. Su legado para México (2013).