No estamos diciendo que no tengan motivos para lamentarse. Porque el problema no es sólo que se trate de un Frente Popular socialista-comunista, que con el concurso los golpistas de Cataluña y el PNV amenazan con romper la unidad de España. El problema es que el apaño de Sánchez y sus compinches puede suponer no solo un cambio de Gobierno sino también un cambio de régimen. En esto, los años 20 que acabamos de inaugurar en España se empiezan a parecer a los años 30 del siglo pasado.
No hay más que recordar el ramalazo antimonárquico de Pablo Iglesias, que se estrenó hace unos años con el atrevimiento de regalarle Juego de tronos a Felipe VI. Y que nunca ha abandonado su propósito de ir a un proceso constituyente si ponía un pie en la Moncloa, aunque sea de “número dos”. Un proceso “para abrir el candado del 78” y que podamos “democratizar [colectivizar] la economía, de la cuestión territorial, » como dijo él mismo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraY su títere, el manejable Pedro Sánchez, no parece que vaya a mover un dedo por defender la Constitución o la Monarquía. No resulta anecdótico que Sánchez no diera la cara por el Rey en el hemiciclo ante los ataques de la portavoz de Bildu, Merche Aizpurua, cuando criticó el «autoritarismo» (¿?) de su discurso de octubre del 17 contra el golpe de Estado en Cataluña.
O sea, sí hay motivo. Amenazan derechos y libertades fundamentales con un programa inquietante. Amenazan la unidad, la seguridad, y, por supuesto, nuestro bolsillo -y no me refiero a las grandes fortunas sino a la clase media y baja, a las que van a freir a impuestos-.
Dicho esto, nos preguntamos. ¿De qué se quejan los que ponen el grito en el cielo por el pacto de Sánchez con el Lado Oscuro?, ¿por qué protestan ahora ‘peperos’ y (algunos) socialistas?, ¿por qué se rasgan las vestiduras tertulianos y líderes de opinión?, ¿intelectuales y firmantes de manifiestos?, ¿empresarios y próceres varios?
Si las fichas liberticidas ya estaban desde hace tiempo en el tablero, ¿por qué extrañarse de que la jugada de Sánchez haya puesto en jaque el futuro de España?
Si las fichas liberticidas ya estaban colocadas desde hace tiempo en el tablero de ajedrez democrático, blanqueadas, legalizadas y limpitas a ojos de la Carta Magna, ¿por qué extrañarse de que la jugada de Sánchez haya puesto en jaque el futuro de España?
¿De qué se queja el PP?, ¿No cebó poco a poco al dragón secesionista privilegiando a peneuvistas y convergentes durante décadas, a cambio de su apoyo parlamentario?, ¿no transfirió las competencias de Educación a Cataluña, permitiendo que el nacionalismo adoctrinara a los escolares e incubara el resentimiento contra el resto de España?, ¿no blanqueó el Tribunal Constitucional durante sus Gobiernos a formaciones que eran cachorros del terrorismo?, ¿no traicionó a las víctimas del terrorismo?, ¿no votó en 2012 en contra de la ilegalización de Bildu, propuesta por Rosa Díez?, ¿entonces?
¿De qué se quejan los barones socialistas, los Page, Ibarra et alii, ?, ¿No es Esquerra Republicana un partido legal, bendecido por el sistema electoral español, como lo fueron CiU y las demás formaciones, que tenían pleno sentido en el marco de las “nacionalidades”? ¿Por qué entonces ex altos cargos del PSOE piden a Sánchez que no claudique ante Esquerra? ¿Por qué le piden que se «aleje de los extremismos».
¿Se caen a estas alturas del guindo, cuando hace años que el PSOE negoció con extremistas de pistola y coche-bomba, como ocurrió con Zapatero y la tregua-trampa de ETA?, ¿y piden no claudicar ante el secesionismo catalán, cuando fue el propio Zapatero el que puso alfombra roja al Estatut?, ¿claman por la unidad cuando aquel presidente tuvo a gala decir que la nación española es “un concepto discutido y discutible”?
¿Es que Alfonso Guerra, convertido ahora en paladín de la unidad de España, contra proetarras y secesionistas, no estaba con Felipe González, como número dos, cuando gobernó con el apoyo de los nacionalismos vasco y catalán? Qué típico es eso de levantar la voz cuando ya no se está en la pomada y no se corren riesgos: lo hizo Aguirre (en el PP), lo hizo Leguina (en el PSOE), lo hace Guerra. E insisto no digo que no tengan razón.
Bien está que Alfonso Guerra denuncie ahora por inconstitucional la Ley de Violencia de Género. No sabe cuánto nos alegramos los que creemos en la igualdad de todos y en la presunción de inocencia. Pero ¿por qué lo dice con 15 años de retraso, ahora que el daño está hecho y no cuando llegó al Parlamento para su aprobación, cuando quizá se podría haber frenado?, ¿por qué ha tardado tres lustros en revelar que el Tribunal Constitucional se vio sometido a fuertes presiones para aprobarla?
Y así con todo lo demás. ¿No fue él -en fin- el que dijo, nada más llegar los chicos de la pana a la Moncloa, que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió? ¿entonces?
El único que tiene todo el derecho a quejarse es Vox, que siempre ha sido diáfano en sus críticas al sistema autonómico, a la ley electoral que presta oxígeno a los nacionalismos, al carácter totalitario de Podemos, a la tibieza cómplice del PP con los secesionismos vasco y catalán, y a la defensa de las víctimas del terrorismo frente al blanqueamiento con harina constitucional de los lobos proetarras.
Vox es el único que está autorizado a calificar la investidura como una «emboscada a la Constitución»
Vox es el único que está autorizado a calificar la investidura como una «emboscada a la Constitución» comandada por una «persona sin escrúpulos», un «Tirano Banderas», como ha dicho Santiago Abascal.
Ante este panorama, alguien puede decir, pero es que Sánchez mintió. No me quejé porque prometió y reprometió que no pactaría con bolivarianos, que no iría del brazo con quienes amenazan con romper España, que “no dormiría tranquilo” con un sujeto como Iglesias en el Gobierno. Y dan ganas de decirles: ¿y tú te lo creiste?, ¿no sabes que Sánchez no se rige por principios sino por táctica? Si dijo No a Iglesias, era porque esperaba alcanzar un pacto con Rivera, antes de que éste se estrellara en las elecciones de noviembre. Una vez, que Cs se disolvió en la irrelevancia, necesita a los comunistas para mantenerse en el poder, que es lo único que le interesa.
Pero también dan ganas de decirles: ¿No te acuerdas de la fábula? Mentir para el gobernante medio, es como aguijonear para el escorpión: no lo puede evitar.